Capítulo 10

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Siempre el desayuno era muy silencioso. Todos estaban recién despiertos o estaban los dos que acababan de terminar su guardia nocturna.

No había mucho para decirse a esa hora.

Tampoco tenían mucho menú para las comidas. Desde que la mayoría de los productos de los supermercados habían caducado, habían dependido de las latas. No pasó mucho tiempo para que se las acabaran o caducaran como el resto de cosas.

Ahora siempre vivían tomando sopa de lo que diera sus frutos la huerta.

Al paso del tiempo, todos habían perdido el gusto por la comida.

—Extraño las pastas —dijo Becca, en cuanto tomó asiento junto a Cass y frente a Caroline.

—¿Quieres que te haga una lista de todas las comidas que extraño? —Exclamó Caroline.

La otra negó con la cabeza al tiempo justo que Destiny se sentaba a su lado y Brooke frente a Cass.

En el comedor tan sólo había una mesa larga en la cual todos se sentaban. Era la única que no habían utilizado para tapiar las ventanas.

No pasó mucho tiempo para que Cooper se sentara frente a su hermana y al lado de Caroline. Entonces, se puso a decirle cosas en el oído a su novia.

—Iug —exclamó Brooke, con asco.—, búsquense una habitación.

Caroline rió y se separaron unos centímetros, pero no los suficientes como le hubiera gustado a Destiny.

Finalmente, todos estuvieron sentados en la mesa —menos Ethan y Owen, quienes tenían la primera guardia—.

Brooke estuvo comprobando que sus tres nuevos compañeros de piso no estuvieran sentándose juntos. No le agradaba la idea que hablasen a escondidas.

—Se más disimulada —musitó Cass frente a ella.

Brooke retiró la mirada del resto de la mesa, y se percató que estaba casi encima de ésta.

—No me importa —contestó ella.—. Que el rubito sepa que lo estoy vigilando.

—Pareciera como si lo estuvieras vigilando de otra cosa —señaló Caroline irónicamente, llevándose una cucharada a la boca.

Pero la otra volvió a hacer la misma expresión de asco que minutos antes.

—Ni loca. Tan sólo ese rubito y su hermana deben saber quién manda aquí.

—Tú y yo, recuerda —agregó Cassandra, pero sólo logró que su amiga pusiera los ojos en blanco y continuara comiendo.

Al cabo de diez minutos, ya todos habían comenzado a levantarse y dejar su plato en la cocina, para que se encargue las personas que le tocaban ese sector por la mañana.

Cooper le señalizó a Franklin donde podrían pasar el tiempo libre. Y luego Destiny y Darrell se llevaron a Adeline.

Cass se acercó temerosamente hasta Mike y tocó su hombro. Éste dio media vuelta, algo asustado, pero al ver a la chica su expresión se tranquilizó.

—Hoy te toca trabajar en la huerta conmigo.

El joven hizo un saludo militar.

—Sí señora.

Ella puso los ojos en blanco antes de señalizarle que la siguiera con un ademán.

Las nubes aún cubrían el cielo. Seguramente iría a llover durante la tarde. Lo bueno era que las plantas no requerirían agua.

—¿Qué debemos hacer?

Cass le tendió unas pequeñas tijeras de jardinería.

—Primero que nada, hay que podar. Durante todo el invierno no las podamos para que no tomen mucho frío. También hay que recoger los frutos del manzano y hay que ver cómo están los otros.

—Parece una tarea sencilla.

La chica se encogió de hombros antes de arrodillarse para comenzar a podar.

Hacía ya un tiempo que había dejado de nevar, pero eso no quitaba el hecho que hiciera frío y tuvieran que llevar una cazadora.

—¿Qué son esas plantas de allí?

Ambos se encontraban arrodillados, podando una de las plantas de papa. Cass miró por encima de su hombro, para ver que planta señalaba, aunque ya podía imaginárselo.

Sólo eran tres plantas, pero se encontraban algo más apartadas de las otras.

Cannabis sativa. ¿Te suena el nombre?

El chico negó con la cabeza.

—Marihuana, ¿ahora?

Mike abrió los ojos como platos.

—No te emociones —agregó ella.—; Andrew la usa con fines medicinales.

—¿Y nunca...?

—No.

El chico guardó silencio y bajó la vista para continuar su trabajo.

Ya era casi el mediodía, y el trabajo manual y la poca subida de temperatura hicieron que Cass se arremangara la sudadera.

Entonces, Mike se fijó en su antebrazo izquierdo otra vez. La cicatriz no era muy grande, pero era visible y tenía forma de media luna.

—¿Qué te ocurrió ahí?

Cass levantó la mirada y durante unos segundos se perdió en sus ojos verdes. Finalmente, sacudió la cabeza para quitarle importancia al asunto.

—No fue nada. Tan sólo me corté hace un tiempo.

—¿Antes o después del brote?

—¿Siempre eres igual de preguntón?

Michael volvió a guardar silencio, pero aún así seguía teniendo curiosidad sobre aquella cicatriz.

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