El ambiente estaba demasiado tranquilo para su gusto. Caroline era la encargada de montar guardia mientras Ethan y Adeline buscaban cosas que les fuesen de utilidad dentro de la tienda de acampada.
Pero el silencio reinaba. Hacia muchas expediciones que no tenía una tan silenciosa.
Continuó con su rifle, apuntando a la avenida donde se encontraba la tienda. No habían visto a un zombi en toda la tarde. No estaba segura que eso fuera algo bueno.
Entonces, escuchó fuertes pasos.
Caroline se giró y miró a sus dos compañeros. Podía ver como Adeline temblaba del susto y como Ethan se tensaba. Pero sólo eran pasos, si eran provenientes de unos zombis podrían con ellos.
A medida que iban pasando los segundos se escuchaban más y más pasos. Entonces, Caroline los visualizó al final de la calle.
Eran una docena como mucho. Y estaban bien vivos, eso era seguro. Todos parecían tener armas. Iban riendo y caminando como si el mundo no se hubiera venido abajo.
Vio como uno del grupo se acercaba a un coche en desuso, a un lado de la avenida. Tras unos segundos, este comenzó a sonar.
Caroline se percató que otros comenzaron a sonar. Y si seguía su trayectoria...
—Mierda —musitó la chica mientras se ponía a cubierto bajo la ventana.
Adeline la miró atontada, y con una seña, le indicó que se echara al suelo.
Al cabo de un minuto, Ethan se encontraba a su lado.
—¿Qué ocurre? —Musitó el hombre.
—Son por lo menos una docena. Pueden que vengan de nuestro refugio.
—¿A qué te refieres? —Preguntó la rubia, con terror en su voz.
—No lo sé.
Pero entonces, en el preciso momento que Caroline y Ethan decidieron asomar la cabeza por aquella ventana, pudieron ver como se alzaba en el aire una bengala.
—Mierda —dijeron los dos a la vez.
Ambos se levantaron del piso y comenzaron a andar hacia la parte trasera de la tienda.
—¿Qué ocurre? —Preguntó Adeline.
Caroline comenzó a comprobar la escalera de emergencia, seguramente llevara al tejado y desde ahí podrían escapar.
—Tenemos una pistola de bengala —explicó Ethan.—. Sólo la utilizamos en caso de emergencia.
Señaló por la ventana en el preciso momento que la otra chica completaba la frase por él.
—Alguien la accionó y por las personas que acaban de pasar por delante de nosotros algo me dice que no fue por accidente.
Tiró la puerta de las escaleras de emergencia abajo, ya que ésta no lograba abrirse.
—Esas escaleras nos llevarán al tejado. Podemos ir por estos hasta el punto de encuentro.
—¿El punto de encuentro? —Repitió la chica.
—Tenemos un plan desde hace casi un año —comentó el hombre.—. Tenemos un bote en perfectas condiciones. Junto a un refugio extra por si ocurría algo así. Tú sólo síguenos.
Adeline asintió, algo temerosa.
Ethan dejó que ella fuera la segunda en subir las escaleras. Intentó cerrar la puerta tras sí, pero Caroline la había dejado inutilizable. Así pues, siguió el ritmo de sus compañeras.
Al llegar a la azotea, la pelirroja comprobó que se encontraban por lo menos en un tercer piso.
A sus pies, miles de zombis se reunían alrededor del sonido proveniente de los vehículos.
—Nunca había visto tantos —señaló Ethan.
—Ni yo —agregó ella.—. Los deben haber atraído desde lejos. Teníamos la ciudad casi vacía.
—Ehh... ¿Chicos?
Ambos dos se encontraban dándole la espalda a Adeline. Cuando ambos se voltearon, se percataron que la chica no podía dejar de ver el lugar por donde ellos acababan de subir. Los zombis los habían seguido.
—Genial. Vamos.
Ethan fue encabeza, guiando a las dos chicas por los tejados.
Pasaron varios minutos hasta que se encontraban sin muchas opciones. Los zombis que los habían seguido habían atraído a más y no podrían contra ellos. Por lo menos, en las calles ya no había tantos y sí podrían contra ellos. Estaban sólo a un piso de altura. Debían saltar. Era saltar o morir.
—¿Listas? —Exclamó Ethan en la cornisa.
No se lo pensó dos veces y pegó un pequeño brinco.
Cayó con dificultad, pero parecía ileso. Había sólo cinco zombis en ese callejón, y comenzó a combatirlos con su cuchillo de caza.
—¡Salten! —Agregó desde el suelo.— ¡Ahora!
Caroline miraba a Adeline. Ésta, en cambio, no podía despegar los ojos de la horda que se acercaba a ellas con paso lento.
—Adeline.
La chica no parecía escucharla.
—¡Adeline! —Gritó Caroline, sabía que no había sido buena elección, pero la chica no la escucharía. La tomó por los hombros y la obligó a mirarla.—. Saltas o mueres; no hay muchas opciones.
Fue entonces cuando la rubia miró hacia abajo. Su rostro se tornó pálido y en sus ojos sólo había pánico. Comenzó a negar con la cabeza.
—No... No puedo.
—Sí puedes. Lo haremos juntas, ¿vale?
La tomó de la mano y la obligó a mirar al frente.
—A la cuenta de tres. Uno —posicionó las piernas para poder saltar con un pequeño impulso y la otra la imitó.—. Dos —comenzó a balancear los brazos y la otra la imitó.—. Tres.
Saltó, pero perdió el equilibrio. Adeline la había soltado, quedándose ella arriba.
Al tocar el piso, no lo hizo correctamente y su pierna derecha se dobló en un ángulo extraño. No pudo reprimir el grito de dolor que creció en su garganta.
Aquello hizo que Ethan se volteara y la viera tendida en el piso.
—Mierda.
Corrió hasta ella y puso el brazo de la chica sobre sus hombros y el suyo en su cintura. Miró hacia arriba, donde aún se encontraba Adeline, que tenía la mirada perdida.
—¡Adeline! Salta, maldita sea. ¡Salta!
Nunca hizo eso, se quedó ahí plantada, negando con la cabeza y cegada por el miedo.
Entonces, ambos compañeros que se encontraban en el suelo, vieron la cabeza de un zombi asomar por encima de su hombro e hincar los dientes en este.
A ambos les sorprendió como una persona así haya sobrevivido tanto.
Con cierta melancolía, ambos comenzaron a andarhacia su punto de encuentro, dejando que los gritos de Adeline atrajeran a loszombis a su ubicación.
ESTÁS LEYENDO
Sobrevivientes
Teen FictionUn extraño brote apareció en América y se llevó a casi todos los que se encontraban en él. Un grupo de amigas que lograron sobrevivir en aquel invierno tienen un plan perfecto. Pero las personas del pasado ralentizan que lo lleven a cabo. Deben acep...