ᴅᴀʀᴋ sɪᴅᴇ • poe dameron ✓

veintidós • la cueva

Lyra abrazó a su padre cuando lo ingresó al Halcón Milenario. Luego a Chewie, quien tomó a Rey, que continuaba inconsciente.

Han volvió a la cabina de mando y los condujo hasta el planeta donde la Resistencia y la Primera Orden se encontraban luchando. Lyra se alejó y se sentó en el suelo. Cerró los ojos, tratando de concentrarse, pero los ruidos del exterior la distraían y tardó en contactarse con Luke.

—Necesito su ayuda, Maestro Skywalker—murmuró Lyra—Por favor, contéstame, tío.

«No necesitas mi ayuda» escuchó que le respondían.

—Sí, la necesito, no puedo hacerlo sola—dijo ella—.Tenía a Poe, a Rey. No sé quién está vivo de la Resistencia. No puedo sola contra la Primera Orden.

«Yo me enfrentare contra la Primera Orden, tu ayúdalos a escapar»

—No te dejaré solo contra ellos.

«Confía en mí, Lyra»

—Luke...

« ¡Controla tus emociones, Lyra! Te daré un poco de tiempo, pero no servirá de nada si no pueden escapar»

Lyra se quitó una lágrima.

—Lo siento, tienes razón—dijo—Buena suerte, Maestro.

«Buena suerte también. Haz lo que debas hacer»

El Halcón Aterrizo en la parte trasera de la Base y Lyra se bajó de la nave, después de revisar a Rey. Se froto los brazos para tratar de quitarse el frío. Bajó una pequeña montaña de nieve y se acercó a la entrada de una cueva, que tenía rocas que impedían el paso.

«Concéntrate, Lyra, puedes hacerlo»

Leia se sentó en la sala de comando. Entre sus manos tenía un bastón que le ayudaba a caminar, pero en ese momento ya le estaban fallando las fuerzas. Levantó la vista cuando alguien ingresó a la sala. Con una capa que tapaba su rostro, camino lentamente hasta encontrarse enfrente de su hermana.

— ¿Luke?

—Leia—dijo mientras se sentaba.

—Sé lo que vas a decir—habló ella—Me cambié el cabello.

El Maestro rió.

—Lo siento.

—Lo sé.

Se levantó de su asiento. No pudo mirar a su hermana a los ojos de nuevo; le guiñó el ojo a C-3PO y salió de la sala. Caminó por el medio de la Base, rodeado de los rebeldes y con todos los ojos puestos sobre él, con los rostros llenos de sorpresa y esperanza.

Los rebeldes se juntaron en el centro de la Base, esperando instrucciones de su General. Los pequeños animales helados habían desaparecido, y en esa dirección, estaba la única salida posible.

Corrieron lo más rápido que sus piernas le permitían, siguiendo pasillos que parecían eternos. Los disparos se oían a la distancia, pero fuertes. Probablemente, ya habían asesinado al Maestro Skywalker, pensó Poe.

Llegaron al final de la cueva. Los animalitos que quedaban se escapaban por los pequeños espacios que habían entre las rocas que impedían la salida de la cueva; pero ellos no podían pasar.

— ¡No!

— ¿Qué hacemos ahora, General? —le preguntaron a Leia.

—No...No lo sé.

—Luke se ha sacrificado por nosotros, y ha sido en vano.

Finn se acercó a las rocas.

—Tal vez podamos moverlas.

— ¿Quieres mover más de mil rocas en menos de 5 minutos? —inquirió Poe, dejándose caer—. Un plan un poco ambicioso.

— ¿Y que se supone que hagamos? ¿Rendirnos? —Finn se dio la vuelta y puso una mano en su sien, tratando de pensar.

—No, no nos rendiremos—dijo Poe—Pero a menos que se nos ocurra un mejor plan, todos moriremos.

—No vamos a morir—habló Leia—Ellas están aquí.

— ¿Ellas? —preguntó Finn.

—Lyra y Rey—dijo Leia—Han.

—Lyra está muerta. Dijiste que nadie la vio subirse a las naves.

—Lo sé, pero puedo sentirla. Tan claramente como en la Batalla de Takodana.

Poe frunció el ceño, al estar más confundido que antes. Una vibración lo saco de sus pensamientos; el suelo temblaba mientras que lentamente las rocas comenzaban a levitar.

— ¿Qué caraj...?—exclamó Finn.

Las rocas salieron de la cueva y pudieron ver finalmente el exterior. Ella se encontraba allí, con su mano extendida, y las piedras flotando a su alrededor.

Poe había visto a Lyra usando la fuerza antes, pero no se había dado cuenta del poder que tenía la Jedi. Se suponía que Lyra estaba muerta, pero nunca había estado tan viva.