CAPÍTULO 5

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CAPÍTULO 5



«Buenos días, ciudad de Los Ángeles, California. Hoy estamos viviendo una mañana de sol, caliente en calles. Asegúrense de disfrutar, y si estás de camino a tu trabajo, asegúrate de tener mucho hielo».

El ruido, por costumbre, me despabila. Es la radio online que a mamá le agrada encender al despertar.

Rasco mi cabeza, en tanto avanzo hacia nuestra cocina y sin más mis tripas también se movilizan, tras rastrear el rico aroma del café.

Laura se pasea en un pequeño conjunto de dormir, es una mujer muy sexy y a sus cuarenta, aún logra verse de treinta.

Auu, buenos días.

—Hola preciosa, tengo unas tostadas, almendras y... bueno, una paciente me ha dado una receta saludable para los desayunos. En opinión, es muy buena. —Se voltea y crea un mohín al ver mi rostro incrédulo—. Ay, no serán al pie de la letra, sabes que esas personas analizándolas suelen ser un poco obsesas, sin embargo, podemos adoptar alguna manía. ¿Eh, chiquita?

Tomo una tostada del plato arriba en encimera y deposito el trasero en una banqueta junto a la ventana con vista a la calle.

Observo afuera, mientras extiendo todo el largo del cuello, ya que el sol alumbra y levemente calienta el rostro. Mastico la comida, digo.

—Mañana linda, pero a la vez de mierda. Analiza eso.

Me mofo, y miro en su dirección, está seria y confundida con la espátula en su mano.

Uff. Tú y tu humor mañanero, al perecer el gen argentino y norteamericano se ha potenciado en vos, Cande.

En cambio, no respondo, dejo mi atención nuevamente fuera.

Viendo el ambiente urbano, y a distancia algunas tan fotografiadas palmeras en L.A. En sí estoy un poco descolocada, tratando de encontrar una explicación a los sucesos de esta madrugada.

Al principio, enseguida al despertar no pude encontrar nada fuera de lo normal, mis cosas, cama, incluso yo seguía en, bueno las malas posturas en que suelo dormir.

Esta vez amanecí del reverso, en los pies y tapada hasta la cabeza.

No obstante, tengo la impresión que algo no andaba bien, tremendamente segura de ello, lo primero que busqué y lo cual no encontré ni rastro, fue la púa.

Esta ya no consta en ningún lugar de la casa. ¿Casualidad?

O de hecho ha sido un sueño, ¿o en realidad, nunca porté conmigo aquel objeto?

Sin esperar una mano tibia toca mi frente, mamá me analiza y después niega.

—No, no es fiebre.

Separa el tacto, posteriormente busca dos tazas con líquidos espumosos y humeantes, entonces deja una a mi lado.

—¿Qué pasa por tu cabecita estos días, eh?

Se sienta frente dando un corto sorbo a su café, calla, solo sé que no dejará pasar la oportunidad.

—Candela, respeto tu silencio si es algo de lo que no deba preocuparme. Ese es el trato, porque si no me veré de mandarlo al diablo, eso si ocultas algo grave. Aún soy tu madre y una muy copada, sí, pues no una amiga, sino Ley.

Aparenta voz un tanto dura al final de su discurso, entretanto presiono los labios, y al reír se me escapa un sorbo del café.

Hago el intento de limpiarme, cuando la radio nos interrumpe, el locutor se escucha conmovido.

QUASAR  (Versión español) Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora