CAPÍTULO 23
Apoyo el oído en la superficie, y suspiro por la nariz, dejando caer la cabeza. Si no, el alivio solo dura unos escasos minutos, cuando oigo una vez más su voz tras una maldición que me deja saltando del susto, e imagino que entrará, aunque sea sobre mí.
Entonces, él ya se encuentra de pie aquí.
—¡Conste me has obligado a hacerlo!
Encara como si tal cosa, a mi espalda, lo imagino tan solo ocupando un sector sobre la alfombra. Más son su esencia y apariencia tan divina que ya abarcan por completo la habitación.
—¡¿A qué le temes tanto?!
Bufo, en cuanto sostengo las palmas y mirada aún contra la madera.
De alguna forma es un intento inservible por evitar mirarlo. O al menos, con ello afirmar mi negación, porque continúo furiosa. Gruño.
—Ya vete.
Esta vez sí miro sobre el hombro, y al segundo todo queda extrañamente quieto.
Se alza en su metro ochenta, apoyando con chulería las manos encima a sus caderas.
Entonces giro e imito su postura. Y al inverso de Alioth, no luzco para nada firme, sino todo lo contrario.
—Creo que no es el momento para continuar con esto.
Ciño el cejo al escuchar su tregua.
Se relaja un poco y pasa de mí, en cuanto distraído barre su mirada analizándolo todo, me es imposible no ponerme nerviosa, está en uno de mis lugares más íntimos.
Vaga por los largos estantes llenos de libros, estos están colocados estratégicamente por encima de la entrada, después diviso como su curiosidad transita hacia los rayados discos en vinillo, colgados aquí y allá sobre pequeños clavos. Pues el sonrojo abarca mis mejillas, cuando observa detenidamente la cama al centro de la modesta alcoba.
Bueno, aunque ya lo haya visto antes, y (que yo sepa) solo fue una vez.
Rasco la sien en símbolo de malestar.
—Alioth, ya márchate. Me estás invadiendo y detesto cuando eso pasa, no querrás verme enojada.
Voltea ligeramente y otra vez sus sentidos están puestos en mí; mi error.
Detiene sus ojos quasares tan brillantes ya en la oscuridad. Sus cejas enmarcan en una ligera sombra sobre su mirada. Asumo un nuevo comentario que me hará mal.
—Quiero verte, será todo un espectáculo.
Agito los hombros en una risa ronca.
—No, no. Ya te vas a arrepentir.
Afirmo con sorna intentando lucir entera.
Al terminar presiento un aire, como si se manifestara en una fresca brisa de verano, removiendo apenas las prendas y relajando mi piel tostada por el sol abrasador...
Así me sorprende y logra que me erice, este es el resultado del músico a escasos centímetros.
—Enójate. Quiero saber qué es lo que pasa por tu cabeza, a ti te permito un conjunto de berrinches, porque así sé que todas esas actitudes son gracias a tus sentimientos hacia mí. Aunque ellos sean muy malos.
—¡Qué ego!
—Nunca dije que no lo tuviera, es uno de mis defectos.
Borro la sonrisa en cuanto detecto una palpable tensión, ahondando en la mía propia. El aire comienza a hacerse pesado y el espacio se reduce hasta el cero.
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QUASAR (Versión español) Parte 1
Fiksi RemajaARGUMENTO En un vuelco tu espacio personal que tanto aprecias, cuál se está "seguro", suele condicionar. A veces, hasta puede volverte ciego e incluso escéptico. Como a Candela Long, que ve la ciencia tan legítima sin encontrarse hechos casuales en...