CAPÍTULO 17

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CAPÍTULO 17


Mientras camino, el sol quema mi piel y las sandalias salpican arena contra mis pantorrillas. Estoy nerviosa y frustrada por la enorme tristeza que me embargó esta mañana. Bufé al detenerme y miré a lo largo de la costa en busca de un grupo de surfistas.

—¿Por qué tanta prisa, querida? Te quedarás sin aliento si sigues así. Ten piedad de un alma que anoche estuvo de fiesta —me dice Mely, resoplando mientras se levanta.

Sonrío ante sus palabras y le respondo:

—No es una cita, y tampoco tengo idea de dónde está.

—Genial. Anímate y mándale un mensaje —insiste ella.

—Mel, ¿crees que llevará su teléfono mientras está en el agua? —dudo.

Continúo observando la orilla cuando un movimiento sutil llama mi atención. Algo en mí se queda sin aliento al descubrir a un hombre emergiendo del agua. Admiro con atención su cabello rubio, brillante bajo el sol, y su cuerpo cubierto con un atuendo de neopreno que destaca su figura atlética.

—Marlow. Así que ese es. No estoy aquí para ser la tercera en discordia, ¿o sí? —comenta Melissa, cruzándose de brazos.

Elijo no cuestionar cómo descubrió la identidad de Marlow ni contestar a su observación. Tomo una respiración profunda y avanzo hacia él sin vacilación, sin permitir que ningún otro pensamiento interrumpiera mi avance.

—Oye, no te alejes —me grita Melissa, quedando rezagada.

Me acerco con gracia a Marlow Mitchell, mi siguiente desafío. Aún no me ha visto; está riendo mientras habla con un amigo. Su sonrisa se desvanece al instante en cuanto sus ojos azules se encuentran con los míos, atrapandome en su mirada. Esa mirada me deja paralizada, como si me sumergiera en la arena y me impidiera avanzar.

Nos quedamos paralizados, observándonos. Es imposible no sonreír ante la ingenuidad de la situación. Mi boca se tensa ante la contradicción de mis pensamientos. ¿Por qué sentir este miedo? Él sonríe, como si estuviera pensando lo mismo. Luego se mueve y yo acomodo la visera, sin saber qué hacer con mis manos.

—Candela.

El sonido de mi nombre en sus labios suena extraño, como si pronunciarlo fuera algo novedoso y personal para él. La idea me estremece. Escucho cómo lo repite.

—Qué bueno que estés aquí —dice al notar mi silencio. Parece complacido por mi reacción exagerada, lo cual tal vez me hace reaccionar.

—Sí —respondo, apretando los labios en una línea firme antes de añadir—: veo que no eres muy hábil con las olas.

Parece sorprendido por un instante, pero la expresión pasa rápido. Emitiendo un suave sonido que apenas retumba en su pecho, su risa carece de entusiasmo.

—Admiro a un crítico del deporte tan perspicaz —responde con sarcasmo.

Asiento con amargura, y justo cuando estoy a punto de abrir la boca, un chico moreno nos interrumpe.

—¿No vas a presentarnos? —pregunta, luciendo su cabello en una alta coleta de finas rastas. En ese momento, Marlow coloca un brazo delante del pecho y lo sostiene mientras muerde la uña de su pulgar, como si estuviera reflexionando.

Elevo las cejas, consciente de sus gestos, y lo esquivo para observar a su compañero.

Lo he visto antes. Pienso.

Un golpe seco en el antebrazo me espabila, Mel cae a mi lado debido a la carrera cuesta abajo que ha emprendido.

—¿Qué, Mely?

QUASAR  (Versión español) Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora