CAPÍTULO 8
Detesto la impuntualidad, en serio, la aborrezco. Observo mi reloj de muñeca y noto que han pasado treinta minutos después de las once. ¿Qué espero descubrir con esto? Tal vez solo estoy reviviendo la alucinación matutina del espectro de la actual estrella de rock. Los sentimientos evocados por la figura de mi difunto padre me han jugado una mala pasada. De todas formas, él tampoco aparecerá. Debo estar volviéndome completamente loca, y esta razón no me impidió mentir. Debí engañar, para quedarme en Angelo hasta el cierre.
Despachar a mamá fue relativamente fácil, pero con Melissa fue otra historia.
—Laura va a explotarte, ¿así es de esclavista con su sangre? —Mientras mi madre, lista para irse, levantó la vista impresionada, Melissa continuó—. ¡Ah, linda, exige bonos extras de navidad, cumpleaños!
Según Melissa, todo es negociable. Rodé los ojos por décima vez, recordando que llegaré a los treinta sin haber resuelto mi falta de habilidad para decir no.
Después de liberarme de ella con una tarea de psicología, me encuentro sola de pie dentro del local debatiendo mis acciones. ¿Fueron realmente un error? Aquí determino si perdí la cordura. ¿Por qué me involucro en esto?
Este dilema me deja en un estado incalificable. Encuentro el envoltorio del mensaje a un lado de donde lo arrojé. No puedo afirmar si ese sujeto adivina que lo espero o si hay alguna forma de invocarlo. Me quedo azorada, reprochándome mi situación. No sé cómo actuar en estos asuntos. Supongo que soy del tipo descreído, no creo en la fantasía fuera de la ficción.
—Eres demasiado crédula, Candela Long.
Me recrimino, pisoteando hacia el mostrador. Monto una silla, debo cumplir con el último pedido de mi madre y largarme a casa. Reniego mientras ordeno mi playera un poco corta, apenas cubriendo el ombligo. Al elevar los brazos, estirándome, alcanzo el extremo de una guía de luces.
Trato de concentrarme mientras mi cabeza niega en desacuerdo. Mi pensamiento se dirige al chocante suceso, y lo primero que conjeturo es el tentador aspecto de ese chico. Demasiado real para ser un sueño, sucumbo al juicio y debate interno. Imposible, mucho menos buscarme si no poseíamos previamente un lazo. ¿Qué fuerza lo atrajo a mí?
—Pff, ¿para quién podría ser útil? ¿Un fantasma en Angelo? Por favor, ¿nada menos que un fantasma de rock?
Si ni siquiera hago plegarias y ahora hay un espíritu del rock que se presenta como si nada. Dios, resoplo y empuño con rabia el resto de la guía, invento mesura donde no la hay. Trato de cuidar, de no enredar la pieza, trenzo las luces una a una.
—Eso no es lo correcto, mi madre dice que después son inutilizables. ¡Ay, infinita mierda!
La silla se tambalea bajo mis pies y pierdo el equilibrio. Mis largas piernas buscan estabilidad donde es insostenible. Sin evitarlo, estoy flotando en el aire. Vuelco verdaderas maldiciones mientras caigo y descubro algo. Este chico avanza al estilo Doctor Strange, con una proyección astral disparada tras su cuerpo. En cuanto al chico, es un borrón frente a mis ojos.
Después de presenciar el espectáculo, braceo inútilmente ante la sensación de vértigo, deseando aferrarme, pero lo único que consigo es el suelo. Graciosamente con el semblante pegado al moquete, siendo una bola de luces navideñas.
Por otro lado, escucho un siseo. Ofuscada, con los codos y el estómago doliendo, soy capaz de elevar la cabeza. La melena suelta cae a ambos lados en una cortina espesa que se dispersa a medida que me incorporo. Tras resoplar el resto de cabellos, le observo entre pestañas.
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QUASAR (Versión español) Parte 1
Novela JuvenilARGUMENTO En un vuelco tu espacio personal que tanto aprecias, cuál se está "seguro", suele condicionar. A veces, hasta puede volverte ciego e incluso escéptico. Como a Candela Long, que ve la ciencia tan legítima sin encontrarse hechos casuales en...