CAPÍTULO 10

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CAPÍTULO 10



—No me gusta.

Señalo en cuanto trago un poco del algodón de azúcar y volteo.

Atiendo los trucos de magia del hermano mayor de Mel, y descubro a Karol, la cual ha tenido un concurrido público, no quiero herir sus sentimientos al decir en alto lo que opino del tarot, y las mentiras de dichos ¿astros o dotes de adivina?

Para mí son patrañas.

—La rueda de la fortuna es aburridísima. Hugo me hizo montarla de pequeña, casi me cago encima de mi mono, pues después la subí más veces de las que pueda contar.

Declara limpiando el azúcar de sus dedos en tanto ríe, e impaciente coloco la mano en sus labios.

—Lame, a lo cerdo todo es más fácil.

—A veces me cuesta creer que eres un cerebrito y futura científica.

Agito mis hombros ante la carcajada, y observo a nuestro alrededor.

Las personas pasean, parecen enjambres de avispas, el zumbido de sus conversaciones apabullan, más las risotadas de aquellos que disfrutan de los juegos mecánicos.

—Ay, sí verdad. —Suspiro.

—Te noto un poco pensativa, además no supongas que no me di cuenta de que preferiste pasar de mí. Me has evitado. Desembucha.

Presiono mis labios intentando ocultar el asombro.

—No, y tengo historia aparte de estar contigo. —Finjo enojo—. Voy a tomar en serio lo que dice H, acerca de tu culo y a mi braga.

Melissa tira su cabeza atrás tras reírse.

—Qué va. Tú me entiendes, y mi hermano debe atender su obsesión por los traseros, has visto el de Karol. Aunque entre nosotras... es muy buena para él.

Ambas miramos a la pareja, en tanto, esta conversa animosa, para luego sorprendemos ante el estado gigil de turno entre ellos.

La efusividad con que él acariciaba su cabellera y le besa en público sin miramientos.

Hugo solía esconderse y jamás lo vimos ser tan amable con sus amoríos, y mucho menos frente a su hermanita.

Mmm, considero que esta vez es serio.

Noto a Mel mirándome en silencio junto con un morro en sus labios.

Mhm.

—No me pasa nada, okay.

Ains, fingiré que te creo.

Arranco un gran trozo de algodón demasiado para caber en mi boca, hablo con la masa viscosa dentro.

—Créelop.

Mely arruga la cara del asco, aunque sé que continúa dándole vueltas a mis mentiras.

¿Debo señalar los tristes pensamientos sobre mi padre?, o quizás que existe un extraño sujeto —la estrella de rock— que vaga por su sitio de trabajo, aquel que cuenta con un cerebro en coma en la cama de un centro.

No, definitivamente no.

Sonaría grotesco e imposible comentarlo sin una explicación lógica.

Para animarme a desembuchar el alocado topetazo con ese ser, será de vieja y senil.

QUASAR  (Versión español) Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora