CAPÍTULO 22
Dejo caer las cosas en una mesa auxiliar y con mucho cuidado cierro la puerta, doy unos pocos pasos hasta entrar dentro de mi hogar. Entonces lo contemplo como si fuese algo nuevo.
Mis hombros pesan y los ojos escuecen totalmente irritados, luego de llorar frente a un desconocido. Si bien pudo haberme echado a patadas, por fastidiar con mis problemas, eso no pasó.
Sin querer he conseguido un buen amigo.
Rocco prestó oídos a todo sin juzgar, me dio parte de su experiencia, ideas y creencias en la forma que se obtiene para sobrellevar su dolor, lo ha dicho con el cuidado de no incomodarme.
Y pese a todo lo descabellado que suene, me siento mucho mejor, aunque sigo luciendo como si un cometa hubiera chocado conmigo.
Mis pies pesan mientras avanzo por mi hogar.
Araño el cuero cabelludo con el deseo de desconectar con el cerebro, las ideas e inquietudes se pasean dentro como en una montaña rusa.
Mis pensamientos, ahora mismo, son un jodido y deteriorado parque de diversiones.
Pestañeo, cuando observo a oscuras el departamento, este luce apagado, pero logro ver cada libro en su sitio, la mesa y los viejos sofás y los olores cálidos tan conocidos.
Nadie circula, no existen ruidos.
Mamá debe estar descansando.
Volteo y contemplo un plan, el sueño se ha ido y, sin embargo, no quiere decir que cada fibra de mi cuerpo no esté temblando por el cansancio.
Ingreso por inercia hasta la cocina y sedienta, busco un vaso de agua para mitigar el calor en mi garganta, luego sin respirar bebo de él.
Desconecto un segundo sobre todo lo que he pasado, pero al parecer mi suerte hoy no está de mi lado.
En ello me toma desprevenida un sonido sordo, que continúa en mi dirección.
Mis instintos de seguridad se activan de inmediato, es entonces que alzo los brazos a toda prisa con los dedos hechos puños.
Y antes de asestar el primer golpe, una sombra se interpone y noto que esta sostiene algo en sus manos. El mismo vaso que yo dejé caer, milagrosamente intacto.
—Ay, por dios, podría haberte golpeado. Técnicamente, si eso se puede.
Busco calma, manteniendo las manos al borde del mueble y lentamente barro la vista sobre unos largos dedos, después persigo el trayecto de un fuerte brazo, hasta culminar en sus ojos excesivamente azules.
Ahogo un gemido ante la impresión, no porque fuese la primera vez que reparo en ellos, sino que es la alusión de la falta que me hicieron.
Bien podría haber pasado de largo este detalle, pues me es imposible cuando me está viendo entre fascinado y orgulloso. Alioth me marca a fuego.
Es como si solo, todo él fuese de otro mundo.
Trago y carraspeo e intento hablar. Dijo.
—Lo siento.
Niego confusa.
—¿Por qué si fue mi torpeza?
—No, no me refiero a esto. —Apoya el objeto para justificarse—. Siento dejarte todos estos días. Sé por lo que estás pasando...
Se calla en cuanto afirmo.
Desapego al fin la vista de la suya y me centro en otro lugar dentro de la habitación. Rodeo la sala buscando en vano distancias, mientras muerdo el labio y abrazo mi estómago.
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QUASAR (Versión español) Parte 1
Ficção AdolescenteARGUMENTO En un vuelco tu espacio personal que tanto aprecias, cuál se está "seguro", suele condicionar. A veces, hasta puede volverte ciego e incluso escéptico. Como a Candela Long, que ve la ciencia tan legítima sin encontrarse hechos casuales en...