capítulo 22.

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_____(tn) POV.

Las rejas se abrieron, luego de estar aquí encerrada durante una semana o más. Abraham entró junto a Ridley y los otros dos tipos, Alexander y Ramiro, con una cara de satisfacción.

- ¿Y bien, querida?- Me miró.- ¿Ya decidiste unirte a nosotros?

- No.- le contesté fría. Él suspiro y la rubia rió.

- ¿En serio?

Alexander y Ramiro tomaron a Alec por los brazos, obligándolo a levantarse. Su rostro estaba más pálido que de costumbre, y eso se debía a que en todo este tiempo apenas le dieron de comer dos mujeres y una pequeña niña.

- Tal vez la pérdida de tu novio te ayude a cambiar de opinión.- Dijo Abraham y sus palabras me asustaron. Lo pusieron de rodillas.- Ultima oportunidad ____(tn)- Alec negó hacia mí.

- No.- Repetí. Pero mi mirada estaba en Alec.

- Como quieras.- Asintió en su dirección. Sabía lo que vendría después. Abrí la boca para cambiar mi respuesta, pero unos desgarres y aullidos provenientes de afuera me detuvieron. Al igual que a los otros. Todos se callaron para poder escuchar. Dylan llegó corriendo y agitado

- Ellos... ellos están aquí.- Dijo falto de aliento.- Son muchos,¡Tenemos que salir de aquí!- Salió lo más rápido que pudo siendo seguido por Ridley.

- ¿Qué?- Abraham se alteró.- ¡Déjenlo!- Soltaron a Alec.- ¡Vamonos!- Ellos salieron corriendo en la misma dirección que los otros. Antes que Alec o yo pudieramos hacer algo, se escuchó el ruido de una pared siendo derrumbada. Tardé un segundo en darme cuenta de que fue la pared de la celda que daba al exterior, pero no se había tirado sola. Un Hijo de La Luna entró oliendo el aire como si buscara algo o alguien.

Yo ya sabia como eran: perros enormes del tamaño de una casa, capaces de andar en dos patas, pelaje negro como la noche y ojos amarillos. Pero nunca estuve tan cerca de uno. Me miró. Se me acercó gruñendo y enseñando los dientes.

- No te muevas ___(tn)- Susurró Alec. El perro llego hasta mí y me olfateo entera. Cerré los ojos esperando que esto acabara. Poco después sentí que se alejaba lentamente. Abrí los ojos. Con su hocico mordió ambas cadenas destrosandolas y liberandome. Hizo lo mismo con Alec.

Me sobe las muñecas, que ahora estaban rojas e hinchadas. Sangraban un poco. Asentí en forma de agradecimiento, él me devolvió el gesto. Afuera se escuchaban mas gruñidos. El perro se inco.

- Es una forma de decirnos que subamos a él.- Dije.

- ¿Estás segura?- Dijo Alec desconfiado.

- Segura.- Me subi al animal. Alec imitó mi acción. El perro se levantó y echó a correr. Pasamos al lado de otros cinco o seis Hijos de La Luna que al vernos nos siguieron.

(...)

Llegamos a una montaña y entramos a una tipo cueva o caverna. Él perro volvió a incarse y me bajé. Alec imitó mi acción.

- ¿Y... ahora qué?- Pregunté haciendo un movimiento con los brazos.

- Yo que sé, tú fuiste la de la idea de subirse al Hijo de La Luna.- Respondió. Uno de los perros le gruño al oir su voz.- ¡Shh!- Lo calló, pero él volvió a gruñir. Rodé los ojos.

- Gracias por traernos, pero ya nos vamos.- Dije y caminé a la salida, pero obviamente no me dejaron. Uno de ellos me bloqueo el paso.

- Aún no pueden irse.- Dijo alguien. Me volví hacia la voz.- No hasta que nos expliquen que hacían un Vampiro y una Híbrida con Caster Oscuros.- Era la voz de una mujer. Un hombre de unos treinta y cinco años o menos salió de entre las sombras seguido de una muchaha de unos dieciséis o diecisiete años. Ambos tenian el pelo negro y ojos verdes. Caster Luminosos.

Oscuros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora