-VIII-

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Mara:

—Tengo hambre— sentenció Derek

—Lo sé— Mara estaba exasperada, no podía creer que, las traidoras de sus amigas, la obligaron a ir por palomitas junto a él

—Tengo hambre—Repitió como un niño pequeño, llevan esperando por más de diez minutos su pedido para luego entrar a la sala junto a los demás

—Lo sé— esa frase ha salido de la boca del chico más de veinte veces

—Tengo hambre— reiteró, bueno la número veintiuno es la última

—Joder, ¡Lo sé!

—¿Y porqué seguimos aquí?

—Deja de preguntar cosas absurdas— la morena rodó los ojos

—¿Por qué?— la boba sonrisa que traía no se borraba, a pesar de que la chica lo estaba matando con la mirada.

Un golpe en el hombro del chico se hizo presente, y la fuerza de éste causó que Derek llevara una mano a la zona afectada y comenzara a chillar

—Esto duele como el infierno, amor— aquel apodo paralizó un momento a la chica, causando que una extraña corriente cosquilleara en la punta de sus dedos

—No me digas así— frunció el seño, definitivamente la situación se estaba tornando incómoda, quería correr de ahí lo más pronto posible.

Una palabra, una jodida palabra la había hecho un lío de nervios.

—Número 211— una voz se extendió hasta sus oídos. Mara observó el papel que marcaba el número dicho con anterioridad y se dirigió a retirar su comida.

Pidieron de todo, palomitas grandes, tres pares de bebidas, un hot dog, y cinco hamburguesas. Desde que se había implementado la venta y consumo de comida rápida dentro del cine, ellos no la iban a desaprovechar.

—Aleluya— gritó Cassie al divisar que los chicos se acercaban con su comida.

—Los pedidos eran infinitos— exageró Derek mientras tomaba asiento junto a Cassie, y dejando el único asiento libre junto al suyo.
Repartimos la comida a todos justo a tiempo, cuando la película comenzó.
Media hora más tarde todos estaban concentrados en los acontecimientos que sucedían en la pantalla. Todos menos Cassie y Mara, quienes se encontraban jalando el bote de palomitas y riñendo porque ambas aseguraban que era su turno de comer. El pequeño forcejeo se realizaba justo sobre Derek, quien fastidiado intentaba dejar que estirasen el cartón o éste se acabaría romp-

Un grito se escuchó en toda la sala, seguida de un coreado shh. Todo el contenido del recipiente estaba regado por el suelo; y sobre la ropa de Mara.

—Voy al baño— informó poniéndose de pie ignorando el rubor en sus mejillas, antes de que la rubia preguntase si quería compañía, Derek se adelantó

—Voy contigo— impuso con voz grave

—No es necesario

—No te pregunté — no haciendo caso a lo último, Mara tomó su mochila y se dirigió con paso veloz hacia los sanitarios.

Un grito en conjunto diciendo que no hagan cosas sucias por parte de sus amigos y otro coreado shh, por parte de las demás personas, causaron un aumento considerable del rubor en las mejillas de la chica.

Mara era consciente que el chico venía siguiéndola de cerca, su perfume se adentraba en sus fosas nasales y la mareaba levemente. No debió haber jugado de esa manera con Cassie.

—Te espero— murmuró el de ojos pardos. Ella solo asintió y se adentró al baño

Abrió el grifo y dejó que sus manos se empaparan de agua, eliminando así todo rastro de sal. En el espejo frontal podía ver su ceño levemente fruncido. Estaba analizando en demasía las actitudes que está teniendo Derek. Pero no puede evitarlo. Se carcome la cabeza pensando en cada roce que tuvo, cada gesto y cada palabra que salió de sus labios.

Toska.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora