Mara:
Hoy Mara estaba especialmente triste, era uno de esos días. Días en los que tienes el rostro apagado, y las conversaciones cortas; donde hay ojeras y la cabeza revolotea.
Días grises y sin ánimo, o con falta de alegría. Donde las sonrisas salen falsas y la tristeza toma posesión del mando. Un día de esos, pero no por eso es malo.
Porque no es tabú estar triste, puedes estarlo, pero no siempre. El estar triste debería ser expresado, porque marca un estado anímico. Un sentimiento humano, los hace reales, y lo sienten. Estar feliz siempre es idílico y muy falso, nadie es feliz todos los días de su vida. Ni siquiera la persona que dice serlo.
Porque la morena evitaba el contacto visual, y podría incluso decirse que estaba molesta. Pero no, solo estaba en un día gris, podría decirse que luego llegó él y los colores regresaron a ella pintando su día y mejorando su estado.
Pero el estaba distante, y su sonrisa solo hacía crecer el hueco en su estómago. Porque él era la causa de su estado anímico. Y no precisamente él, sino la maraña de pensamientos que él ocasionaba.
Pensar tanto, y a la vez no hablar de ello, hacía que la morena se encerrase en sí misma, y se lastimara imaginando cosas que fueron, o serán imposibles. Piensa mucho, se harta mucho y llora internamente, mucho.
—Deberías volver a casa— sugiere Cassie creyendo fielmente que Mara solo se encontraba con un dolor de cabeza. Pero no la culpen, nadie puede imaginarse la manera en la que se mezclan las emociones en su mente y eso la afecta incluso físicamente, cuan mal estaba eso
—Estoy bien, tenemos pocas horas antes de volver después de todo— intentó justificarse, no quería volver a su casa y encerrarse de nuevo a pensar, no quiere pensar
—Dijiste que no querías hablar del tema— intentó la rubia de nuevo; quería saber lo que sucedió con Derek esa noche, y Mara se había negado a decirle. No quería hablar del tema, la sofocaba recordarlo:
“—¿Es cierto que yo te gusto?— preguntó Derek de golpe, sin trabas. La morena había perdido el habla, abriendo los ojos de forma exagerada, sentía como si su peor pesadilla se estuviese cumpliendo, estaba atrapada y la pregunta que ella se había formulado por meses estaba volviéndose aún más real, siendo indagada por el chico. Los ojos pardos la analizaban impacientes por alguna respuesta de su parte.
Respuesta que obviamente no vino, la menor dirigió rápidamente su vista a sus manos que se movían con rápidas y sin coordinación. Una voz llamándolos la hizo levantarse precipitadamente y huir. Huir de sí misma"—Me preguntó si le gustaba— la cara de su amiga se desencajo por completo, estaba perpleja.
¿Quién no lo estaría? Hace apenas algunos días pudo aceptar que el castaño movía su mundo, y que él fuese consiente de eso y a su vez, se comportara de la forma en que lo hacía era utópico. Y gracioso a la vez, el chico sabe que Mara tiene sentimientos hacia él; e incluso parece que se estuviera burlando de eso, jugando con sus reacciones por cada mínima acción que realizaba.
—¿Q-que?
—No te preocupes, estoy bien. No me importa— suspiró pesadamente y giró para salir del salón —Thiago nos invitó a ir por unos helados, ¿Vienes?— invitó Mara intentando aligerar el ambiente tenso que se generó, odiaba estar en esta situación.
La rubia solo asintió callada y se dirigieron rumbo a la cafetería donde los esperaría el chico de ojos esmeralda.
Una rústica cafetería se hacía visible, y el olor a dulces deleitaba a todos los clientes que ingresaban al lugar. Las blancas paredes estaban sutilmente decoradas por cuadros en tonos pastel y algunas pocas plantas, enfundadas en macetas a juego con el resto de la decoración.
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Toska.
Teen FictionToska. Es un dolor sordo del alma, un anhelo sin nada que nada haya que anhelar, una añoranza enferma, una vaga inquietud, agonía mental, ansias. El deseo por algo. O donde el amor no es correspondido.