-XII-

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Venecia:

Hablar sobre amor es complicado, porque no vale solo sentirlo. Porque sientes y las cosas se mezclan, sientes todo y nada, un huracán y un mar en calma.

E interpretarlo, primero está captar lo que tu propia mente quiere decir y tu cuerpo implora por sanar.
Interpretar cada mínima corriente, cada elevación de tu pulso normal, las mariposas. Las mariposas que se transforman y expanden, las que cosquillean tu vientre y tienen colores.

Interpretar el significado de soñar con letras de músicas que escuchas, e imaginarte que son hechas para él, y que te recuerden a él. Dormir con la mente hecha un caos, porque los hilos se entremezclan y enredan, como audífonos.

Cada detalle y sonrisa suya, que fotografiaste mentalmente para llevarte eso a casa, y probar una pizca de la dulce esperanza. Esperanza, de amar, de que te amen, de soñar un amor creciente, de hoy para la vida.

Llorar de alegría, saber que se siente  bien y no restregarse por despecho; de un dolor agnóstico pero que guarda fidelidad para sí mismo, de la autoestima o parte de ella. Tener la suficiente capacidad de encararte primero a vos, y luego a él.

No hablar y dejar una idea vaga sin completar. No exigir explicaciones y no querer dárselas tú. Porque son más que pronombres y se elevan en un título superior a eso. Donde pasa de ser él, a ser un nombre; en mayúsculas.

Pero luego hay que transmitir, ¿de qué te sirve sentir y entender tus sentimientos, si sólo lo sabes tú? Hay que enfocar todo el revuelo fuera de ti. Liberar el peso extra que te ancla a un mar de quizás y posibles respuestas.

Hablá vos primero, transmití, expresá, superá antes vos y después espera que lo haga él. No esperes ser la última si entiendes lo difícil que es. Ni te quedes ahí estancada, que tenemos tan poca vida.

Toska.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora