Venecia:
Es cuando no te sientes segura y dudas mucho de ti misma.
Cuando la confianza en vos desaparece y aseguras no poder hacer nada, por miedo o por cobardía. Te encierras en un círculo vicioso lleno de inseguridades y malos conceptos; que gira dando vueltas en tu cabeza y no te deja ser.
Es entre lo que quieres y puedes; y lo que crees imposible.
—Tienes que pedir prestado el auto de tu madre— rogué a Mara por décima vez en menos de cinco minutos, necesitaba un medio de transporte urgente
—Puedes pedirle tú— le restó importancia nuevamente, volviendo su atención al libro que tenía entre sus manos; el último examen de el semestre se aproximaba y la morena se había prometido no suspenderla
—Es tu madre Mara— suspiré rodando los ojos
—¿Para qué lo quieres?— elevó la vista mientras fruncía el seño; el malhumor era notable a metros de distancia
—Tengo que recoger a Michi, está en una fiesta— expliqué, la madre de Michelle cree que había quedado a dormir conmigo; o al menos eso fue lo que le dijo la rubia. Tiene algún tipo de don al inventar excusas para salir e involucrarme siempre
—Tiene diecisiete años— la morena parpadeaba rápidamente intentando asimilar la manera en la que nuestra prima menor, pudiese salir cada fin de semana.
Cuándo ambas teníamos diecisiete años, éramos un caos de inseguridades y libros por leer.
—Ella sí es sociable, no como nosotras
—Solamente no es tímida
—Pues si, exactamente— llevé el dedo índice a mis dientes y mordisquee la cutícula sobresaliente, un tic nervioso que arrastro desde la infancia
—Vamos— cedió Mara, para luego ponerse de pie y guiarme hacia la cochera.
—Podemos pasar por Isabela— sugiere la morena abrochándose el cinturón de seguridad con una mano y con la otra sosteniendo su móvil mientras leía los mensajes de texto
—¿Dónde está?— pregunto poniendo el auto en marcha y subiendo el volumen de la radio
—Se supone que tiene una feria o algo en la universidad— Isabela es la prima de Mara, un año menor que nosotras y estudia la carrera de gastronomía; una gran ventaja es que vive justo a lado del hogar de Mara, y es un gran privilegio ser sus conejillas de pruebas cada vez que decide probar una nueva receta.
Luego de unos minutos coreando canciones al azar recordé algo; mejor dicho, a cierto pelirrojo que era acosado por la morena
—¡Vi la foto con Bruno!— exclamé emocionada, el chico estudiaba en el mismo lugar que Isabela, y la morena tenía un crush extraño con él. A pesar de solo haberlo visto en fotografías.
—Era una actividad grupal, y por casualidad le tocó con ella— explicó restando importancia y volviendo su vista al móvil
—Es tu oportunidad de conocerlo— una emoción recorrió por mis venas e hizo idearme un plan de cómo juntar a esos dos; tal vez y de ésta manera Mara logre digerir por un rato a Derek de su sistema
—Ni siquiera tendremos que bajar— rodó los ojos, fastidiada
—Eso piensas, porque justo ahora se me antojó ir a una feria de comidas
—Son las once de la noche
—Nunca es tarde para un buen postre, avisa a Isabela que estaremos allí en quince minutos—apuré regresando mi vista al camino; saqué mi licencia hace algunos días, así que no pienso correr riesgos.
El transcurso fue silencioso para ambas, nuestras cabezas están echas un lío casi diario; los exámenes son tormentosos y a éstos se le suman una gran cantidad de pendientes extraescolares y un montón de cosas por hacer.
Estábamos agotadas, y deseando que comiencen las vacaciones; cosa que a mí tampoco me causaba mucha alegría. El inicio de vacaciones significaba volver a ver a mi padre y hermanos, ya que solo me quedaba con mis tíos por los periodos escolares.
Creo que ya se están hartando un poco de mí; la escuela de arte no me deja tiempo para trabajar y el dinero de la beca tampoco cubre todos los gastos que tiene un estudiante promedio.
Mi vida era un caos, pero me prometí salir adelante y lo estoy intentando hacer.
—Llegamos—anuncié
—Puedes llamar a Michelle; no pienso bajar— Mara hizo una mueca observando todo el panorama, no era muy tarde; pero la cantidad de adolescentes borrachos era idílica
—Es una de esas fiestas de película
—Creo que hasta hay vasos rojos
—Cliché— mencionamos ambas a la vez mientras arrugábamos el seño;
Apresuré a Michelle tocando la bocina de manera desesperada, rogando porque se escuchase a través del sonido espantoso que salía de los parlantes. El lugar parecía un caos, y me llevó a pensar que yo nunca asistí a un lugar de estos -sin contar la primera fiesta a la que fui a una discoteca- nunca fui lo suficientemente sociable como para que me invitaran en alguna fiesta cuando tenía su edad, y creo que no me perdí de mucho; no me emocionaba el hecho de amanecer con una cruda horrible sin recordar con quien me besé en la noche anterior.
No es como si no me hubiese besado con desconocidos; pero prefiero recordarlo.
Michelle salió corriendo del lugar, reacomodaba su ropa de forma rápida antes de ingresar al auto; abrió la puerta de golpe y un saludo agudo y con aroma a alcohol retumbó por todo el vehículo.
—Debería regañarte por comprometerme en cosas así, pero vamos apuradas— mi tono de voz fue tranquilo, pero estaba implícito que tendría una larga charla con Michelle
—A que no saben con quien estuve toda la noche
—Son las once, no creo que haya acabado la noche
—Como sea— hizo un ademán y siguió hablando— con Eduardo— el auto frenó de golpe en medio de la pista vacía; ese nombre era conocido por ambas y no era un chico muy bueno; en especial para la despistada rubia
—¡Me asustaste!— exclamó Mara; volteé a mirarla y su rostro estaba pálido, yo estaba igual, mi respiración era acelerada por el susto; nunca lo vuelvo a hacer. No vuelvo a creer que estoy en algún tipo de película donde reaccionan así; creo que me pasé
El resto del camino ocurrió sin accidentes ni malos ratos; Michelle nos contó todo lo que hizo en la fiesta y soltamos un par de bromas sobre el posible encuentro entre Bruno y Mara.
Mara:
Se encontraba sola frente a las puertas de la gran universidad; Venecia y Michelle habían ido a buscar algún lugar para estacionar. Al principio se negó a quedarse sola; pero solo recibió un montón de regaños acerca de que ya no está en edad de ser tan tímida.
Pero lo es; y en exceso.
Ese motivo la llevó a llenar de mensajes a Isabela donde pedía que vaya a buscarla. Pero sus mensajes no tenían respuestas y mucho menos Venecia hacía acto de presencia. Unos pasos se escucharon y la cabeza de la morena volteó rápidamente rogando porque fuese Isabela. Para su mala suerte una cabellera rojiza, bastante conocida por fotos, hacía aparición.
El rubor se expandió por sus mejillas y abrió los ojos exageradamente; el chico volteó a su dirección y sus miradas se conectaron; mientras los ojos de la morena expresaban pánico, los ojos del chico reflejaban confusión total.
Bruno estaba seguro de nunca haberla visto; y Mara estaba segura que moriría de un infarto.
Lo último que se pudo presenciar fueron los pasos apresurados de Mara; quien había comenzado una carrera ingresando al lugar, dejando a un chico, con el seño levemente fruncido.
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Estoy sin ideas :(
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Toska.
Teen FictionToska. Es un dolor sordo del alma, un anhelo sin nada que nada haya que anhelar, una añoranza enferma, una vaga inquietud, agonía mental, ansias. El deseo por algo. O donde el amor no es correspondido.