Al parecer faltó la profesora de inglés.
Todos gritaron al enterarse.
Incluyendo yo.
Tenemos hora libre.
Llamo a mi amiga.
Ambas nos sentamos sobre uno de los tantos bancos.
Comenzamos a charlar.
Ella habla.
Yo la escucho.
Mi compañero de asiento está justo en el pupítre junto al nuestro.
Está haciendo un dibujo divertido.
Lo observo.
Me río.
Mi amiga me pregunta si la estoy oyendo.
Tiene el ceño fruncido.
Le contesto que sí.
Le resta importancia.
Le digo que mire lo que hizo mi compañero.
Ella lo ve y ríe.
Comenzamos a conversar con él.
Luego de varios minutos salta el tema "atracción".
Mi amiga le pregunta a mi compañero si le gusta alguien.
Él se encoje de hombros y niega con la cabeza.
Ella insiste, y le pregunta si al menos le parece linda una chica del grado.
Contesta que tal vez.
Y señala a una compañera.
Asiento con la cabeza.
Le pregunto a mi amiga que opina ella.
No me importa mucho su respuesta.
Pero sé que quiere que lo pregunte.
Ella me responde que no.
Que todos le parecen feos.
Yo me río.
Sé que mi compañero le parece lindo.
No la comprendo.
Mi amiga le hace unas cuantas preguntas al chico.
No los escucho.
Ni les presto atención.
Mis ojos están clavados en una cabellera dorada que se aproxima a nosotros.
Sonrío.
Él se sienta junto a mi compañero.
Pregunta de que hablamos.
Me mira a mí.
Yo observo a mi amiga, evitando los faroles marrones de él.
Ella le explica.
Y le pregunta que piensa él.
Automáticamente, el chico rubio, se tensa.
Y esta vez si quiero mirarlo.
Pareciera estar pensando una respuesta inteligente.
Dudo que consiga una.
Finalmente dice que tres chicas del curso le parecen lindas.
"¿Quiénes?", cuestiona mi amiga.
Él dice los nombres.
Absorvo la información.
Siento que se paraliza mi corazón.
Pienso.
Dijo el mío.
