Ya no charlo con él.
Ya no sé qué se siente reír a causa suya.
No dejo de releer nuestras antiguas conversaciones.
Estoy acostada en mi cama.
Tapada.
Pensando.
Y revisando el celular.
Ya es de noche.
Ayer fue el cumpleaños del chico de mi grado.
No me invitó.
No me sorprende.
Todo el curso de la tarde fue.
Y también algunos chicos de mi grado.
Fue él.
Fue ella.
La chica que "se corta".
Y ahora estoy entrando al perfil del chico rubio.
Y su estado dice que ella lo ama y es la mejor.
Mi corazón se presiona contra mi pecho.
Eso no me da buena espina.
Él está en línea.
Me habla.
Y yo mantengo la respiración mientras contesto.
Y charlamos un rato.
Y él me pregunta si puede contarme algo.
Y muerdo mi labio al escribir "si".
Él sabe que aún me gusta.
Estoy segura.
Pero sin embargo, al parecer le da igual.
Porque me cuenta que en el cumpleaños jugaron a Verdad o Reto.
Y que se dió más de tres besos con ella.
Y no de esos cortos.
Y el saber eso es como más de tres puñaladas en mi interior.
Y no de esas cortas.
Y las lágrimas comienzan a deslizarse por mis ojos.
Y aprieto fuerte el teléfono.
Y lo mando a la mierda.
Con los ojos rojos.
Y bloqueo la pantalla.
Y meto el móvil en algún rincón de las sábanas.
Y escondo mi rostro en la almohada.
Mientras me lamento silenciosamente.
Ya habrá pasado una hora.
Lloré mucho.
Pero ya estoy tranquila.
Siento mis mejillas húmedas.
No dejo de pensar.
Sus palabras fueron tan hirientes.
Decidí que debo olvidarme de él.
Qué solo es un idiota.
Qué no puede gustarme alguien así.
Y me duermo.
Será un desafío.
