Suelto un largo bufido.
Estoy seria.
La computadora se apoya en mis piernas.
Está caliente.
Voy a buscar un libro duro.
Lo pongo en mis muslos.
Me acomodo.
Ya estoy fría.
Reviso Facebook.
Alguien preguntó en un grupo del curso de que signo del zodiaco somos.
Ruedo los ojos.
Pero respondo en un comentario.
Al segundo responden otros.
Leo sus respuestas.
Una compañera dice que es del mismo signo que yo.
Lo sabía.
Dos nuevos comentarios.
El chico rubio también es de mi signo.
Al igual que mi ex novio.
Muerdo mi labio.
Cierro la red social.
Abro YouTube.
Escucho música.
Pienso.
Estoy en el colegio.
Mi pollera está molestandome.
Dibujo mi nombre.
El chico rubio me llama.
Lo observo.
Me pregunta si puedo verlo.
Se lo muestro.
Dice que dibujo bien.
Sonrío con los labios apretados.
Continuo moviendo el lápiz.
Mi compañero empuja mi codo.
Arruino el dibujo.
Suelto un insulto.
El ríe.
Y se disculpa.
Chasqueo la lengua.
Río levemente.
Sigo.
La chica que estaba con un muy buen amigo terminó con él.
Acaba de decirmelo.
Aprieto mis puños.
La insulto mentalmente.
Él la apreciaba en serio.
Ella no.
Todos se daban cuenta.
Jugó con él.
Ella sólo quería tener un novio.
Muerdo el interior de mi mejilla.
La oigo hablar.
Su forma de modular hace que presione el lápiz en mi pierna.
Me mantengo callada.
Guardo mi opinión.
Pienso en mi muy buen amigo.
Lo imagino triste.
Suspiro.
