Audio.

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Mi amiga llegó a casa hace una hora. 

Estuvimos riendonos un poco.

Ahora, ella está en mi pequeña computadora.

Yo acabo de sacar una foto de nuestras zapatillas.

Mi celular vibra.

Lo tomo entre mis dedos.

Es él.

Hace rato mantemos una conversación en Whatsapp.

Mi amiga se inclina para intentar leer lo que escribo.

Yo la aparto.

Y ella amaga con quitarme el teléfono.

Entonces me bajo de un salto de mi cama.

Y camino hasta el armario.

Abro las puertas.

Y me acurruco allí dentro.

Ella suelta una carcajada.

Puedo ver como su rostro se ilumina por la pantalla de la Notebook.

Le saco una foto sin que se de cuenta.

Y se la envío al chico rubio, junto con un mensaje que dice: "Tengo que escapar de ella, quiere ver todo lo que hablamos. Uff".

Él contesta con una larga fila de "JAJA".

Sonrío. 

Mi amiga me observa cada tanto, aguantando la risa.

Entonces, decidimos ir a ver la tele.

Vamos a la habitación de mis papás.

Ella se acomoda en la cama junto a la computadora.

Y yo comienzo a grabar un video.

Al principio, molesto a mi amiga.

Después, me grabo a mi misma en el reflejo de un espejo.

Y, finalmente, comienzo a andar por toda la casa.

Prometí que haría lo mismo que él.

Y así lo hago.

Al enviar el mensaje, bloqueo la pantalla y voy hasta donde está mi amiga.

Estamos aburridas.

Ahora estoy dudando sobre lo "genial"  que fue la idea de invitarla a dormir.

Suelto un suspiro.

Él me respondió.

Dice que le encanta mi voz.

Sonrío.

Y mi corazón bombea sangre tan rápido que suelto un pequeño chillido de la emoción.

Mi amiga me pregunta si me pasa algo.

Aunque no pareciera prestarme mucha atención.

Yo susurro que sí, y me alejo un poco.

Tecleo una respuesta, diciendo que mi voz no es para nada linda.

Pero él me contradice.

"Vos sos el de la linda voz, acá", tecleo, mientras recuerdo su grave y angelical tono al hablar. Tiemblo de solo recordarlo.

Él contesta que su voz es asquerosa.

Y yo me mantengo firme.

Y le digo que por favor me mande un audio.

Y me sorprende la facilidad con la que lo convencí.

Al cargarse el archivo, lo escucho con ansiedad.

"Ah... em... uh... hola", se escucha.

Y siento como mis pulmones exigen oxígeno.

La dulzura y timidéz que expresa aquella frase, me derrite.

Muerdo mi labio.

Le muestro el audio a mi amiga.

Y ella ríe.

Y me mira extraño.

Y dice que hablo mucho con él.

Y le respondo que sí, que ahora hablamos bastante.

Ella sólo alza sus hombros y prosigue con lo suyo.

Ya es tarde.

Mi amiga se durmió a la 1:30 a.m.

Son las 3:44 a.m.

Yo aún charlo con él.

Es tan entretenido.

No tengo idea de qué hablamos durante tantas horas.

Pero se me cierran los párpados.

Quiero sacarle una foto a mi amiga.

Pero la luz no me lo permite.

Suelto un bufido.

Me cuesta observar la pantalla sin que me ardan los ojos.

Le escribo a él que estoy muy cansada.

Y él me responde que no hay problema.

Le escribo un largo "chau", junto a un corazon.

Y él me devuelve el saludo, pero junto a un "te quiero".

Y siento como todo danza en mi interior al escribir "yo también".

Jamás había hablado tan en serio en toda mi vida.

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