Estamos en el colegio.
Acaricio mi pollera insistentemente.
Y estoy un tanto nerviosa.
Ahora que las chicas saben que me gusta el chico rubio, sé que no se quedarán calladas.
Algo harán.
Pero pienso "él ya lo sabe, no tengo de qué preocuparme".
Y me relajo.
Y suelto una risita.
No hay forma de que algo salga mal.
Es un gran plan.
Esa chica que detesto no tiene forma de arruinarme.
No como la última vez.
Me amenzó muchas veces con contarle al chico que me gustaba lo que sentía.
Pero ahora no tengo miedo.
Me acomodo en mi asiento.
Varias chicas están al rededor del chico rubio.
Incluyendo la chica que no me cae bien y su mejor amiga que es sólo mi amiga.
Él está completamente colorado.
Y se ve muy tierno, en mi opinión.
Es hora del recreo.
Y salgo del aula solitariamente.
Y bajo las escaleras.
Y entro al baño.
Y, de repente, una manada de chicas vienen corriendo y casi que se me tiran encima.
Dicen que él gusta de mí.
Que lo confesó.
Y yo finjo sorpresa.
Porque ya lo sé.
Ellas creen que son lo mejor de lo mejor por su descubrimiento.
Y que debo agradecerles.
Y que sin ellas jamás lo hubiera averiguado.
Y me aprisionan las ganas de matarlas.
Principalmente a la chica que me cae mal.
Porque se cree mucho por lo que acaba de enterarse.
Aunque no es algo que justamente yo no supiera.
Pero sólo sonrío.
Porque siempre me guardé los comentarios negativos.
Y siempre lo haré.
