Capitulo XII

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Capítulo on Fire 🔥 18+ 😉

Terry no podía creer que finalmente Candy se hubiese abierto a él, incluso aunque la tuviese frente a él, temía que pudiese huir en cualquier momento.

Agarró su sudadera y la deslizó lentamente sobre sus hombros, bajo las manos sentía los temblores que recorrían su cuerpo. ¿Sería por nervios o por deseo? Tal vez una mezcla de ambas cosas.

Intentó controlar sus ansias de precipitarse y desnudarse y poseerla con la pasión que había ido aumentando en su interior desde que llegó a Lakewood; el mismo nivel de pasión que había nació aquella mañana cuando despertó con ella entre sus brazos, el día que tomó el vuelo de regreso a New York años atrás.

Ella era como una droga en su organismo, una vez que la había probado, la deseó siempre.

Pero había esperado demasiado tiempo aquel reencuentro, podia controlar su deseo y cubrirla de las caricias que Candy tanto necesitaba, no sería difícil tomarse su tiempo.

Algunas cosas era mejor saborearlas.

Le dirigió una sonrisa de medio lado cuando dejó caer la sudadera al suelo, seguida por su blusa.

El suspiro de que Candy dejó escapar cuando los dedos de él rozaron su pechos, pusieron en peligro el poco auto control que le quedaba a Terry, obligándolo a cerrar los ojos un momento y a tomar aliento antes de volver a abrirlos y disfrutar con la visión de su piel.

—Eres exquisita —murmuró mientras deslizaba las yemas de sus dedos por una vena azul hasta que desapareció bajo el tejido del sujetador.

Agachó la cabeza y recorrió el camino del dedo con la lengua.

El aroma de su piel se impregnó en su nariz y lo instó a respirar profundamente.

Le puso las manos en la cintura, le desabrochó el botón de su pantalón y después le bajó la cremallera, la prenda cayó al suelo y Terry la ayudó mientras ella se lo quitaba al mismo tiempo que los zapatos.

Se tomó unos segundos para contemplar su cuerpo, sus curvas femeninas, relamió sus labios al imaginar los secretos ocultos bajo el encaje blanco de su lencería, la sangre le palpitaba en la ingle y le enviaba un mensaje muy antiguo al cerebro.

Suya, Candy era suya, total y completamente suya.

Estiró los brazos hacia las horquillas de su cabello y sonrió de nuevo cuando la melena cayó libre sobre sus hombros.

Candy dio un paso hacia al frente, estaba tan cerca que Terry podía sentir el calor a través de la barrera de su camisa.

Ella puso las manos en la ropa de él, pero le temblaban tanto que apenas pudo desabrocharle los botones de la camisa.

Él le agarró las manos y tiró de la camisa hasta que los botones volaron por el aire.

En un movimiento rápido, Terry se liberó de los zapatos, se quito el cinturón y bajó sus pantalones.

Por un instante se detuvo, renuente a dejar que Candy viera sus cicatrices, a que las tocara, pero entonces ella le puso una mano en el boxer y la otra en el cuello para besarlo, derrumbando la última barrera de inseguridad la cual desapareció de la mente de Terry.

Terry devoró sus labios con un beso que estuvo a punto de hacerle perder el control allí mismo, cuando Candy deslizó las yemas de los dedos por encima de su boxer, Terry no pudo evitar gemir y hundir las manos en su cabello para darle pleno acceso a su boca, a su rostro, a su cuello, él la llevó hacia la cama, se acostó sobre ella y el contacto con su piel fue una sensación que había subestimado por completo.

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