Capitulo IX

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Desde hacia tres días, había llegado junto a su hermano a Lakewood y se le hizo raro no ver movimientos en el Hotel White, como si la suerte estuviera de su lado, su hermano se encontró en un club nocturno, con uno de las empleadas de aquel lugar; después de una copas encima, Judy soltó toda la información que necesitaban.

Ellos no eran tontos y antes de hacer cualquier movimiento, comenzaron a investigar para comprobar que la información recibida era verás.

Después de dos días de vigilancia comprobaron que todo era cierto y que el actor mas cotizado de Broadway se encontraba hospedado junto a su terapeuta en el Hotel White.

Sacó unas cuantas fotografías, sonrió de manera satisfecha, cuando conectó su cámara a su ordenador y puso manos a la obra.

Llamó a su amiga periodista, a aquella que en el pasado le había ayudado con las notas escandalosas que acabaron con la reputación de Candice White Ardley  en segmento de sociales.

—Hola Luisa, cuanto tiempo sin saber de ti ¿Como has estado?

—Hola, lo mismo digo —fue la breve respuesta de Luisa.

—¿Como va todo en tu trabajo?

—La verdad un poco estresante; ¿Puedes creer que mi jefe se le ocurrió la fascinante idea que me lance a la búsqueda del escurridizo actor de Broadway Terruce Graham? Al parecer al viejo le llegó el rumor de uno de los colegas de New York que el escurridizo niño se encuentra en algún lugar de Chicago, al fascinante de mi jefe se le ocurrió asignarme esa tarea y tengo tres agotados días buscando en cada maldito Hotel de Chicago sin encontrar un solo rastro, ni una sola pista siquiera  sobre el muy desgraciado ese —¡Arg! La verdad eso está comenzando a desesperarme, soy periodista no el maldito Google en donde puedes escribir lo que necesitas encontrar y por arte de magia ¡sas! Aparece en la pantalla de tu ordenador todo lo que necesitas saber.

Luisa escuchó la,risa de su amiga y eso le bastó para saber que tenia información exclusiva para ella.

—Dime, cual es la razón de tu llamada, en verdad dudo que lo hayas porque me extrañas, apenas no vimos hace un par de días —rio con burla.

—Luisa, ¿Que haría se te digo que tengo la información que necesitas?

La mandíbula de la periodista cayó al suelo —¡no! ¿Cómo?

—Te daré su ubicación con una condición.

—Pídeme lo  que quieras.

—Esa es música para mis oídos  —rió ruidosamente —la exclusiva sobre el actor será tuya, pero necesito que muevas tus hilos para que tu amiga Sandra Morris le dé casería a Candice y acabe con ella.

Luisa rió —Eso será muy fácil, pero que tiene que ver Candice con el paradero de Terruce Graham?

—Más de lo que te imaginas —dijo sonriendo.

—No me digas que el niño prodigio de Broadway está en...

—¡Si! Está donde te lo estas imaginando, revisa ahora mismo tu correo electrónico, te acabo de enviar pruebas de lo que te estoy diciendo.

—¡Oh My God! —Luisa se llevó ambas manos a boca —Gracias Elisa te debo una.

—Me daré por bien pagada si tu amiga hace bien su trabajo, ya sabes —rió —la misma dosis de hace algunos años, y recuerda Niel y yo no tenemos nada que ver con esto ¡eh!.

—Esta bien, se hará lo pides, ya sabes, cuentas con mi discreción.

—Eso espero Luisa, no me falles, porque si lo haces no solo mi cabeza rodará sino la de toda mi familia y de paso la tuya.

Milagro de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora