Tyler.
Y allí supe que estaba enamorado. Con un solo beso me habías dejado babeando como idiota a tus pies, a tal punto que en mi cabeza solo estabas tú. Acababa de conocerte y ya creía estar loco. Estaba loco, sentía infinidad de cosas por ti, y eso que aún no sabía la mitad de cosas que sé ahora. Cuando aceptaste salir conmigo, Naomi, juro que fue el día más feliz de mi vida. Luego llegó Giselle y nos miró como si estuviera informada de un mal chiste que yo no sabía. Aún puedo recordar esa vez que me acosté con Gi y con otra chica más, una amiga de ella, de la cual había olvidado el nombre hacia mucho ya. Estábamos acostumbrados a todo aquello, yo lo estaba. Pero llegaste, y me demostraste que no necesitaba más que a una persona para ser completamente feliz.
Y esa persona eras tú.
Pasaron unos segundos del beso con Gi cuando negué con la cabeza y tomé sus caderas entre mis manos, tirando de ella hacia atrás, alejándola de mí.
—Gi... acabas de arruinar todo con Naomi —le dije yo mordiendo mi labio con suavidad.
Ella me miró como si me creyera loco (como he dicho antes, lo estaba) y apartó un mechón de cabello de mi rostro. Me miró impasible, como si no supiera qué decirme. Sonrió con levedad, aunque la felicidad no llegaba a sus ojos. Suspiró, apoyó su frente contra la mía y ambos cerramos los ojos, sus cabellos rubios me rozaban el cuello.
Nos conocíamos desde hacía años, desde primero de secundaria, y teníamos la misma confianza el uno en el otro como hermanos. Bueno, hermanos que solían follarse todo el día. Solía sentir que con ella todo valía. Que si estaba con quien sea podía acostarme con ella, pues no era algo que involucrara un sentimiento que no fuera amistad.
—Así que ella te gusta. Ty, ten mucho cuidado —apoyó sus manos sobre mis cabellos, abrí los ojos y la descubrí mirándome.
Me acarició la nuca mientras seguía analizándome. La miré confundido pero asocié ese comentario a el amor fraternal que solemos tenernos. Y aún así, yo seguía pensando en ti sin cesar. Literalmente, imaginaba tus ojos claros, color caramelo, y no podía dejar de pensar en ellos. Me nublaban la vista.
—Sí... sí, claro, lo tendré. De todas formas... creo que ella también siente algo por mí —dije en voz baja acercándome a la chica, mirando hacia ambos lados para asegurarme de que nadie podía oírme.
Aquel era mi pequeño secreto, nuestro secreto. Los besos en el baño, tu dulce mirada y la forma en la que habías logrado calentarme con solo sentarte sobre mí. Mierda. Realmente me encantabas. Y sigues encantándome. Solo debes despertar, perdonarme y volver a mirarme.
—Ya —Gi dio un par de pasos hacia atrás y negó con la cabeza de un lado hacia otro, sonriendo con suavidad, con compresión, como si supiera exactamente qué me sucedía. Cómo si pudiera entender cuáles eran mis sentimientos hacia ti. Qué ingenuo era. Lo que yo siento por ti no se puede comparar con nada que nadie haya sentido antes. Y es que con solo tomarte la mano me realizo, una sonrisa se aparecía en mis labios, pues, si estás aquí, no necesito absolutamente nada más. Nada ni nadie además de ti—. Ve entonces con ella, no vaya a ser que haya cancelado esa cita por nuestro beso.
Observé a Giselle darse la vuelta y a sus cabellos claros saliendo de la cocina. Me senté sobre la mesada, con la vista fija en alguna pared blanca, suspirando suavemente.
No lo entendía. Yo no entendía qué era esto que me estaba sucediendo.
Estar cerca tuyo era totalmente extraño, pero de a poco empecé a transformar esa extrañeza en una necesidad. Te necesitaba. Necesitaba que me besaras, que me tocaras, que tomaras mi mano. Necesitaba que me miraras, que sonrieras, que suspiraras y rodaras los ojos. Que me molestaras, me besaras y me hicieras subir al cielo. El cielo. No he regresado allí desde que te fuiste y no sé de qué forma volver.
—¿Vienes a ver el partido, Tyler? —preguntó mi hermano, abriendo el refri para tomar un par de cervezas entre sus manos.
Me ponía muy nervioso el hecho de que tomara tanto. Él solía odiar el alcohol, pero, desde lo de nuestra madre, cada vez tomaba más y más. Es horrible, Naomi, no te das una idea de lo feo que es ver cómo alguien empieza a apagarse de a poco, rompiendo cada parte de él.
—¿Ir a ver como tú y otros tarados de la uni se emborrachan hasta quedar inconscientes? —pausa—. Paso —dije de forma despectiva.
Me acerqué a él y le quité dos o tres latas de cerveza de las manos. Para colmo, Evan no duraba mucho sin emborracharse. Incluso era capaz de embriagarse con algunas latas de cerveza. No aguantaba nada.
—Te informo que la nueva está invitada —me dijo él.
Me sorprendió, Naomi, el hecho de que te quiera allí luego de lo que habías dicho sobre nuestra madre. Eso me había demostrado que él también podía ser una posible amenaza a la hora de conseguirte. Pero no pelearía con mi hermano por una chica.
Una risa ronca se escapó de mis labios mientras negaba con la cabeza, suspirando.
—Naomi odia esas cosas, si te ha dicho que irá, seguro es porque quería quitarte de encima —estaba casi seguro de lo que decía, aunque...
¿Quién sabe? Solo no parecías alguien amante del fútbol.
—En realidad, Valerie dijo que la convencería de ir —sonrió y me quitó las latas de las manos. Solté un gruñido mientras asentía.
—Bien, supongo que iré —dije encogiéndome de hombros como si el hecho de que tú asistieras no me importara en lo más mínimo. Pero no era verdad.
Si asistía a ver aquel horrible y estúpido espectáculo era porque quería una excusa para verte. Y, además, necesitaba hablar contigo y confirmar la cita del día siguiente.
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La Mujer De Mi Vida [COMPLETA]
RomanceLa relación de Tyler Fletcher tiene sus altibajos: apuestas, declaraciones fallidas y discusiones, muchas discusiones. Pero todo cambia cuando un accidente automovilístico deja en coma a Naomi Ríos, su amada, resultado de un terrible enfrentamiento...