Capítulo 41.

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Tyler Fletcher continúa con sus constantes visitas. Cada día, a las seis de la tarde, se puede presenciar su vehículo en el enorme estacionamiento del hospital, con algún regalo que ofrecer a su amada. De a poco, se lo nota menos apresurado, y es que ha comprendido que la vida sigue. El hecho de que su chica de encuentre en el hospital no debe limitar su vida. No es un pecado que pueda continuar con sus quehaceres antes que ir a la buena de Dios. Es un signo de lealtad que continúe con su asistencia perfecta cada miércoles de la semana. Siempre muestra la misma sonrisa de esperanza, como si estuviera seguro de que sus esfuerzos algún día darían resultado.

Los señores Ríos, Mario y Celia, se encuentran, a diferencia de Tyler, cada vez más desganados. No se alimentan, no duermen. Ambos han encontrado un refugio en el otro, alguien que entiende su dolor. En momentos de crisis, después de todo, no hay nada mejor que una caricia al alma, con quien realmente comprende sus sentimientos.

Los doctores murmuran a sus espaldas. Cada uno de ellos les ha recomendado dormir más, que la falta de sueño podría enfermarlos, y que habían bajado evidentemente de peso desde la primera vez que llegaron al hospital, gritando a todo volumen por una muchacha que aparecía en las noticias, de la cual no se sabía nada más que el nombre. Se les recomendó ayuda psicológica, pero ellos se negaron. Creen firmemente que la única solución a su agonía es el regreso de su hija, pero todos allí saben que era poco probable. Era por eso, que de vez en cuando soltaban alguna mentirilla. Que había una ligera variante en las pulsaciones de Naomi Ríos, que era cuestión de tiempo hasta que despertara. De esa forma, ellos debían mantenerse sanos para cuando su preciada hija regresara a la conciencia.

Los días pasan, y con ellos, la posibilidad de que Naomi Ríos despierte. Los doctores saben que su deber consiste en ser honestos y hacer todo lo posible por que la joven de 20 años despierte. Habían curado ya cada parte de su cuerpo, pero faltaba unir su cerebro con los demás órganos. La muchacha no responde a los estímulos, y su piel se ve pálida, a pesar de las donaciones de sangre que recibió luego del accidente.

Todos dan la batalla por perdida, y de a poco sus padres ceden, empiezan a aceptar la idea de que su hija ya no regresará.

La señora Ríos ingresa cada día a la habitación y habla. Habla como si no hubiera un mañana, comenta sobre su día, llora de vez en cuando. Nunca suelta la mano de su hija. Las lágrimas se escurren por sus mejillas, pero mantiene su voz tranquila, para no preocuparla. Le pide cada día que despierte, que permanezca a su lado. Besa cada uno de sus nudillos, acaricia sus mejillas y luego regresa a la charla. Habla sola. Pregunta ironías y las responde sola, enloquece de a poco. Se ríe de sí misma, derrotada. Sabe que no lo resistirá sola cuando su hija se vaya. "No hay peor dolor que una madre que pierde a su hija." Repite esas palabras una y otra vez, amenazante. Mira a Tyler Fletcher llegar y se lo permite, a pesar de saber que está involucrado con el accidente, de a poco confía en cualquier oportunidad de que su hija reaccione. Y confía en las buenas intenciones del chico, que visita a su hija sin falta cada semana y habla horas solo, al igual que ella.

Por otro lado, el señor Ríos se mantiene distante. Ingresa en la silenciosa habitación y se sienta sobre el sofá al lado de su hija. A diferencia de su ex mujer, no habla. Sostiene la mano de su hija e intenta mantener la respiración calmada. Tararea alguna melodía que solía cantar a Naomi cuando apenas era una niña y ella se sentía mal. No sonríe, su sonrisa se la llevó el tiempo y las circunstancias. "Todos tienen su tiempo en esta tierra —las palabras se repiten en su mente de vez en cuando—, pero ella merecía más, mucho más". Durante su estadía, observa cada una de las facciones de su hija y las compara con la última vez que la vio, antes de ingresar en esa desgraciada universidad. Cierra los ojos otra vez y mantiene su dolor oculto. No llora con Celia Ríos, simula ser fuerte, pero con su hija suelta todo. Llora como un niño perdido, pero frena en el tiempo indicado, para que su anterior compañera de vida no crea que él no tiene esperanzas. Está destruido, y no siente tener más salvación que ver a su hija abrir los ojos. Observa a Tyler Fletcher llegar y su boca forma una fina línea. Sabe que el chico lo también está pasándolo increíblemente mal, pero no se atreve a hablar con él. Prefiere mirarlo con un rostro de desaprobación y mientras tanto, esperar a que ayude a la pronta recuperación de su hija.

La Mujer De Mi Vida [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora