Capítulo 43.

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[Video: Cómo Mirarte, versión cover de shabby Sanchez. Se recomienda para seguir con la lectura.]

Naomi.

Cinco meses más tarde.

Reviso mi celular una vez más. Enciendo la pantalla, pero no tengo notificación nueva. Dejo el celular de lado y me dispongo a seguir durmiendo.

—¿¡Qué haces todavía acostada?! —grita mi madre—. ¡Es tu cumpleaños, es día de celebración!

Ahogó un gruñido y tapo mi rostro con la almohada.

—Vamos, vamos, arriba, eres la homenajeada hoy, ponle garra.

Bufo a la vez que me siento sobre la cama y observo en silencio la habitación de niña que se extiende ante mí. Veintiún años y todavía tengo las paredes rosadas y la casita de muñeca a un lado. Se puede decir que no he avanzado absolutamente nada. Muerdo mi labio y paso una mano por mi rostro, quitando todo rastro de babeo de la noche, y alguna lagaña que se pudo acumular durante mi sueño. Oigo la vibración de mi celular y me estiro a toda velocidad a tomarlo, pero la excitación se esfuma cuando veo que no es nada más que un mensaje de Natalia, una amiga de mi madre a quien yo llamaba "tía" de niña. Cuando estás a punto de morir, resulta que te vuelves importante para todo el mundo, incluso para aquellos que hace años no te veían. Respondo unos agradecimientos y luego me levanto de la cama, sosteniéndome por un andador que me han permitido usar solo durante un par de meses, para que no se transforme en una costumbre. Es una seguridad adicional desde que me quitaron la cómoda silla de ruedas. De a poco tengo que mantener el equilibrio por mí misma, pero este aparato parece ser productivo para mi pronta recuperación.

Muy en contra de mi voluntad, tomo la ropa que mi madre dejó en la punta de mi cama y me introduzco en el baño para darme una ducha. Las paredes son estrechas, lo que me otorga más estabilidad en el baño, aunque el piso mojado... es un riesgo que corro cada día. Apoyo mi atuendo sobre el andador, tirando mi pijama y el resto de la ropa interior al piso. Me estiro para encender el agua caliente y me posiciono debajo de la ducha. El agua golpea mis músculos y mi cabeza. Me gusta la ducha, sirve para aclarar mis ideas, pero en este momento, lo que menos necesito es pensar. No quería una fiesta de cumpleaños en este estado. Desde hace mucho que no reconozco mi reflejo frente al espejo. Con el tiempo, aprendí a aceptarlo, pero no lo suficiente, porque aún sigo siendo una desconocida. No soy yo. Tengo cicatrices que no se pueden ocultar y verlas mientras me baño es una tortura silenciosa.

Me mantengo en silencio, atenta a oír alguna notificación de mi celular, que he dejado sobre la tapa del retrete. No sé por qué espero algo que no llegará. Extraño tanto a Tyler. Desde que salí de ese horrible hospital, despierto cada día preguntándome si ese sería el día en el que él se atreviera a acercarse a mi casa. Cuatro meses después, puedo decir que no ha sucedido. Y creía que hoy, en mi cumpleaños, me sorprendería. Tonta Naomi. Conociendo a Tyler, lo más probable es que ya estuviera con alguna otra chica a quien amaría tanto como decía amarme a mí, quizás más. Podría hablarle yo, pero tampoco tengo las agallas para pedirle disculpas y admitir que me gustaría hablar con él. Me engañó con una persona que en ese momento era especial, sí, pero eso parece un error cometido en otra vida, ahora solo quiero avanzar. Y no puedo hacerlo sin hablar con ese chico que marcó mi corazón incluso después del coma, lo que se sintió como la muerte. Amor después de la muerte. Suena más romántico de lo que es. Me higienizo lo suficiente y luego salgo de la ducha, cubriendo mi cuerpo con una toalla. Ninguna notificación, solo sonidos de una puerta que se abre y deja pasar a los invitados. Y yo recién saliendo de la ducha, bien hecho.

Me seco del todo para luego lucir un nuevo par de jeans azules y una camiseta negra que me llega hasta los muslos. Sonrío, mi mamá tomó una buena decisión con este atuendo. Me miro al espejo y aplico un poco de delineador y rubor sobre mis mejillas. Doy por finalizado el toque con un lápiz labial rojo intenso. Salgo del baño ya luciendo un poco más confiada y me escabullo a través de las puertas, con mi andador y el pijama en mano, para introducirme en mi habitación. Un par de zapatillas es lo único que me falta para acabar de completar mi bonito conjunto de ropa. Aunque un poco de perfume no me vendría mal...

La Mujer De Mi Vida [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora