Naomi.
— ¡MIERDA! —grité con toda mi voz mientras me tapaba los ojos con las manos y apartaba la vista de allí.
Me di la vuelta para no ver absolutamente nada más.
—¿Qué haces, Tyler? —la voz agitada de Giselle llegó a mis oídos y cerré los ojos otra vez para soltar un suspiro de cansancio.
Por lo poco que había visto, tenía mucho menos busto del que demostraba en realidad. Y ese chico, al que había reconocido de verlo vagando por la fraternidad, no era para nada suave con sus movimientos. Mierda. Mierda, Tyler acababa de dejarme un puto trauma para toda la vida.
—Es que Naomi quería saber de dónde provenían los ruidos y no sabía cómo explicárselo.
Vaya. Acababa de ver a Giselle desnuda.
—¿Y decides interrumpir nuestro sexo? ¿Eres tarado? Vete, distraes a mi perra —dijo el chico.
Y, seguido de ello, un ruido de un golpe seco. ¿Una nalgada podía ser tan fuerte? Fruncí el ceño, aún sin mirar hacia dentro de la habitación. Un silencio incómodo se reprodujo en el lugar y yo no sabía qué decir.
¿Acababa de llamar a Giselle "perra"? Qué cretino.
—Dime que no has dicho lo que acabo de oír —saltó la voz de Tyler luego de unos segundos.
Otra vez el incómodo silencio. Yo no planeaba ir a ver la reacción de Tyler y mucho menos al amiguito de ese tonto. Pasos alejándose de mí... Tyler entrando en la habitación.
Y de pronto, un ruido.
Un golpe. Un alarido. Dos gritos. Tres gritos.
—¡Para Tyler! —una voz.
Giselle. Ya me daba igual ver ese puto miembro. De todas formas, tampoco es que fuera tan grande. Y tampoco es que fuera el primero que veía. Me di la vuelta y me encontré a Tyler sobre la cama, moliendo a golpes al chico. O no. Ambos estaban moliéndose a golpes entre sí. Solté un gruñido e intenté separarlos, tomando a Tyler por detrás.
—¡BASTA! —grité yo finalmente, y ambos, el desconocido y el defensor, se voltearon a ver mi rostro.
Suspiré frustrada mientras rodaba los ojos e intentaba alejar a Tyler lo más rápido posible, internando no mirar hacia Giselle, o hacia las múltiples marcas en su cuello. O hacia sus ojos cristalinos. Intenté no mirarla, pero no lo logré.
—Giselle, cámbiate ahora, te vienes conmigo y con Naomi —dijo Tyler en forma autoritaria.
La chica que antes me parecía muy cool pero ahora muy indefensa asintió suavemente en silencio y negó con la cabeza, mientras bajaba la vista hacia el piso para agarrar su ropa y ponérsela en unos segundos.
—Sí, vete, solo traes problemas con ese enamoramiento que tienes con Tyler. Se nota que lo sigues como un perrito faldero —el moreno con sangre en el labio y ojos intensamente claros miró hacia Giselle y luego a Tyler—. Dile. Dile que él te gusta, seguro ya se dio cuenta, de todas formas.
—Cállate, tarado —dijo Giselle con la voz quebrada.
Salió primera de aquella varonil habitación y detrás de ella salimos Tyler y yo. Suspiré suavemente mientras mordía mi labio con demasiada fuerza. Este lugar no parecía tan malo hacía unas horas cuando me quedaba dormida en brazos de este chico.
Tyler no decía nada.
Yo tampoco.
Giselle no podía ni siquiera levantar la cabeza.
Yo me rascaba la nuca, nerviosa.
—Vamos a llevar a Naomi a su habitación otra vez y tú y yo vamos a hablar, ¿sí? —le dijo a Giselle.
La miraba como si fuera su hermanita menor, pero era evidente que solo él sentía esa clase de afecto hacia ella. Giselle lo miraba de otra manera, con sus ojos oscuros que eran capaces de iluminar toda la habitación y esa mirada de pequeña perdida que se adueñaba de ella cuando Tyler le decía algo que no era de su agrado. El chico tenía razón. A Giselle le gustaba Tyler. Mierda, le encantaba.
Suspiré algo nerviosa y seguí caminando hablando de trivialidades con el chico. Así fue todo el paseo por el pasillo, hasta llegar a mi habitación. Giselle debería quedarse conmigo, no irse con él. ¿Y si él también le secaba el cabello a ella?
—Giselle, búscate algo de ropa, dormirás conmigo —dijo de forma dominante y cuando la muchacha entró, yo me quedé en silencio, casi sintiéndome traicionada. Qué tonta era. Si él ni siquiera me gustaba. Solo estaba con él a causa de una maldita apuesta—. Siento que haya interrumpido así el momento. No esperaba encontrarme a Gi, pero cuando sucedió, y lo que dijo sobre ella... no puedo dejarlo así. Ella no puede ir por la vida permitiendo que le digan cosas como esas.
Negó con la cabeza y yo sonreí con suavidad. Di un paso hacia él y pasé mis manos por sus hombros. Suspiré suavemente, mientras mi frente se rozaba contra la de él a causa de mis puntas de pie.
—No debes disculparte. Ahora sé que no hay fantasmas —dije sonriendo mientras unía nuestros labios en un dulce beso. Él me tomó de las caderas y me acercó aún más hacia él.
Entonces, una idea horrible me asaltó. Si Giselle sentía cosas por Tyler, significaba que no estaba de acuerdo con que estuviera con él. ¿Y si le contaba lo de la apuesta? No, no lo haría... ¿o si? ¿Era capaz?
—Iré a decirle algo a Giselle —me metí dentro de mi habitación cerrando la puerta detrás de mí. Ahora sí miré a la chica como si hubiera enloquecido y estuviera a punto de explotar.
La rubia me observó frunciendo el ceño y rodó los ojos levemente, estos estaban rojos y tristes, lo suficientemente mal como para hacerme sentir culpable por lo que le diría.
—Yo... eh... ¿No irás a contarle nada, no? —murmuré tragando saliva.
Ella sonrió y negó con la cabeza de un lado hacia otro.
—Eres mi amiga. Sé que te pasan cosas con él y tú sabes que a mí me pasan cosas con él. Pero a mí no me quiere. Y a ti sí. Así que... yo que tú, mandaría a la mierda la apuesta y saldría con él —luego de besar mis mejillas, tomó entre sus manos la ropa que tenía para llevarse y salió de la habitación.
Me quedé plasmada por su respuesta. Lo siguiente que oí fue la puerta cerrándose y pasos alejándose de aquí.
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La Mujer De Mi Vida [COMPLETA]
RomanceLa relación de Tyler Fletcher tiene sus altibajos: apuestas, declaraciones fallidas y discusiones, muchas discusiones. Pero todo cambia cuando un accidente automovilístico deja en coma a Naomi Ríos, su amada, resultado de un terrible enfrentamiento...