Capítulo 24.

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Naomi.

Estaba besándose con esa Jenna en mis narices. Aparté la mirada y me esforcé por mirar hacia otro lado, aunque era muy difícil evitar el malestar que me estaba causado toda la escena. Un deja-vú apareció en mis recuerdos, muchas fiestas con Joseph me habían causado tanto sentimiento de dolor y de nauseas, esta vez el sentimiento era bastante parecido, tanto que no podía parar de pensar en cómo las situaciones de la vida nos conducen al mismo lugar una y otra vez, obligándonos a afrontar situaciones parecidas, para convencernos a nosotros mismos de que, más adelante, cuando las cosas se pongan aún peor, vamos a poder resistirlo.

Jennifer era una chica bonita.

Era una perra, claro estaba, aunque hasta ahora no había logrado darme cuenta. Sus cabellos eran oscuros, cortos, más o menos hasta la nuca. Tenía un aspecto despreocupado y divertido plasmado la mayoría del tiempo en su rostro, sus ojos eran marrones, nada interesante. No era una chica inteligente, ni siquiera debería preocuparme por ella.

Pero estaba besándose con Tyler. Y no es que fuera un beso corto, o sencillo. Ella estaba en su regazo y hasta juraba poder ver sus lenguas jugueteando en la boca de alguno de los dos. Seguro luego de esto se follaban en la habitación de alguno de los dos y todo se ponía mejor.

—¿Puedo sumarme? —Lucas, ese chico que le había faltado el respeto a Giselle, llamó la atención de varios de los presentes.

O de todos menos de ellos dos, quienes estaban a punto de follarse delante mío. Quizás ni siquiera llegaban a la habitación.

Un escalofrío me recorrió luego de esos pensamientos y me limité a mirar hacia otro lugar, hacia Lucas, que, luego del consentimiento de la mayoría de allí, se sentó a mi lado, sonriente. Me esforcé por no llevar mi vista hacia esos dos. Después de todo, parecía que a mi mente le encantaba torturarme. Ya no los veía, pero la imagen de lo poco que había visto no se salía de mi cabeza.

—Qué extraño, si yo fuera Tyler, nunca habría besado a esa chica pudiendo besarte a ti —dijo Lucas, estirando su mano para tocar la mía.

Todos mis sentidos se pusieron en alerta. Me veía tan patética que el más bastardo del grupo me estaba intentando halagar. Mire a los ojos de Lucas y una imagen se pasó por mi cabeza. Otra vez, Jenna y Tyler. "Dos podían jugar a ese estúpido juego, TyTy" pensé yo, mientras le sonreía de forma sexy a Lucas y movía mi cabello de lado, permitiéndome dejar a la vista mi cuello. Él miró hacia este y alzó una ceja. Me ofreció un trago de aquel líquido azul que estaba bebiendo y yo, con algo de desconfianza, lo llevé a mis labios. Ahora sí que sentía la vista de Tyler sobre mí, se notaba que el beso no había durado mucho, aunque para mí había sido toda una vida.

Ya iba por el séptimo vaso. Una sonrisa de tarada estaba formada en mi rostro y yo observaba la hipnótica forma en la que las luces se tambaleaban de un lado hacia otro, siguiendo el suave vaivén con mi cabeza. Mi mano estaba entrelazada con la del chico que estaba próximo a mí, no sabía en qué momento había sucedido, pero debía admitir que, luego del cuarto vaso de ese líquido extraño, ya no podía recordar la razón por la cual creía que él no era conveniente para mí.

Tyler me miraba mucho y yo había visto haciéndolo un par de veces. Incluso una vez le había sacado la lengua en señal de burla, cuando alzó las cejas al verme tomada de la mano con el más engreído del grupo.

—Lucas —dijo el chico que decía llamarse Hugo. Este vestía una camiseta pegada al cuerpo y se veía bastante sexy, aunque no era como Tyler, el cuerpo de él era mejor. Hugo era rubio, aunque tenía un aire extraño, algo que no me gustaba del todo—. ¿Verdad o reto?

—Reto —respondió este con una sonrisa cautivadora y galana en el rostro, como si fuera evidente que pediría aquello.

—Te reto a pasar siete minutos en el cielo con Naomi —dijo este divertido.

Un suave: "Uh", casi como un coro de todos los presentes, sonó en la habitación, acallando las voces y música de la fiesta.

—¿Qué? Claro que no. Naomi está ebria, no puede llevársela a la habitación —dijo Tyler, molesto.

La cabeza de Giselle iba y venía entre él y yo, alternándose, como si fuera un lindo espectáculo por el que ni siquiera había pagado. Y a mí me molestaba que Tyler me dijera lo que podía o no hacer.

—Yo no estoooy ebriiia...—dije, arrastrando las palabras suavemente, mientras negaba de un lado hacia otro de la habitación.

Me levanté de mi lugar y miré hacia Lucas, que no podía dar crédito a sus ojos. Chúpate esta, Tyler, pensé en mi cabeza mientras el chico me tomaba de la cintura para evitar que cayera por las escaleras. Subí de forma dificultosa, sintiendo la mirada de todos sobre mí. Antes de entrar a la habitación, fijé mi vista sobre Tyler, y me metí detrás de Lucas.

—No creí que fueras a hacer eso, sobre todo luego de que... ya sabes, el acontecimiento con Giselle —él se encogió de hombros, lo que había sucedido con mi compañera no era algo que me pareciera grave en este momento, por lo tanto, negué con la cabeza.

—Tyler es un exagerado. Y yo me dejé llevar... —lo miré. Él estaba observándome cuál carnada que quería utilizar. Cada vello de mi piel se erizó ante su imponente mirada. Dio un par de pasos hacia mí y se me situó en frente. Apoyé ambas manos sobre su nuca, permitiéndole acercarse, agradecí estar agarrada a él, pues sino, ya habría caído. Me encontraba débil—. Vale, quizás Tyler tenía razón, sí estoy un poco ebria.

—Eso ya lo sé, princesa —me tomó de las caderas y, antes de que fuera capaz de frenarlo, caí sobre la cama.

Intenté gritar, pero él me tapó la boca con una media. Dios. Qué asco.

Ahora sí que tenía pánico. A la mierda el dejarme llevar, el tolerar todo, el divertirme. La última persona que había hecho algo así había sido un amigo de Joseph, un chico del que en este momento, no lograba recordar el nombre. Intenté hablar, pero era inútil, el canalla inmovilizó mis brazos por sobre mi cabeza, sujetándome con una sola mano y él empezó a levantar mi remera.

Las lágrimas caían en mis mejillas y sentí cómo se sentaba en mi regazo.

—No debes temerme, ¿sí? He hecho esto con algunas chicas y... no lo han pasado mal —su voz de repente sonaba ronca. Sexy. Estaba muy ebria, tan ebria que veía todo borroso. Asentí con levedad—. ¿Estás bien? —preguntó Lucas.

Yo otra vez asentí, me sentía débil, pero de vez en cuando era lindo no ser quien tuviera que decidir algo con respecto a la situación, ya que no veía una salida posible. Metió la cabeza en la curvatura de mi cuello y empezó a besarlo. Jadeos instantáneos salieron por mis labios. Seguía llorando, aunque tenía razón, no estaba haciendo nada malo aún.

Luego se empezó a propasar. No era la primera vez que me sucedía esto, me repetí. Saldría bien de esto, volví a decirme. Deja de actuar como Christian Grey. Quise decirle, pero era diferente. Él no me estaba maltratando.

Y de repente, entre todo el alcohol que había bebido, empecé a quedarme completamente dormida.

La Mujer De Mi Vida [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora