Capítulo 22.

9 3 0
                                    

Naomi.

Ella estaba en mi habitación. Y yo estaba intentando aprovecharla al cien por ciento. Después de todo, no todos los días tenía a mi madre junto a mí y quería aprovechar el día al máximo.

—¡Te ves tan hermosa! —besó mis mejillas repetidas veces y yo pasé mis brazos por su cuerpo para inhalar su dulce olor. La había extrañado tanto, aunque después de un par de besos en mis mejillas de más, apoyé mis manos sobre sus hombros y la aparté suavemente—. Y tan grande... aunque te noto... diferente.

Dijo ella finalmente, mientras sonreía con suavidad, alzando una ceja. Ella siempre había sido alguien en quien podía confiar plenamente, mi guía y confidente en las decisiones más difíciles de mi vida.

—Tú pareces más joven. Y más delgada —el cumplido perfecto para una mujer a la cual hacía más de un mes que no veía.

Ella sonrió enternecida y me miró a los ojos. Sus cabellos marrón oscuro, aún más que los míos, caían suavemente sobre sus hombros, y sus ojos verdes que no había tenido la amabilidad de pasárseme en los genes, me miraban casi estudiándome. Era como si quisiera recordar cada aspecto de mi "yo" universitario.

—Oye, princesa, ¿querrías salir... —la voz de Tyler arruinó el momento y yo me golpeé la cabeza mentalmente mientras pensaba forma en las cuales debía mutilar a este chico haciéndolo sufrir todo lo que sea posible. Se quedó callado al ver a mi madre, claro está, y una sonrisa apareció en su rostro, me miró de reojo, mis mejillas ahora sí debían de estar coloradas. Entró en la habitación y se acercó a mi madre, extendiendo la mano hacia ella—. Llego en un mal momento, pero me presento, soy Tyler, el amor de la vida de Naomi. Y debo suponer que usted es su hermana.

Agarró su mano, se inclinó frente a ella y la besó. Yo miré desconcertada a Tyler que estaba simulando ser un galán de primera. Fruncí el ceño y alcé una ceja, rodeando los ojos. Ella rió halagada ante su comentario y yo empecé a negar con la cabeza.

—Por desgracia no, soy su madre. Hija, ¿Quién es este muchacho que te llama princesa? —miré a Tyler y le di la vuelta, intentando que salga de mi habitación, echándolo, aunque él se negaba a salir, sonrió ante mi madre y supe que respondería.

—Soy su novio.

—No, definitivamente no lo es —dije y me dejé de esforzar porque saliera, ya que después de todo, eso era lo peor que podía decir o hacer. Al menos, eso creía.

—¿Es el chico misterioso del que me habías hablado por teléfono? —quise gritarle con fuerza a mi madre, pedirle que se calle.

Pero, sin embargo, ya era demasiado tarde. Mi madre/ única amiga, siempre había sido así conmigo, me había cuidado, aunque jamás había sido una figura de autoridad para mí, por eso mismo vivía con mi padre antes de venir a la universidad, porque ella no era capaz de actuar como una madre de verdad. Aún así, la adoraba, y era la persona en quien más confiaba.

—Sí, mamá, y no es misterioso, es Tyler, que no lo recuerdes no lo vuelve misterioso —puse los ojos en blanco y Tyler me abrazó por detrás.

Me sorprendí ante su suave gesto y una sonrisa inconsciente se plasmó en mi rostro. Mis manos se posaron sobre las suyas y deposité dulces caricias en estas.

—¡Pero qué bonito! —dijo ella entusiasmada, reí con suavidad y yo hice que Tyler me soltara, después de todo, era demasiado todo aquello.

—Ty, déjame con mi madre, hace mucho que no la veo —él sonrió satisfecho y ladeó la cabeza.

—Ha sido un placer, señora —besó su mano otra vez, y salió por la puerta de la habitación, cual galán de película.

Seguía con una sonrisa de tonta en el rostro y cerré, apoyando mi espalda sobre la puerta y negando con la cabeza de un lado hacia otro.

—Me gusta para ti— lo mismo decía de todos los chicos que le presentaba, excepto de Joseph, él le había desagradado desde un principio—. Es dulce y te mira de una forma especial, no sé si te has dado cuenta.

Claro que me había dado cuenta, sus ojos no se posaban en nadie más que yo, a las demás las miraba de reojo, a mí me observaba sin piedad, como intentando encontrar alguna imperfección. Lo que no sabía era que yo, básicamente, toda yo, era una gran y enorme decepción.

—Sí, da igual. Sé que quiere ser mi novio pero yo... no me siento lista y ya —me miró mal, demostrando su disconformidad.

—Tienes que avanzar, ese Joseph... jamás ha sido bueno para ti. Siempre lo supimos, tanto tu padre como yo —aparté la mirada de ella y me senté sobre la cama, con la vista en los pies que en este momento me parecían la mejor distracción posible.

—Sí, mamá —dije repentinamente a la defensiva—. No necesito que me recuerdes algo que ya sé. Deja de repetirlo cada puta vez que nos vemos —mi voz sonaba rara, distante, como si yo no fuera aquella persona que pronunciaba esas palabras. Ella me miró inaudita, suspiró pesadamente.

—Bien. Lo siento —se encogió de hombros y yo me limité a levantarme de la cama, ponerme algo cómodo, para luego agarrarla de la mano y salir de la habitación junto a ella. Me tranquilizaba el hecho de que Giselle no estuviera, así no podía hablar de más. Ella estaba en la habitación de Evan, ahora que habían empezado a salir, la veía menos, pero estaba más contenta, más tranquila y parecía que el chico de verdad sentía algo por ella—. ¿Vas a llevarme o no a ese centro comercial que me habías mencionado?

Asentí y empezamos a caminar, saludé a un par de compañeros mientras salíamos, pero no presenté a nadie, no era algo que me interesara realmente.

La Mujer De Mi Vida [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora