Serena se estremeció ante la crueldad inimaginable del Highlander mientras tomaba nota del hecho de que el Carnicero tenía un nombre. Darien.
—Lo pensé mejor y no lo hice. —Él mismo se subió a la silla detrás de ella. Un antagonismo hostil detonó en la voz del otro hombre. —Deberías haberlo hecho y dejado su cabeza pudrirse en una caja. ¿Qué te pasa? El asesino extendió las manos alrededor de Serena para tomar las riendas en sus puños.
—No debieras dudar de mí, Andrew. Sabes que yo no flaqueo. No lo haré en tanto ese diablo inglés esté respirando nuestro aire escocés. —O cualquier aire. —Andrew se salió del camino cuando el caballo se encabritó asustado. —Debemos separarnos —dijo el Carnicero, su voz una hoja pesada que cortaba la tensión—. Estén alertas, muchachos, los veré en el campamento. —Instó al caballo al galope, y salieron disparados, dejando a los otros atrás
Galoparon por un corto periodo de tiempo en el campo empapado, y luego trotaron hacia los márgenes sombreados del bosque. La lluvia se había suavizado, y el cielo reflejaba un resplandor rosado espeluznante. Empapada hasta los huesos, Serena se estremeció. Sin hablar, el Carnicero envolvió su tartán en torno a ellos. Respiró en la lana su aroma áspero y varonil y sintió el calor de la amplia extensión de su pecho a su espalda. Estaba agradecida por eso al menos, a pesar del hecho de que toda esta situación la hacía estremecer de miedo.
—¿Qué pasa con ustedes, los Highlanders? —preguntó con amargura, sus dientes castañeteando—. Todo lo que quieren hacer es cortar cabezas y colocarlas en cajas. ¿Es una especie de tradición escocesa?
—No es de tu incumbencia —replicó su captor—, y voy a agradecerte que no hagas esa pregunta otra vez. — Ella guardó silencio durante unos minutos mientras el calor del tartán comenzaba lentamente a aliviar el frío de sus huesos.
—Él lo llamó Darien —dijo—. Yo lo escuché. ¿No teme que le diga a alguien su nombre y se descubra la verdadera identidad del Carnicero Highlander?
—Hay cientos de Darien en las Tierras Altas, muchacha, así que no, no perderé el sueño por eso. Y ya que estás haciendo más preguntas, ¿no estás preocupada porque cambie de opinión y te corte la garganta después de todo? —hizo una pausa—. Puesto que sabes mi nombre. Ella tragó con dificultad.
—Quizás un poco. — Dijo ella
—Entonces deberías dejar de hacer preguntas si no quieres oír las respuestas. — Ella acomodó el tartán a su alrededor y trató de ignorar el ardor irritante de las ligaduras de sus muñecas.
—Supongo que era su famosa banda de rebeldes —dijo, porque quería que siguiera hablando. Quería saber por qué estaba pasando esto y dónde tenían la intención de llevarla—. Me había imaginado que había más de ustedes —continuó—. Porque por las historias que he oído, usted y sus amigos masacraron totalmente a los ejércitos ingleses en tres minutos exactos.
—No deberías creer todo lo que oyes. — Ella volvió la mejilla para hablarle sobre el hombro.
—¿Así que le lleva más de tres minutos masacrar totalmente a los ejércitos? Él hizo una pausa.
—No. Tres minutos es exacto. — Ella negó con la cabeza ante la mera idea de ello. —Pero no atacamos ejércitos —dijo corrigiéndola—. No somos tontos.
—No. Definitivamente no es la palabra que usaría para describirlos. — Cruzaron un riachuelo poco profundo, donde los cascos del caballo salpicaron chorros de agua fría. Serena ciñó el tartán contra su pecho.
—¿Qué palabra usarías? —preguntó el Carnicero, sus labios tocando la parte posterior de su oreja cuando habló y produciéndole una estela de carne de gallina por su cuello y hombros. Tenía la mala costumbre de hacer eso, y ella deseaba que se detuviera.
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Capturada por ÉL
FanfictionProrrogo: Lady Serena Tsukino prefería morir antes que entregarse a un hombre como Darién Chiva MacLean. Él era el guerrero más feroz de su clan, así como también un enemigo jurado del pueblo de Serena... y esta noche está de pie al lado de su cama...