Capítulo 26

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Corrió escaleras abajo y entró en el recibidor donde Zafiro la había recibido esa misma mañana. Esmeralda estaba sentada en una silla junto a la ventana con un libro abierto en su regazo.

Levantó la vista cuando Serena entró y cerró el libro.

―Me alegra que no te perdieras por el camino —dijo Esmeralda levantándose y acercándosele con las manos extendidas hacia ella.

―Los pasillos del castillo pueden ser un auténtico laberinto.

El modesto vestido de seda azul que llevaba, con muy buen gusto, la hacía más bonita de lo que había esperado. Esbelta, rubia y bendecida con una adorable sonrisa, Esmeralda exudaba una gracia que ayudó a calmar los nervios de Serena.

―De hecho, vacilé un poco después de cruzar el puente desde el torreón, pero al final pude encontrar el camino.

―Llegarás a conocer cada esquina y cada grieta de este magnífico bastión antes de que te des cuenta. Me encargaré de ello personalmente. Estoy muy contenta de conocerte, Lady Serena. No puedes ni imaginarte lo feliz que me hizo saber que iba a tener una hermana.

Serena se sorprendió de cuan rápidamente le cogía simpatía a esa mujer, cuando un momento antes se había sentido tan insegura de la decisión que había tomado y no sabía cómo podría reaccionar la esposa de Zafiro.

―Primero, daremos una vuelta por la parte interior ―sugirió Esmeralda, guiando a Serena hacia la puerta―, luego nos aventuraremos al exterior y nos iremos conociendo mejor.

La ruta empezó volviendo al torreón, desde el que Esmeralda continuó con un cortés y pausado paseo por el salón de banquetes, la habitación de los escudos, la capilla y finalmente adentrándose en un patio central con una fuente decorativa de piedra.

Después, volvieron a la parte central del castillo. Le enseñó todas y cada una de las acogedoras habitaciones de invitados, Serena perdió la cuenta después de la séptima, la biblioteca, tres salas de estar, el comedor, las cocinas y finalmente la impresionante bodega.

Cuando acabó, salieron del castillo por la puerta lateral y siguieron un camino de piedra que las llevó a los establos.

El sol brillaba y Serena levantó la cara para sentir el calor en sus mejillas.

―Vamos a ser francas ahora, ¿vale? ―le dijo Esmeralda, mientras enlazaba su brazo con el de Serena

―Está claro que estás angustiada. Vas a casarte con el Carnicero de las Tierras Altas.

Serena dejó escapar un largo suspiro.

―Si sólo pudiera explicar lo difícil que ha sido. ― Dijo Serena

―Inténtalo, por favor, Serena. Puedes contarme lo que sea. Soy una mujer y seguro que podré comprenderte. Conozco las circunstancias que te trajeron hasta aquí y sé que no habrá sido fácil. ― Dijo Esmeralda

La comprensión de Esmeralda abrió una compuerta de emociones y explicaciones. Le describió la terrorífica imagen de Darien sobre su cama en el fuerte y todos los acontecimientos que tuvieron lugar en los días que siguieron a su secuestro. Le habló de los otros compañeros de Darien y de cómo ellos la habían tratado. Serena le describió todos los detalles de su primer intento de fuga en el campamento inglés y lo que le había supuesto en cuanto a cómo consideraba ahora a su país y a sí misma. También le contó a Esmeralda su encuentro con el chico, Elliot, y cómo Darien se había transformado en una persona totalmente distinto ese día.

―Pues ése es el Darien que yo conozco ―le dijo Esmeralda―. Creo que es el hombre que llegaras a reconocer como tu marido. No al Carnicero. Olvidarás esa otra parte suya. Ciertamente es una parte que yo no veo muy a menudo. Se ganará tu respeto y tu amor, Serena. Confía en mí.

Serena intentó tragar el nudo de incertidumbre que se había apoderado de su garganta.

―Desearía estar segura de todo eso. ― Dijo Serena

―Tiempo al tiempo. ― Dijo Esmeralda

Dieron un paseo a través de la muralla exterior hasta un reloj de sol que indicaba las horas con precisión.

―Debo confesar ―dijo Esmeralda― que estoy contenta de poder hablar abiertamente con otra mujer de las actividades de mi cuñado como rebelde y héroe de Escocia. Siempre ha sido un secreto muy bien guardado, pero ahora ya no traicionaré su confianza cuando cuente sus esfuerzos por luchar por Escocia de todas las maneras posibles. Hay cosas que podría contarte...

―Me sería de gran ayuda ―le contestó Serena― Quiero conocer todo lo bueno que hay en él, para poder sobrellevar todo esto un poco mejor.

Siguieron paseando rodeando al castillo.

―A pesar de lo que puedas pensar ―empezó a contarle Esmeralda―es un buen hombre y merece ser feliz. Hace demasiado tiempo que no sabe lo que es eso.

Le describió su dolor cuando perdió a Michuri y le contó que ella tenía esperanza de que cuando volviera a encontrar el amor, el peso de su tristeza sería un poco más ligero.

Serena reflexionó sobre esta nueva vida, el obvio tormento por el que Darien había pasado, también consideró la capacidad que tendría ella de sacarle de él, tal y como Esmeralda esperaba. Ella le había exigido mucho esa mañana, pidiéndole que abandonara las armas, creyendo que era por su propio bien, y ambos habían aceptado el acuerdo sin meditarlo. Ahora se sentía muy desanimada.

―Déjame contarte algunas de las historias que corren sobre nuestro héroe ―empezó Esmeralda― Hay una en particular sobre su valentía en la Batalla de Inveraray, donde irrumpió en la fortaleza de los Campbell como un antiguo guerrero vikingo salvaje. Pero también hay que decir lo leal y generoso que es como señor de su castillo. Ofrece trabajo a todo aquel que lo solicite; comparte su riqueza y se preocupa por la vida de aquellos que están a su cargo. No tolera la deshonra entre su gente. Las malas hierbas son castigadas o desterradas, y tiene la fidelidad de todos los que le sirven.

A medida que su paseo a través de las piedras se hacía más lento, Serena escuchaba la homilía de Esmeralda y se daba cuenta de lo poco que sabía en realidad sobre el hombre complejo que pronto sería su esposo.

Se preguntó inquieta cuando llegaría su tío y lo que opinaría de la decisión que había tomado.

...Y Diamante, por supuesto. Se preguntaba cuando recibiría su carta.

Esa noche, cenaron separados por la larga mesa, cada uno en una esquina, con Zafiro y Esmeralda. Fue un abundante festín de sopa de ostras, gallinas de Cornualles, verduras frescas y vino.

Capturada por ÉLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora