A la mañana siguiente, Darien habló muy poco. Serena le miró a través del fuego y sintió como si estuviera mirando a un extraño. Él era exactamente eso, pensó, sin importar el hecho de que él la había sostenido, la había besado y la noche anterior casi le había hecho el amor. Deseó poder sacarlo de su mente, pero el deseo aún persistía en su sangre, como una fiebre traidora, que no tenía sentido.
Sin embargo, su interior seguía ardiendo. Un deseo ansioso, doloroso que la avergonzaba. Ella se juró que haría todo lo posible para dominarlo.
Esa noche, Darien decidió que sería mejor mantenerse distanciado de Serena. Por consiguiente, comieron en silencio alrededor del fuego y cuando ella trató de entablar conversación, él le dijo que no tenía ningún interés en mantener una conversación inútil. La verdad era, que le resultaba difícil escuchar la cadencia de su voz, ni le hacía ningún bien ver el movimiento de sus labios tentadores mientras hablaba.
Más tarde, poco después de que ella se quedara dormida, él se acercó a la cama de piel y le miró. Yacía boca bajo, con una delgada pierna doblada y delineada dentro la espesa maraña de sus faldas. Su cabello ondulado estaba extendido sobre la piel de la cama, brillante como llamas de fuego salvaje. Con facilidad, recordó el sabor a miel de sus labios y la suave textura de su lengua, girando libremente alrededor de la suya. Sintiéndose agitado y resentido, retrocedió un par de pasos y se sentó en cuclillas.
La luna estaba alta en el cielo. Sombras de nubes se movían rápidamente a través de la tranquila cañada. Había un fuerte perfume en el aire proveniente de las flores de finales de verano. En la distancia, los truenos retumbaban suavemente sobre las cumbres.
Él se mantuvo sentado durante mucho tiempo velando el sueño de Serena mientras las curvas de su cadera le gastaban bromas a su mente.
Con un suave gemido, ella rodó sobre su espalda y se colocó en una postura seductora. Sus pechos demasiado aprisionados por su corsé, el cual ella rehusó quitarse, incluso por las noches, parecían extender la mano e invitarle lascivamente. El hambre sexual lo abrumó, y deseó poder apartar todas aquellas prendas de vestir que la apretaban, deslizar la falda hacia abajo por sobre sus caderas, y dirigir sus manos a través de su piel desnuda. Quedando ella ante él como la encarnación de la sexualidad humana, y se dio cuenta de que esto era más una prueba para sus fuerzas que cualquier violenta lucha con espadas en un campo de batalla.
Al día siguiente se detuvieron junto a un río para dejar beber al caballo y comer un almuerzo ligero.
― ¿No vas a hablarme en absoluto? ―preguntó Serena cuando Darién se sentó en una roca de baja altura, frente a ella.
―No.
― ¿Ni siquiera si me pongo de rodillas y suplico?
Él empujó un pedazo de pan hacia ella.
― ¿Quieres te amordace la boca?
―No.
―Entonces deja de decir cosas como ésas.
Ellos acamparon en el bosque durante la noche, y Serena se sorprendió cuando, después de la cena, Darien se acostó en la cama de piel junto a ella, ya que había mantenido su distancia la noche anterior y la había tratado con hostilidad durante casi todo el día.
― ¿Qué pasará después? ―le preguntó, con la esperanza de que esta noche todo fuera diferente. Ella no había disfrutado de la tensión entre ellos, ni de la soledad que sentía, sabiendo que ni siquiera quería hablar con ella―. Hemos estado viajando durante dos días. ¿Cuándo vamos a llegar a Moncrieffe? Sin duda, debemos estar cerca.
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Capturada por ÉL
Hayran KurguProrrogo: Lady Serena Tsukino prefería morir antes que entregarse a un hombre como Darién Chiva MacLean. Él era el guerrero más feroz de su clan, así como también un enemigo jurado del pueblo de Serena... y esta noche está de pie al lado de su cama...