Capítulo 24

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Serena liberó su brazo ajustándose la manga.

—Te desprecio.

—Tienes derecho a pensar de mí del modo que prefieras, sólo te pido que primero me escuches.

Alejándose a través de la galería se acercó a la ventana.

—Oírte, ¿qué explicación puedes darme? Eres un fraude, hace una semana eras un salvaje escocés blandiendo un hacha sobre mi cama, el enemigo más buscado de Inglaterra. Esta mañana te presentas vestido con sedas, volantes y encajes. —Se giró encarándolo—. Nunca te perdonaré por esto. Te reíste de mí. Cuando pienso en las últimas noches y en cómo me sedujiste...

—¿Seducirte? —rió— lo deseabas tanto como yo, muchacha. Si recuerdo correctamente mencionaste lo mucho que te había gustado. —Sus ojos la miraron con deseo—. No te engañes, deseabas un hombre de verdad dentro de ti, en vez del delicado inglés que dices que es un caballero, y no me insultes ni a ti tratando de negarlo.

Ella se acercó y le dio una bofetada.

—Tu ropa puede estar impecable, hasta es posible que tengas sangre noble, pero está claro que no eres un caballero.

Él se quedo inmóvil sin reaccionar al golpe. Claramente este hombre despiadado estaba hecho de acero, o de piedra.

Ella regresó a la ventana que daba al lago. El ligero sonido de sus pasos cruzando la habitación provocó que se sensibilizaran todas sus terminaciones nerviosas.

—Soy mucho más caballero que tu prometido, muchacha, simplemente no has visto todavía ese lado suyo.

—¿Todos los hombres tienen dos caras? —preguntó sintiéndose más perdida y sola que nunca—. ¿Todos tienen secretos? Si es así, ¿es posible conocer un hombre alguna vez, confiar en él o amarlo?

Observó a un pato volando bajo para rozar la superficie del agua, y luchó contra el deseo de llorar, arrodillarse a los pies de este hombre y pedirle una explicación para así poder entender lo que estaba sintiendo. Estaba frustrada hasta el punto de sentirse mareada. Parte de ella seguía deseándolo, pero se sentía tan confundida sobre quien realmente era él.

Darien posó una mano en su hombro acariciando su nuca con el pulgar y todas sus defensas comenzaron a desmoronarse.

—¿No temes que te entregue al Rey? —preguntó retornando al enfrentamiento que existía entre ellos, con miedo de dejarse arrastrar por la pasión.

—No vas hacer eso, muchacha —contestó.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? —Porque sé que me quieres —dijo, su cuerpo entró en calor con inquietud— Lo supe anoche cuando estabas entre mis brazos, un hombre descubre mucho de una mujer durante un momento así.

—Eso no es cierto —Algo la obligó a negarlo.

Sin embargo, esa misma mañana cuando lo había abandonado, había tenido ganas de llorar.

Él se puso delante de la ventana para bloquear su visión del agua y la miró sagazmente.

—Me estás llamando mentiroso.

Su voz extrañamente suave, sus ojos brillando con una sombra de deseo que hizo calentar todo en su interior. Serena levantó su rostro al suyo, y por un instante quiso alejarse, luchando por enterrar los recuerdos de la noche anterior, pero el intento era inútil. La atrajo contra su cuerpo, y presionó su boca contra la de ella. Por un momento estremecedor, el mundo dejo de existir. Una oleada de excitación la atravesó, necesitaba tocarlo, abrazarlo, rogarle que la hiciera olvidar, que la liberase de este tormento.

Capturada por ÉLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora