Capítulo 8

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Capítulo 8: "18:45"


Autumn Heaven

—Deberías considerar bajar, están todos allí —Newt deja mi cena en la mesilla y recoge el plato del almuerzo que estaba intacto.

La mueca y disgusto mezclado con gotas de auténtica preocupación.

<<Ahora te preocupas ¿no hermanito? >>

—No, prefiero quedarme aquí, con mis pensamientos — no levanto la vista de mi teléfono al contestarle.

—Sabes que es justamente lo que el psicólogo dijo que NO hagas ¿Heaven? —su voz era indecisa y con temor pintando el tono.

Lo ignoré, después de dos años con el mismo plan ya se me era fácil y no tenía que esforzarme.

—Sony vendrá a darte una vuelta dentro de una hora y Snow se quedará a dormir contigo, su habitación aún está llena de polvo y— le interrumpo.

—Que duerma en otro lado porque, conmigo ya te voy diciendo que no ¿queda claro? — el asintió con hastío y se retiró con el plato en mano y la preocupación arrastrando su cuerpo.

Al cerrarse la puerta dejo de retener mi dolor, mi pesar y me dejo caer, caer mis pedazos cual copa de cristal se quiebra y los pedazos, por más que intentes, no se podrán unir de la misma forma. Nunca más.

Me permito llorar, las lágrimas son las balas y el gatillo que las disparó son tantas razones como las pequeñas gotas que desbordan de mis ojos, en silencio, en dolor callado, en soledad. Siempre.

Tenía una hora hasta la siguiente ronda de vigilancia que me daban, suficiente para que el enrojecimiento de mis ojos y la verdad hasta me sobraba. Creo que se habían olvidado que en un minuto un corte se podía hacer, en un minuto podía acabar con esto, en ese minuto de soledad que podía terminar conmigo, con ellos.

Tomo aire y me tranquilizo, en esto consistía la depresión. Aprender a sobrellevar la tristeza y el dolor que descansa sobre mis hombros, el dolor que ha ensombrecido mi actitud, oscurecido mi mirada y entristecido mi semblante.

Miré el reloj; 18:45

Sentí un estremecimiento en el pecho, como si algo me dijera que ese momento dolía. Recuerdo que mi madre solía decir que pasadas las 18:40 eran las horas en que las familias se reunían y contaban su día. Se había convertido en una costumbre, hasta su muerte. A partir de ese momento, ese hábito murió, con ella.

Volví mi mirada al reloj; 19:00

Quince minutos pasaban muy rápido cuando no tienes razones para medir el tiempo, valorarlo, cuando no te interesa. Yo había cruzado la línea del desinterés por vivir a el deseo de morir.

Deseaba dejar de existir, tal vez sería más fácil, tal vez no.

Pero, aseguro que dolería menos.



Ashton Novan

El reloj marcaba las 19:00 y sentí que, en vez de ser quince minutos fueron quince horas, tal vez más. No lo sé.

Me encontraba aferrado a la manta que me cubría de la cintura hacia abajo. Jules acababa de ir en busca de comida a la cocina. Lo peor ya había pasado y, seguía aquí así que supongo que era una buena señal.

—Tengo todo lo que un adicto al azúcar y cafeína podría pedir — dijo al entrar con los brazos abarrotados de comida y dos bebidas.

—¿Strackburks? — enarqué una ceja y a puesto que la expresión en mi rostro era algo triste, con mis ojos enrojecidos del llanto, la boca seca y la piel tan pálida como la de esas personas que cruzan la línea de la vida.

Breathing Love ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora