Capítulo 7: "Empezando a Odiarme"
Ashton Novan
–¡Ash! Tienes que salir, no estarás encerrado todo el día – hace una pausa, creo que está pensando –¿O sí? Ashton.
No doy respuesta, no pienso hacerlo. ¿De qué serviría? Eso en primer lugar y, en segundo ¿Por qué tengo que hacerlo? No tengo el ánimo ni mucho menos la tolerancia para escuchar las palabras de Jules.
<< ¿Por qué mi padre lo dejo entrar?>>
Ah, sí. Quiere que salga de mi encierro de veinticuatro horas que me establecí.
Hoy es treinta y uno de agosto y, al parecer el clima se ha puesto de acuerdo conmigo, una posible tormenta está por caer en Chicago, cosa poco usual tomando en cuenta en que parte del año nos encontramos.
–Ashton, sal de ahí. Iremos al Skydeck si eso te hace sentir mejor, iremos a esa panadería cutre que tanto hace que tu maldita mueca se convierta en una sonrisa. ¿Sabes qué? nos quedaremos en la Torre Williams todo el día si es posible – toma aire – haremos todo eso con tal de que salgas de esas cuatro paredes.
Siento los ojos empiezan a escocer, mi respiración es más lenta y eso es gracias a que no llevo el oxígeno, hoy no me lo permito. Mis pulmones están sobre esforzándose, pero ¿importa? ¿En realidad importa? No.
Me levanto del frío suelo de madera en el que me había sentado, recostado sobre la fría pared azul que me niego a volver a pintar.
Mis pies, desnudos y fríos, mi cabello está como si me hubiesen jalado de los pelos en una pelea, mis ojos están brillantes de la tristeza y bajo ellos unas bolsas oscuras que contienen cada gota de dolor que este día trae consigo.
Aunque lo acabo de hacer en mi consciencia, me examino frente al espejo de cuerpo completo que descansa a un lado de la puerta. Me vi y sentí impotencia, me parecía demasiado a ella.
Las manos las tenía heladas, siempre. Era la falta de oxigenación en mi cuerpo, así que al llevaras a mi rostro me dio un escalofrío. Decidí abrir la puerta, tal vez salir.
El año pasado me quedé en esta situación todo el día, terminé en el hospital. Demasiado esfuerzo para mis pulmones, no me había medicado entre otros factores. Este año sería peor, yo me encontraba peor.
–No puedo más, Jules – dije al abrir la puerta.
Mi voz sonó ronca y rota, débil y llena de dolor. Así me sentía, así me encontraba.
–Me veo al espejo y ahí está ella, mirándome a los ojos con esos ojos tan verdes, tan llenos de vida. Esta ella, llena de amor, llena de esperanzas y luego la veo en una cama de hospital luchando por respirar con esos verdes tan ahogados de dolor, mirándome con desesperación. Y ya no puedo más con esto, no puedo más sin ella – explico de forma nerviosa, entre lágrimas y desesperación.
Colapso en el suelo, Jules corre a mi habitación y me coloca el oxígeno. Me abraza.
–Todo va a mejorar, todo estará mejor – repetía a susurros en mi oído.
No, esto no iba a mejorar. Yo no voy a mejorar, nunca.
Con mis mil pensamientos negativos ahí estaba, Jules seguía allí. Mi padre seguía allí, puede que no en este instante, después de todo le había dicho cuatro cosas hace unas horas; pero no me dejaba solo, nunca lo hacía.
Me aferré a Jules, no lo iba a soltar. Él no me iba a soltar.
–¿Te apetece salir, o quedarnos en tu cuarto? – preguntó.
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Breathing Love ©
Teen FictionFibrosis Pulmonar Idiopática o FPI. Padezco de una enfermedad debilitante y crónica que se caracteriza por una disminución progresiva de la función pulmonar que dificulta cada vez más la respiración. Tengo dieciocho años. Un padre que dedica sus ve...