Richard

795 50 5
                                    

Richard de nuevo me ha llamado. Estoy cansada de hacer esto siempre, de ser aquella que va a ayudarlo cuando se droga o se emborracha, pero lo amo y a pesar de cualquier intento por hacer que cambie no lo lograré, lo he intentado y sé que no podré.

Desde que Caron lo dejó todo ha empeorado. Ella ya no soportó su carácter, sus fiestas desenfrenadas ni sus adicciones. Y ahora Richard, con sus 35 años, estaba perdido en las drogas y estaba empeorando.

Bajo del auto corriendo. Ni siquiera pude estacionario bien o cerrarlo por completo. La forma en que me habló fue diferente a las otras veces. Jamás había llorado y jamás su voz había sonado tan desesperada.

Los cadeneros ya me conocen por lo que paso a la fiesta sin ningún problema y sin hacer fila. Voy directo a donde los chicos siempre hacen sus fiestas, donde se drogan y tiene sexo sin que los demás vean, un lugar apartado de la música y la gente en masa. Me cuesta trabajo llegar hasta ahí porque necesito pasar entre la multitud que huele a marihuana, que derraman alcohol de sus vasos y se mueven a todos lados. Una vez que logro atravesar todo eso llego a esa habitación donde los guardias también me conocen. Entro y comienzo a buscarlo con la mirada. Veo a Till besando a dos chicas mientras que ambas están sobre él. Sigo observando y veo a Oliver con una chica, ambos bailan pero no están en su mejor estado. Después veo a Richard. Está recostado en el suelo en una esquina de la habitación mientras una chica está sobre él, tocando su rostro.
Camino hasta él y aparto a la chica empujándola un poco, Richard me ve y con lágrimas en los ojos comienza a decirme con una gran desesperación y casi gritando.

—Cielo, sácame de aquí por favor. Te lo pido.

Trato de levantarlo y una vez que su brazo rodea mi cuello comienzo a caminar. Sólo podemos avanzar un paso cuando la chica que acariciaba su rostro me empuja haciéndome caer y haciendo caer a Richard también.

—Le estaba bailando perra. Él es mío ¿no lo ves?

La chica se me lanza y trata de golpearme pero ella también está muy ebria o drogada. Logra rasguñarme un poco con sus largas uñas postizas pero sólo hace falta un pequeño esfuerzo mío para apartarla y llevarla hasta otra habitación dentro de ese lugar, al meterla mientras ella me insulta cierro la puerta y aprovecho para sacar a Richard. Lo vuelvo a tomar como antes y él con mucho esfuerzo trata de caminar torpemente. Al salir un hombre de seguridad me ve y me ofrece ayuda. Yo acepto su oferta y lo lleva hasta mi auto al cual, afortunadamente, no le ocurrió nada.
Ponemos a Richard como copiloto y le pongo el cinturón de seguridad. Después el hombre se va y una vez que le agradecí subo al auto para ir a casa.

—Querida, yo me siento muy mal, estoy muy mal. No sé quién soy —me dice mientras conduzco por las calles— soy un total asco. Jamás podré estar bien.

—Richard. Espera ¿quieres? Necesitas estar mejor para hablarlo —yo tenía prisa por llegar a casa, él lucía muy mal.

—Esa mujer, y otras mujeres, Caron. Después de estar con ellas y después de verte a ti me hacen darme cuenta de que yo sólo te quiero a ti —volteo un poco sólo para darme cuenta de que me está viendo con lágrimas en los ojos—. Sólo te amo a ti porque siempre estás conmigo, siempre estás para mí. Hoy toqué fondo. No sé cuántas líneas inhalé, no sé cuantas pastillas tomé pero mientras más tomaba más falta me hacías. Yo necesito estar contigo, necesito que me des una oportunidad para cambiar toda la mierda que tengo en la cabeza y en mi vida. Recuerdo nuestro último y primer beso. Éramos muy jóvenes pero lo recuerdo cada día. Después de hacer el amor con Caron o con esas otras chicas, lo recordaba siempre que subía a un escenario. Lo recuerdo en cada canción, con cada nota musical y me pregunto como será una vida a tu lado. Tengo tanto miedo de decírtelo porque tú has tenido más amores. Se veía que los amabas y yo, por más que intento, sólo puedo amarte a ti. Eres como una maldición para mí —con cada palabra me hace llorar más— yo te amo y siempre lo haré. Cielo, tenía 20 años cuando en ese día nublado tomé tu mano antes de que te fueras del lago a donde solíamos ir para nadar. Tú me dijiste que te irías, te habían dado una beca y volverías dentro de unos años. Yo siempre estuve enamorado de ti y ese día te perdería, ya no tenía nada más que perder porque lo eras todo para mí. Por eso tomé tu mano y me acerqué a ti. Aún recuerdo el sabor de tus labios, he soñado con ellos siempre. Te amo.

One Shots Ramm (Rammstein)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora