Richard / Paul

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Que día tan jodido. Me molestaba que Paul estuviera con esa chica. Tenía una voz horrible, era una niña malcriada y superficial. Sus kilos de maquillaje podían hacerla verse guapa pero jamás lograrían ocultar la personalidad hueca que tenía.

Ella se la pasó abrazando y besando a Paul frente a mí, estaba seguro que esa chica podía notar todo lo que yo me encargaba de ocultar. Por Dios amaba a ese hombre con todo mi corazón y mi alma. ¿Cómo es que él no era gay? ¿Por qué la vida era tan desgraciada conmigo? Sólo porque Paul era heterosexual yo tenía que aparentar lo mismo.

Estaba en mi habitación de hotel, con un cigarro en los labios y una cerveza en mi mesita de noche. ¿Cuantas noches debía soportar el no tener lo que realmente amaba? Lo tenía todo, fama, dinero, mujeres y hombres a mis pies, pero no tenía lo único que me hacía sentir vivo: el amor de Paul.

Alguien llamó a mi puerta. No tenía ganas de abrir, quería mandar todo al diablo y emborracharme solo. Volvieron a tocarla.

—Sé que estás ahí Richard, abre —la voz de Paul del otro lado de la puerta me hizo levantarme de mi cama. Quería abrir la puerta pero estando de pie me detuve.

Ese jodido hombre no era merecedor de mi atención inmediata. No lo era.

—¿Qué demonios quieres Landers? Déjame dormir.

—No vengo por ti, idiota. Vengo por la ropa que compramos en la mañana.

¡Demonios! En la mañana fuimos de compras y se me había olvidado darle sus bolsas.

Tenía la camisa de mi esmoquin sin los botones que cubrían mi pecho y mi corbata colgaba aún de mi cuello ya deshecha.

Abrí la puerta. Ese hombre lucía tan sexy por ese traje. Se veía tan rudo tratando de aparentar ser un hombre de bien. No quise seguir viéndolo por lo que abrí y me giré para volver a recostarme en la cama. Me sorprendí cuando vi a Paul viniendo a sentarse a mis pies. Él me observaba.

—Están en esas bolsas de allá —dije señalándolas pero él no volteó a verlas.

—¿Qué pasa Richard? Hoy no te vi muy cómodo con Nikki ¿Hay algo que yo debería saber?

Por Dios hombre. Deberías saber que te amo y que estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por ti.

—Nada Paul. No deberías tomarlo personal, ni ella debería porque me dan igual tú y tus novias.

—Siempre las tratas mal y las ves mal. ¿En verdad quieres que piense que te dan igual?

Él me observaba pero se quedaba observando mi pecho el cual estaba desnudo.

—Piensa lo que quieras. ¿Crees que me interesa que es lo que pienses?

Él se levantó y caminó hasta estar aún lado de mí, de pie.

—No comprendo que pasa contigo Richard. Me importas mucho, me gustaría saber que piensas pero no puedo si no quieres. En fin, Nikki me está esperando en mi habitación.

Paul se iba. Esa zorra busca fortunas estaba esperando por él, la sangre me hervía y el poco nivel de alcohol que había consumido me sirvió de impulsor.
Me levanté y seguí a Paul. Antes de que abriera la puerta yo logré hacerlo girar. Él me observó por unos segundos. Yo tiré mi cigarro al suelo y enseguida acerqué mi cuerpo a él para comenzar a besarlo.

Antes de que mis labios hicieran contacto con los de él yo cerré mis ojos, lo tomé por el saco para pegarlo a la pared y entonces fue cuando mis labios necesitados de su amor se movieron. Él no hizo nada, no hasta después de unos segundos que me empujó.

—¿Qué diablos te pasa? —dijo furioso. Yo estaba apenado. ¿Por qué demonios lo besé? ¿Por qué? Quería morir de la vergüenza, él no me amaba como yo lo había pensado.

—Paul yo... —no me dejó hablar porque sus manos me empujaron en el pecho.

Tomó mi saco y me puso contra la pared, me veía a los ojos y estaba furioso. Me iba a golpear, estaba muy seguro de eso porque jamás lo había visto así pero me lo merecía.
Pero en realidad se mantuvo cerca de mí, podía sentir su pequeño y caliente cuerpo, no tenía nada que ver con la increíble fuerza con la que me tenía contra la pared.

—¿Por qué demonios me besaste? ¿Por eso tratas mal a mis novias? ¿En serio Richard?

—Lo siento Paul —yo estaba asustado— siempre me has gustado, estoy enamorado de ti desde hace mucho tiempo y simplemente creí que tú y yo podríamos tener algo, no sabes lo apenado que estoy.

Sorprendentemente para mí él se acercó cerrando sus ojos y besándome. Seguía sujetándome fuerte por la chaqueta. Yo simplemente seguí ese beso cerrando mis ojos. Ese maldito enano caliente comenzó a aflojar su agarré sólo para llevar su mano a mi pene. Lo acariciaba y apretaba con fuerza, yo mordía sus labios tratando de no gemir. Entonces se separó de mí.

—Eres un maldito pedazo de mierda Richard —dijo Paul viéndome aún con odio— te he deseado desde hace mucho tiempo pero te ves tan heterosexual.

Yo sonreí encantado.

—Tú te ves tan heterosexual.

Entonces con una sonrisa él tomó mi mano, me llevó hasta el borde de mi cama y me empujó. Ahí me sonrió. Pude ver que en su entrepierna su masculinidad se hacía notar.
Se inclinó y separando mis piernas se colocó entre ellas para estar sobre mí se acercó a mis labios y comenzó a devorarlos.

Paul Landers, el amor de mi vida estaba sobre mí, besándome. Entonces sentí que sus manos iban a mi pantalón mientras trataban de quitar mi cinturón. Cuando lo consiguió comenzó a quitar mis pantalones.

—Maldito Landers. Eres tan caliente —él se limitó a sonreírme.

—Eres la persona más romántica que he conocido —dijo liberando mi pene del bóxer.

—Opino no mismo de ti.

Entonces él dio un beso rápido en mis labios y enseguida bajó su rostro para meterse mi pene erecto a la boca.
Por dios lo hacía genial. Lo saboreaba, lo mojaba, lo estimulaba, lo presionaba, lo calentaba, todo esto mientras trataba de verme a los ojos. Yo no podía verlo por todo el placer que estaba teniendo en ese maldito momento. Entonces yo me estaba acercando.

—Paul basta, me voy a venir ya.

Entonces sacó su lengua mientras siguió estimulándolo rápido. Mi semen salió disparado a su boca mientras yo gemía y me relajaba en la cama sin despegar la mirada de él.

Enseguida se escuchó el molesto sonido de la puerta siendo tocada.

—¡Paul! Cielo ¿estás ahí. ¡Richard! ¿Paul está ahí? —su molesta voz chillona me hizo girar los ojos al cielo.

Me levanté enseguida para vestirme, él tuvo que tragarse el semen que tenía en la boca, solté una pequeña risa silenciosa al ver su expresión de total asco, al parecer jamás lo había hecho.

—Necesito deshacerme de ella —me dijo susurrando mientras veía como yo me acomodaba el pantalón.

—Ve —dije dando un tierno beso que él respondió con otro beso más pasional, buscando mi lengua y pegándome a su cuerpo mientras sujetaba mis glúteos.

—Te amo —dijo muy cerca de mis labios ahora acariciando mis mejillas—regreso en treinta minutos para terminar lo que estaba haciendo.

Yo sonreí.

—No quiero que la beses o le hagas algo —le dije en forma de advertencia.

—Jamás lo haría. No sabiendo que te tengo —yo sonreí.

Él dio un beso en mis labios, acomodó su pene erecto para que no se notara y salió de la habitación.

Yo volví a caer a en la cama, sonriendo al techo.

Dios mío tenía a Paul, lo único que me importaba en este mundo. Por fin podía morir en paz.

One Shots Ramm (Rammstein)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora