Till

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—Está dormida.

Yo rápido seco mis lágrimas, antes de encararla.

—Gracias —aclaro mi garganta y me giro para verla— ya hiciste mucho al prestarme dinero para la leche, te prometo que lo pagaré.

—Till —sus facciones se transforman, siente lástima. Se mueve de la entrada de la sala, rodeando el pequeño y viejo sofá, hasta llegar frente a mí—, no te preocupes por pagarme. Sé que es difícil, pero tienes a Nele contigo, se ha quedado sin su madre, no puede quedarse sin su padre también.

Observo esos ojos marrones, sólo asiento mientras mi mirada baja, quedándose en un cuadro que muestra aquello foto de cuando éramos felices.

—Lo sé pero, es que siento que lo he arruinado todo —me dejo caer en el sofá, cubro mi rostro con mis manos mientras mi cabeza ve al techo—. Nuestra relación no estaba bien, pero no pensé que sería capaz de dejarme, y mucho menos con mi hija. Nele siente que es su culpa.

—Pero no lo es —siento su cuerpo caer a mí lado, entonces aparto mis manos de mi cara—, no es culpa de nadie, ni siquiera de ella o de Richard.

Ahora la observo, se acerca más y limpia mis lágrimas, ante esto me rompo aún más.

—La amaba, aún la amo. Y se fue con mi amigo, eso me duele más. Ahora no sé que haré con Nele. Ni siquiera tengo dinero para mantenerla, por eso me dejó.

Deja de tocar mi rostro y ahora toma mi mano, la acaricia.

—Basta Till. No se trata de matarte pensando en eso. Sí, ella te dejó con Nele, quien también es su responsabilidad, pero es tu hija y la amas. Mañana mismo irás a buscar un trabajo mientras Nele está en la escuela, cuando te den un empleo, entonces podrás pedirle ayuda a tu madre. Yo puedo seguir ayudándote desde el extranjero, cuando necesites te enviaré dinero, sólo llámame.

—¿Vas a irte? —esto me sorprende. Sofía ha sido una gran amiga por tantos años, ¿a dónde va?

—Mañana me voy para Suiza, me movieron el lugar de trabajo, así que supongo no nos volveremos a ver dentro de mucho.

Sigue con esa expresión de lástima ante mí. No sé como sentirme.

—¿Te parezco guapo? ¿Me cambiarías por Richard? Sofía, ¿habrías hecho lo mismo que ella?

No me responde. Esto me hace sentir imbécil, claro que haría lo mismo, ¿quién no? Sus ojos se cristalizan. Sólo asiento, pero no puedo decir algo porque sus manos acunan mi rostro, lo sostienen para comenzar a besarme.

Sofía no es ella, jamás lo será, pero necesito calor, necesito sentirme seguro, dejar de pensar en esa mujer.

Sujeto su cintura, la jalo hasta hacer que su cuerpo esté sobre el mío. Entonces puedo sentirla mejor, toda esa lujuria se apodera de mí. Se irá mañana ¿qué más da una noche? Mi mano está dentro su blusa, acariciando uno se sus senos sin sostén, otro de mis brazos la abraza por la cintura. Hace presión en mi erección, lo siento exquisito. Al fin y al cabo, ella debe estar haciendo lo mismo con Richard. Entonces me pongo más agresivo, lo sé porque Sofía muerde mi labio para quejarse, he pellizcado demasiado fuerte su pezón duro. Mi mano sólo deja de jugar con su seno, no le doy tiempo a que diga algo porque mi labio sangrante vuelve a abrazar los suyos.

Quito su blusa, ella hace lo mismo con mi playera. Su piel contra la mía crea fuego en invierno, es cálido su contacto, pero no suficiente, porque no la amo. Busca el botón de mi pantalón, lo hace tan rápido que sólo siento el contacto de su fría piel con mi pene y me estremece.

De pronto me separo de ella, la hago a un lado mientras me pongo de pie, se queda sentada en el sofá. El mejor sexo se da bajo los efectos del amor, y yo no la amo.

—No puedo dejar de pensar en ella, Sofía. Yo lo siento, no te amo.

Comienzo a acomodar mi ropa, me siento apenado, pero sus manos se posan sobre las mías.

—No te pido que me ames —sus ojos dilatados están sobre los míos— sé que quieres hacer esto, tu erección es potente, no puedes mentirle a tu cuerpo —se levanta del sofá, ahora acaricia mi rostro—. Quiero sentirte Till, hazlo como lo hacías con ella.

Vacilo un poco, pero pronto estoy sobre sus labios de nuevo, quitando todo lo que le cubre, dejando a la autentica Sofía. Ella quita mi ropa también. Su piel contra la mía tiene un efecto anestésico.

Entonces la recuesto en el sofá, me coloco sobre ella, una de sus piernas se coloca en mi hombro, toco esos pezones, los pellizco y entonces la penetro, su humedad es confortante y abrazadora. Trata de ahogar sus gemidos, Nele está dormida, pero esto lo hace más peligroso para mí, la penetro con mayor fuerza, hasta que sus uñas no encuentran otro lugar de donde aferrarse, así que me lastiman, en respuesta mi mano va a su cuello, lo abrazo fuerte y entonces escucho que intenta respirar cada vez más, pero no se lo permito. Sus expresiones de placer se transforman en unas de terror total, comienza a golpearme, y cuando lo hace me corro. Dejo de asfixiarla, la pierna, que estaba en mi hombro, se apoya en el sofá.

Yo comienzo a llorar, y me dejo caer sobre su pecho. Pronto siento que sus manos acarician mi cabello. Soy como un niño asustado, que lo único que necesita es el cariño materno para poder seguir con su vida.

—Till —dice haciendo que mi mirada se pose sobre ella— vas a salir de esta, te lo juro. Y encontraras a alguien que te ame tanto como tú a ella.

—Me gustaría amarte, sé que no harías lo mismo, pero no puedo Sofía.

Su olor es embriagador, pero no logra borrarla de mi mente, ¿cómo puedo olvidarla?

—No necesito que me ames, ni siquiera tú lo necesitas. Debes hacer algo por tu hija.

Yo asiento, ella me besa de nuevo, yo decido darle lo que quiere. Enseguida se levanta, toma su ropa y comienza a vestirse. En menos de 5 minutos se encuentra despidiéndose de mí, yo no he sido capaz de vestirme.

Cuando ella sale me dejo caer en el sofá. Estoy jodido.

One Shots Ramm (Rammstein)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora