Christian

385 33 7
                                    

Estar en este tipo de fiestas siempre me termina agotando. A pesar de ser una fiesta formal, con mesas reservadas con el apellido de las personas, mujeres con vestidos largos y entallados, hombres con costosos trajes de marca y corbatas adornando su pecho, cubiertos de porcelana y cristal, o la música clásica que toca la orquesta en el fondo del salón, a pesar de todo eso yo seguía detestando las fiestas.

Estaba sentado en mi mesa, viendo cómo todos se habían levantado con su pareja para bailar una canción con un ritmo lento que la orquesta estaba tocando. Al ver a todas esas jóvenes parejas la recordé a ella.

Habían pasado años desde que la perdí. Pero durante estos cinco años jamás he dejado de pensar en ella. ¿Qué habrá sido de su vida? Me lo preguntaba cada noche.

Decidimos terminar porque nuestros trabajos nos quitaban tiempo. Yo como tecladista de Rammstein, ella como asistente personal de Xavier Naidoo, un cantante muy famoso aquí en Alemania. Por mucho que intenté llamarla y buscarla me fue imposible.

Fui a la barra de tragos. No soportaba estar en ese lugar viendo a esas malditas parejas derritiéndose de amor a través de sus miradas. Son mierda.

Me senté en un espacio vacío y pedí lo primero que se me vino a la mente. No importa lo que era lo único que quería era emborracharme. Después de que me dieron mi trago volví a lanzar un vistazo por el lugar y comenzar a beber.

Después de mi segunda copa una mujer llegó y se sentó a un lado de mí. No me dio la cara porque la cubría su ondulado cabello suelto. Traía un vestido rojo que le queda muy bien. Si yo fuera igual de atractivo que mis compañeros me animaría a hablarle.

Yo dejé de tomarle importancia y me concentré en la copa frente a mí. Hizo su pedido y después su voz se volvió audible para mí.

—Es una larga noche ¿no? —esa voz tan familiar.

Me giré enseguida.

Esos ojos testigos de la parte más íntima de mí, esos labios cómplices de mis aventuras más locas. Era ella.

Yo solté una pequeña risa. Su expresión cambió totalmente por una enorme sonrisa y pequeñas lágrimas en sus ojos.

—¡Maldita sea Christian! —gritó emocionada con una gran sonrisa.

Yo no pude hacer nada más que abrazarla emocionado y totalmente sorprendido.

—¿Qué haces aquí? —dije sentándome para estar de frente a ella. Ambos estábamos incrédulos.

Cuando pregunté eso su sonrisa se borró enseguida.

—Estoy con Xavier, pero está emborrachándose con sus amigos.

—Vaya, aún trabajas para él —dije con una sonrisa.

No había cambiado mucho esa mujer, se veía más cansada, su cabello había cambiado y ahora de veía más delgada en la cintura.

—No Chris, yo ya no trabajo para él. Xavier y yo somos pareja.

Mi sonrisa se esfumó. Sentí miles de cuchillos abriéndose paso en mi pecho con el objetivo de llegar a mi corazón, consiguiéndolo.

—Vaya —era obvio que ella no se iba a quedar esperando por mí— ¿Y qué tal te trata?

—Es un buen hombre cuando estamos solos. En público no es el mejor de los hombres pero en el fondo es bueno.

—¿Lo amas? —yo estaba siendo muy directo. Tenía que escuchar que la mujer de mi vida no estaba enamorada de mí, pero ella no lo dijo.

—Christian, es complicado. ¿Quieres salir de aquí para hablarlo? Me gustaría ponerte al tanto de todo.

—¿Puedes salir?

—Le diré que me iré. Te veo en la salida.

Ella se levantó y comenzó a caminar lejos de mí. Yo la veía. Sus glúteos tomaron un mayor volumen. Realmente se veía que se había estado ejercitando más de lo que lo hacía conmigo. Visualmente era más atractiva pero seguía siendo perfecta. Tan perfecta como el día en que se fue.

Yo me levanté. Fui por mis cosas y a despedirme de mis compañeros. Finalmente salí. La esperé por un momento más. Ella salió, dijo que tenía frío, quería hablar conmigo en un lugar privado, accedió a acompañarme a mi habitación de hotel.

Llegamos a la suite. Decidimos sentarnos en un sofá de los que estaban ahí. Le ofrecí algo para beber pero se negó.

—Es un gran hombre Chris. Después de nuestra ruptura él me ayudó a no hundirme en la depresión.

—¿Lo amas?

—Yo creo que lo hago.

Eso no era cierto. Si ella realmente lo amará no lo diría dudando. Ni siquiera podía sostenerme la mirada.
Yo tomé su mentón para hacer que me viera a los ojos.

—Eres hermosa, jamás te he olvidado.

Ella me observaba a detalle, estaba nerviosa. Enseguida se levantó.

—Lo siento Chris, yo no debí haber venido.

Ella tomó su bolso y comenzó a caminar a la puerta.

Yo corrí detrás de ella para evitar que siguiera caminando.

—Por favor no te vayas —ella me observaba. La conocía perfectamente como para saber que deseaba quedarse con todo su corazón.— No he dejado de pensarte, ningún maldito segundo de estos 5 años. Reconozco esa mirada. Tú no lo amas y jamás lo has amado ¿no es cierto?

—Tengo que irme —volvió a decir para rodearme y avanzar a la puerta.

Yo volví a caminar detrás de ella, la sujeté por la cintura y la pegué a mi cuerpo, ella me veía asustada, forcejeando ligeramente para que la soltara, su fuerza no era suficiente para hacerme alejar.

—¿Sientes por él lo mismo que sentías por mí? —se quedó observándome dejando de luchar— ¿Te sientes tan cómoda como cuando estabas conmigo? Si es así estoy dispuesto a dejarte ir porque en 5 años no he podido sacarte de mi mente. Dime que lo amas, que harías cualquier cosa por él, así como yo las haría por ti. Yo te amo con toda mi mente y corazón. Sólo contigo puedo ser feliz pero si tú me dices que es a él a quien amas lo aceptaré porque yo sólo quiero verte feliz, conmigo o sin mí.

Ella me observaba, pensaba las cosas. No sabía que esperar hasta que sus manos sujetaron mi cuello para jalarme a ella y poder comenzar a besarnos. Su beso rápido y desesperado me llevó a otro mundo. Nos detuvimos enseguida porque yo sonreí de emoción y alegría. Estaba eufórico.

Al separarnos ella me observó con cuidado y nos separamos un poco.

—Jamás he dejado de pensar en ti Flake. Te amo y creo que mi destino será amarte siempre.

No esperé a que dijera otra palabra. Quería tomarla en mis brazos y hacerla mía como en los viejos tiempos. Entregándole todo mi amor y demostrándole que la amo y que para mí no hay nada más importante que ella.

[...]

Despierto por los rayos de sol que comienzan a molestarme.
Estoy observando al techo, recuerdo lo que pasó ayer, eso explica mi comodidad y las sábanas rozando con mi piel desnuda. Sonrió al cielo y suelto una pequeña risita.

Me giro para buscarla pero no está, me levantó un poco y comienzo a buscar rastros de ella, su vestido o tacones, alguna de sus joyas, pero en el suelo sólo descansan mis prendas.

Me doy cuenta que hay una nota en la mesita de noche, a lado de donde yo dormía. No puedo reconocer si es su letra o no, pero es obvio que lo es.

"No tienes idea de cuanto te amo y de cuánto disfruté estar contigo pero no sería justo para él. Creo que me ama. Sólo recuerda que en cada suspiro que des, yo estaré dando tres por ti. Te amo y siempre lo haré, lo siento Chris"

No puede ser posible. Comienzo a llorar. ¿Cómo es que alguien desea más la felicidad de otras personas que la propia? Yo no me daré por vencido. La buscaré, la convenceré de que siga a su corazón, lo haré porque ella será mía. Ella me pertenece porque me ama.

One Shots Ramm (Rammstein)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora