¿Novios?

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- ¿Acabas de sonreír?

- N-no, no lo hice.

- ¡Sí lo hiciste!

- N-no.

- Anda, sonríe otra vez. Te ves muy tierno.

- ¡N-no es cierto! – grito avergonzado con las mejillas y orejas rojas, apartando a Sora de él.

- Oye- se quejó haciendo un mohín.

- El que se debería de quejar soy yo, no tú.

- No importa. Tengo hambre, acompáñame a robar algo de comer en la cocina.

- Okey.

Ambos salieron de entre las flores y fueron rumbo a su destino mientras hablaban de cualquier cosa y se iban conociendo poco a poco.

- ¿cuál es tu color favorito? – pregunto Sora.

- El rojo.

- ¿En serio? El mío también. Tenemos muchas cosas en común. Dime, ¿Cómo es el lugar que más te gusta que hayas visitado?

- Es un lugar donde hay una gran torre del reloj donde allí se puede apreciar el bello atardecer que siempre hay.

- ¿Por qué te gusta?

- Porque allí conocí a dos personas que aprecio mucho.

Que lindo.

- ¿Y el tuyo?

- El mío es un lugar que he ido de niño, cuando me escapé y perdí del reino. Era una pequeña isla en el medio del mar que tenía un puente que conectaba a otra isla un tanto mas grade. La isla pequeña tenia una palmera inclinada que tenia unos extraños frutos en forma de estrella. Recuerdo que allí estaba sentado junto a otro niño, si no mal recuerdo era albino, pero su rostro no lo recuerdo. Ambos comíamos juntos una de esas frutas que se llamaba Paopu ¿La conoces?

- No.

- Se dice que si la comes con otra persona sus destinos estarán entrelazados.

- ¿Y lo has vuelto a ver?

- No lo sé. Siento que lo he hecho, pero sin saberlo.

- Okey.

- Llegamos. Ven vamos- dijo agarrando la mano de Roxas llevándolo hacia dentro de la habitación- ¿Quieres? – pregunto enseñándole un pedazo de pastel de chocolate que estaba ahí como sí lo estuviese esperando a él.

- No, gracias.

- ¿Seguro? Mira que no hay más.

- Seguro, no me gusta mucho el dulce.

- Pero ¿Quieres probar? Hay suficiente para los dos.

- Esta bien, pero una probada.

- Okey, toma- dijo cuando tenia una cuchara en la mano con un pocho de aquel delicioso pastel

- Di Aa~.

- Aa~ Wau, que rico.

- Viste, es delicioso.

- ¿Quién lo hizo?

- Él- respondió levantando su mano que traía encima una rata.

- ¡Ah! – grito sorprendido- ¿Él lo hizo?

- Si! – dijo con una sonrisa, como siempre.

- Wau, sorprendente.

- Aja.

- ¿Cómo se llama?

- Remy, él es uno de los cocineros del castillo.

- Wau- volvió a repetir- no me voy a parar de sorprender. ¿Cómo es que cocina?

- Él hace casi todo, en algunas cosas lo ayudan, como colocar cosas en el horno. 

- Wau.

- Bueno, dejemos de hablar de él, tiene que seguir trabajando y nosotros lo distraemos. Gracias por el pastel me lo llevo, adiós- dijo con el plato en la mano yéndose de allí.

- Adiós- se despidió Roxas y siguió a Sora.

- ¿Y ahora qué hacemos?

- No sé, yo estaba buscando a mi hermano.

- ¿Por qué? 

- Porque me había separado de mi familia porque me aburria, y como no conocía a nadie decidí buscarlo a él, hasta que me perdí y encontré el jardín que me atrapo.

- Bueno, ahora cuando te aburras estoy yo para divertirte y sacarte una sonrisa.

- Yo diría que serian mas de una sonrisa- sonrío.

- Lo hiciste- menciono feliz.

- ¿El que?

- Sonreiste como lo había pedido.

- E-eh.

- ¡Te ves tan lindo! – grito colgándose de él.

- No grites y hagas eso.

- ¿Por qué?

- Tú novio está ahí.

- ¿Novio? ¿De quién hablas?

- De él- dijo señalando.

- R-riku! – grito avergonzado y sonrojado, llamando la atención del nombrado- D-de que hablas, él es solo un amigo.

- Pero Ven dijo que eran pareja.

- ¿Quienes? - pregunto intrigante el albino que recién había llegado.

Nos volveremos a ver ¿Cierto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora