Centro comercial.

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-Se besaron- afirmó Cait, estábamos en hora libre sentadas debajo de un gran árbol.

-Sip-

-¿Y qué piensas?-

-Me gustó- admití.

-¿Son novios?-

-Él no ha dicho nada-

-Me imagino que lo hará luego- supuso mientras estiraba sus brazos para recostarse mirando hacia arriba.

-Pues tal vez, no sé-

-¿Tienes miedo?-

-¿Miedo de qué?-

-De enamorarte y que te rompan el corazón-

-Mmmm...-

-Lo tienes- afirmó suavemente y luego me miró- A mí ya me pasó,  pero ese es el ciclo de la vida, no queda más que seguir adelante-

-Supongo...- En esos momentos se van acercando Ryan, Chaz y Chris.

-¿Quieren jugar un rato?- preguntó Chaz.

-¿A qué jugaremos?- pregunté de vuelta.

-Basquet, la cancha está desocupada y tenemos un balón- dijo Ryan haciendo rodar un balón en sus manos.

-Está bien, vamos, ____________- dijo Caitlin levantándose del pasto.

Llegamos a la cancha e hicimos dos grupos, en uno estaban Chaz y Ryan y en el otro estábamos Caitlin, Chris y yo.

Duramos jugando media hora hasta que llegó el equipo de basquet.

Estaba a punto de lanzar la pelota cuando siento unas manos en la cintura.

-Hola- susurra en mi oído.

-Hola-

-¿Sabes jugar?-

-No es que sea la gran jugadora, pero me defiendo-

-A ver cómo lanzas- me animó y yo reí.

-¿Cómo quieres que lance si me tienes agarrada?- me tomó los brazos posicionándolos para un lanzamiento, luego lanzó el balón haciendo que fuera canasta.

-Así- terminó diciendo.

-Ey, James, tenemos práctica- lo llamó uno del equipo.

-Nos vemos luego, princesa- dijo dándome un beso en la mejilla.

Los chicos y yo nos dirigimos a nuestras tres últimas clases, Literatura inglesa, Matemáticas y Ciencias.

Al terminar fui a la práctica de porristas en la cual estaba presente la cabeza hueca que se dedicó a fulminarme con la mirada.

-Niñas- llamó la entrenadora haciendo que nos sentáramos- la próxima semana tendremos partido con los muchachos de basquet, competirán contra una de las mejores universidades a nivel del deporte, necesitamos de todo su apoyo y entusiasmo para ganar, el día de mañana se les hará entrega de sus uniformes, _____________ seguirá siendo la líder ya que la señorita Gomez no alcanza a recuperarse sino hasta dentro de un mes, eso es todo por hoy, pueden irse-

Fui caminando hasta el estacionamiento y de repente sentí una mano en mi hombro.

-¿Podrías llevarme?-

-¿Acaso no tienes tu auto?- pregunté fría.

-Se le hizo un rayón y lo mandé a arreglar, esta mañana me trajo mi mamá y ahora no quiero gastar en transporte-

-Tengo que ir al centro comercial- dije seca.

-Te acompaño- dijo subiendo los hombros.

-Como quieras- murmuré mientras rodaba los ojos.

El idiota se subió en mi auto y el camino se volvió largo e incómodo en su compañía.

El centro comercial al que fuimos era como de cinco pisos y tenía que hacer unas vueltas en el último.

Tomamos el ascensor y mágicamente estaba vacío.

De la nada, el ascensor se detiene bruscamente y todas las luces en su interior se apagan, joder.

-Esto no puede estar pasando- dijo él comenzando a sudar.

-¿Te da miedo la oscuridad?-

-Soy claustrofóbico-

-¿Por qué no me lo dijiste?- lo fulminaba con la mirada.

-No pensé que fuera necesario- dijo haciendo un ademán con la mano restándole importancia.

-Por lo general se demoran como una hora en arreglar este tipo de cosas, así que si te mueres, no es mi culpa- Tal vez estaba siendo muy fría.

-Como digas-

Me puse a escuchar música con mi celular, no tenía ni datos, ni minutos y mi batería estaba muriendo y al parecer el idiota no trajo el suyo.

La batería del celular sólo duró media hora más y el idiota sudaba cada vez más mientras su piel se tornaba pálida.

Se sentó en una esquina y comenzó a tomar respiraciones, pareciera como si le faltara aire.

Después de unos minutos se acostó en el piso del ascensor con los ojos cerrados y sudando aún más,  me agaché para poder ver lo que le pasaba.

-¿Qué tienes?- pregunté, él no abría sus ojos ni contestaba-Oye- lo sacudí, nada- No me hagas pasar sustos, idiota- dije un poco preocupada, el intentó abrir sus ojos, pero parecía como si fuese una tarea difícil.

-Si no hablo... y no me muevo... tengo más aire- dijo tomando respiraciones, se veía realmente mal.

-Tomé clases de primeros auxilios- subió una ceja como si preguntara "¿Y?"- me voy a arrepentir de esto- murmuré más para mí que para él.

-No... sé de qué... hablas- susurró.

En vez de estar agachada, me arrodillé y lo acomodé mejor en el suelo, puse sus manos encima de su pecho, eso parecía más una preparación para ponerlo en el ataúd que brindarle primeros auxilios.

Él con su debilidad, no oponía resistencia a nada y aproveché que sus ojos estaban cerrados para darle respiración... boca a boca.

Al principio todo iba bien según yo, pero luego él puso una mano en mi nuca haciendo que la respiración se convirtiera en un beso.

I hate you... don't I?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora