Capitulo 9

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-¡No Liv, soy tu hermana! ¡No lo hagas!- grita, y aun así tiro del gatillo.

Mis ojos se abren de repente y me doy cuenta de que fue solo un sueño. No, una pesadilla.

Me incorporo y observo el lugar. Estoy en una sala estrecha y muy larga llena de camillas. La enfermería.

Intento incorporarme y algo tira de mi brazo así que no puedo levantarme. Es una sonda y está conectada a mí muñeca.

Por un momento entro en pánico e intento arrancarla.

Estoy a punto de sacar el tubo que tengo en las venas cuándo siento que alguien me toma por los hombros. Tiene fuerza, así que me devuelve a la cama haciéndome hundir en el fino colchón.

Empiezo a gritar y a patear pero es fuerte y no me suelta.

Veo que es un hombre con bata blanca. Tiene el cabello rubio y tal vez no tenga más de veinte años. Me está mirando con curiosidad.

-Tranquila niña.

Me sostiene por varios minutos hasta que la respiración se me normaliza, pero mi ceño fruncido no desaparece, ni tampoco mi desconfianza.

-¿Quién eres tú?- pregunto.

-Soldado Morgan, soy médico auxiliar militar. Ahora te voy a soltar muy despacio y quiero que te quedes calmada, ¿me sigues?

Asiento. Solo quiero que me suelte.

-Es normal estar asustada y no saber qué está pasando, pero aquí estarás bien. No te preocupes.

Aparta sus manos de mí lentamente, luego retrocede unos pasos.

-¿Qué es eso?- pregunto señalando la bolsa que cuelga junto a mi cama, la misma cuya manguera me quise arrancar hace solo un momento.

Contiene un líquido amarillo verdoso que está entrando a mí torrente sanguíneo.

-Son vitaminas, vacunas, nutrientes y demás cosas que te faltaron durante todo este tiempo.

Me quedo en silencio y decido creerle. Luego vuelvo a hablar.

-¿Cuándo podré salir de aquí?

-Cuando te pongas fuerte y estés completamente sana podrás salir de aquí y se te asignará a un pelotón.

No entiendo de qué está hablando. Otro soldado con la misma ropa que Morgan se acerca e intercambian algunas palabras. Intento escuchar pero se alejan unos pasos y hablan en susurros.

Decido que no me gusta la enfermería, es demasiado limpia, blanca y fría. Un escalofrío me recorre al imaginar la cantidad de vidas que se perdieron aquí. Tal vez en la misma cama en la que estoy recostada ahora.

-Ya me tengo que ir. Te dejaré sola pero si vuelves a tratar de sacarte eso o hacerte daño llamaré a alguien para que te vigile todo el tiempo. Hasta para ir al baño ¿Entendido? Ahora por favor intenta descansar.

Me echa una última mirada de advertencia, pero aun así amigable, y se marcha por el mismo lugar que lo hizo el otro soldado.

Decido no sacarme la sonda, pero aun así no me puedo sacar esta extraña sensación del pecho.

Sigo al soldado Morgan por el pasillo de la enfermería.

Han pasado dos semanas desde que me ingresaron y ahora me siento mucho mejor.

Me guía hasta un cuartito y me señala la puerta -Ve, yo te espero aquí.

Me señala con la barbilla para que entre, así que lo hago. Es un espacio muy pequeño, hay un mono azul colgado de un gancho, así que supongo que es lo que debo usar. Me cambio y al fin me deshago de la ropa blanca de la enfermería.

La Quinta Ola - El Inicio (Ben Parish)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora