1- El sueño

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-¡NICHOLAS RIGGS! ¡TE HE LLAMADO POR LO MENOS UNAS DIEZ VECES A DESAYUNAR! ¡¿TENDRÍAS LA AMABILIDAD DE BAJAR?!

Nicholas Riggs, un muchacho delgado, de cabello negro con mechones cafés y desordenado, que estaba a solo una semana de cumplir 13 años, abrió sus brillantes ojos verdes de golpe. No había habido ni una sola mañana desde que había vuelto del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería en la que no hubiera sido despertado con un grito.

Se levantó y se miró en el espejo. Intentó peinarse un poco el pelo, pero sin mucho éxito. Se rascó la cabeza y observó con cariño el pijama que llevaba puesto. Era rojo con dorado, los colores de Gryffindor, la casa a la que pertenecía en su colegio. La madre de su mejor amigo se lo había mandado solo unos días atrás.

Nicholas no era precisamente un niño normal. Él era un mago, o bueno, un pequeño mago en formación, que, con los demás magos, iba a una escuela de magia escondida de los ojos de los muggles, las personas sin magia. Su madre, Iris Melies y su odioso hermano Jasper también eran magos, pero no pertenecían a la misma casa que Nicholas. Ellos eran Slytherin, de la casa enemiga. Por eso mismo, y por muchas razones más, Nicholas no era el muchacho más querido en su hogar. Pero no le importaba demasiado. Su familia estaba en Hogwarts, y ahora que faltaba poco más de un mes para volver, podría encontrarse con ellos de nuevo. Además, en Hogwarts podía encontrar a sus amigos, Riley Dunn, Adrian García y Emily Riggs, quien era la hija del padre que Nicholas no había conocido hasta el año anterior, y con los profesores. Sus favoritos por seguro eran el profesor Albus Dumbledore, director del colegio, y Hagrid, el guardabosques y profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas. Pero ahora no solo los tenía a ellos. Después de enterarse el año anterior que el asesino mas buscado en el mundo mágico era su padrino y que además había sido culpado injustamente, contaba con alguien más a quien llamar su familia: Sirius Black.

Se estiró, sonriendo por la idea de que era un día menos para volver a Hogwarts. Salió de la habitación y bajó con lentitud por las escaleras del departamento en el que vivía con su madre y con su hermano, cuando, de pronto, una figura alta y ataviada con una túnica negra se cruzó en su camino. Nicholas levantó la vista para encontrarse con Severus Snape, su profesor de pociones, el padre de su hermano.

Él era, tal vez, la persona que más odiaba en el mundo, después de Lord Voldemort. Era el profesor más desagradable que tenía Hogwarts, el más cruel y despiadado. Y además odiaba a Nicholas por sobre todas las demás personas.

Pero lo peor de todo era que, después de que el año escolar anterior terminara, Snape había ido constantemente a su casa para estar con su hermano y su madre, por lo que Nicholas había pasado gran parte de sus vacaciones (si es que a eso se le podían llamar vacaciones) teniendo que verle la amargada cara.

-Tu madre te ha estado llamando-dijo Snape, mirándolo con severidad.

Nicholas frunció el ceño-lo sé, por eso bajé.

El chico entró a la cocina, con Snape siguiéndole el paso, y ambos tomaron asiento en el comedor de diario. Jasper, un chico bastante parecido a Nicholas, con el pelo negro un poco más largo, y ojos cafés oscuros, de solo 12 años, recién cumplidos, levantó la vista al verlos llegar. En su regazo tenía un libro que Nicholas estaba seguro que su padre le había regalado: "Artes Oscuras y como tratarlas".

-¿No eres muy joven para estar leyendo eso?-preguntó Nicholas, revolviendo la avena en su cuenco.

-¿No eres muy joven para meterte en los asuntos de los demás?-preguntó su madre, enarcando una ceja-haznos un favor, Nicholas, y come tu avena en silencio.

El chico bajó la vista avergonzado, sintiendo que sus mejillas enrojecían. Odiaba que su madre, que Iris, lo tratara así. Jasper sonrió para sí, al tiempo que Snape miraba a Nicholas sin expresión en su rostro.

Nicholas Riggs y el Cáliz de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora