3- La gran sorpresa

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Nunca en su vida había corrido tan rápido, y eso que había tenido situaciones antes que lo habían requerido. Pero esta vez, valía totalmente la pena. Hacía años que no veía a su tía Ava, la hermana de su madre que más le agradaba, la que más lo había querido.

Y ahora la veía ahí, de pie en la casa de su mejor amigo. Era una imagen confusa, no entendía que hacía su tía ahí, pero la verdad es que en ese minuto no le importaba mucho.

Corrió con todas sus fuerzas y cuando llegó a los brazos de su tía, una mujer de pelo corto, negro, hasta la mejilla, de una forma muy moderna que Nicholas creía que había sacado de su tiempo en América, delgada y de una estatura bastante promedio, la abrazó con todo el cariño que no le había podido dar en todos esos años, desde que su tía había decidido viajar por el mundo y había terminado trabajando en Estados Unidos.

-¡Cachorro!-gritó su tía, también abrazándolo y dándole besos en la cabeza-por Merlín, te extrañé mucho.

Nicholas se separó de ella, sonriendo como nunca antes, y dijo:

-Nunca te había escuchado decir esas exclamaciones.

-Oh si, antes de que tu madre te dijera la verdad tenía que decir: "Por Dios"-contestó Ava riendo, con ambas manos en las caderas. Nicholas la miró sonriendo por unos segundos, cuánto la había extrañado-que Muggle, ¿no?

El chico asintió y volvió a abrazarla, acto que ella recibió riendo, al tiempo que Dumbledore se acercaba.

-Lo traje sano y salvo, como prometí-dijo el director, haciendo una pequeña reverencia. Nicholas lo miró y sonrió.

-Gracias, Dumbledore-respondió Ava sonriendo-¿pasaron un buen tiempo?

El director asintió-por lo menos para mí, fue de lo más divertido.

-Para mí también-dijo el chico, asintiendo, al tiempo que Dumbledore le mostraba a Ava la foto que tenía en el bolsillo.

-Oh, yo quiero una copia de eso-dijo la bruja, tocando la foto con la varita y haciendo aparecer una exactamente igual. Ambos guardaron sus respectivas fotos, al tiempo que Dumbledore decía:

-Bueno, creo que es hora de que le des la sorpresa. La verdad es que no me quiero perder su cara.

-¿Sorpresa?-preguntó Nicholas. Se separó de su tía-perdón pero, no entiendo por qué estamos en la casa de mi mejor amigo.

-Oh, porque también es la casa de su mejor amiga-dijo una voz detrás de Ava. La señora García, una mujer curvilínea, muy linda, de piel mestiza, pelo café enrulado y unos brillantes ojos también castaños.

-¿Ah?-dijo Nicholas, sin comprender. Dumbledore rió atrás de él y puso una mano en su hombro.

-Ava y Melissa, durante su tiempo en Hogwarts, eran mejores amigas-dijo el director-dos Gryffindor, pertenecientes al equipo de Quidditch, una de ella prefecta y la otra premio anual. Nunca se las podía ver separadas.

En ese momento, Adrian García, un chico que claramente había crecido durante el verano, porque ya era bastante más alto que Nicholas, con el mismo cabello que su madre, y pecas en la nariz, salió por la puerta y abrazó a Nicholas.

El chico rió y lo abrazó de vuelta.

-Por Merlín, muchacho. Sí que has crecido-comentó el director.

-Casi 9 centímetros-respondió el chico, sonriendo orgulloso.

Nicholas se miró a si mismo, y pensó que en realidad no debía haber crecido nada durante el verano. Esperaba que Riley tampoco hubiera crecido, porque o si no sería el más bajo del grupo. Y si ya Emily lo pasaba, estaba perdido.

Nicholas Riggs y el Cáliz de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora