10- Clases con Moody

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El día siguiente llegó con un gran entusiasmo por parte de los de tercer año de Gryffindor. Ese día tendrían su primera clase del año con el profesor Moody, algo por lo que todos estaban muy emocionados.

Cuando Nicholas, Riley, Adrian y Emily bajaron a desayunar ese día y se sentaron en la mesa de Gryffindor, pudieron escuchar claramente a Leo Riggs, sentado junto a su mejor amigo Zachary James, no muy lejos de ellos, contándoles a Mike y a Matt lo genial que había sido tener clases con Moody.

-Él sí que sabe-decía el chico. Zachary sonreía a su lado-se nota que ha enfrentado a la magia oscura.

Nicholas y Adrian se miraron sonriendo. Ellos eran los más emocionados por las clases con Moody. No podían esperar a que el final del día llegara.

-Primero tenemos que superar Pociones-dijo Emily, reventando la burbuja de emoción de Adrian y Nicholas, que la miraron con rabia.

-¿Tenían que decirlo?-preguntó Nicholas, molesto, comiendo de su avena.

-No era necesario-agregó Adrian, negando.

Riley rió por detrás de su libro de encantamientos.

Pociones con los Slytherin era, para Adrian, la peor cosa que existía en el mundo. Literalmente no podía haber un sufrimiento más horrible, y aunque para Nicholas no era precisamente agradable, después de todo el novio de su madre, que lo odiaba, le hacía clases, y Draco Malfoy, su peor enemigo, estaba allí, no era del todo malo. En esa clase tenía a Ebony, y con solo mirarla se sentía mucho mejor.

Cuando llegaron frente a la puerta del aula de Snape, Adrian arrastrando los pies, se encontraron con que todos los Slytherin ya estaban ahí. Malfoy, que notó su llegada, se dio vuelta con una sonrisa maliciosa, al tiempo que ellos se ponían en la fila de Gryffindor y dijo:

-Eh Riggs, ¿vas a intentar entrar al Torneo de los Tres Magos? Después de todo, si no murieras a los primeros tres minutos, podrías hacer que tu madre te quisiera un poco.

El comentario fue recibido con grandes risas por parte de su pandilla de Slytherin. Riley le susurró a Nicholas que los ignorara, y en un principio Nicholas iba a obedecer, pero cuando la mirada de Ebony, que estaba de pie detrás de Malfoy junto a su pequeño grupo de amigos, un chico rubio, incluso más platinado que Malfoy, un chico alto y cabello pelirrojo, una chica más baja que Ebony que usaba colas ambos lados de cabeza en su cabello azul, Nicholas no pudo evitar inflar el pecho y acercarse a Malfoy con su varita en alto.

-Agradece que no le he dicho a Dumbledore lo de tu elfo doméstico-dijo Nicholas. Un silencio se formó entre los alumnos de Gryffindor y Slytherin.

-¿De esa cosa?-preguntó Malfoy, con desdén-¿crees que me importa?

Nicholas rió sin ganas-tal vez a ti no, pero ahora que trabaja en Hogwarts, a Dumbledore sí.

El color desapareció de la cara de Malfoy, y sin aviso Nicholas levantó su varita, lo apuntó a la cara e hizo que esta se pusiera de un color morado con puntos.

-Creo que te ves mejor así, Malfoy.

Todos a su alrededor rieron, al tiempo que Malfoy daba un grito de rabia y la puerta se abría. Snape salió del aula y, al ver a Nicholas con la varita levantada y a Malfoy con la cara pintada, entendió de inmediato.

-Bueno bueno, Riggs, si sigues así te echarán antes de que termine la semana. Ve a la enfermería, Draco.

Entraron al aula y, Nicholas junto a sus amigos ocuparon los asientos traseros como siempre. Sin embargo, cuando Nicholas pasaba a sentarse, Ebony captó su mirada y susurró:

Nicholas Riggs y el Cáliz de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora