(Narra Jack)
Trato de golpear a John, pero él toma mi brazo para acomodarlo en su espalda y hacerme rodar hasta azotar fuertemente contra el suelo. El aire en mis pulmones se me escapa por unos instantes, los cuales Ian aprovecha para atacarlo con una de las catanas. A pesar del filo, Silverman no limita su fuerza o puntería. Bush tiene que arquear la espalda para que su cuello se aleje lo suficiente del arma. Esquiva un zarpazo a la izquierda y casi de inmediato uno a la derecha. La última posición deja a Ian expuesto, por lo que John consigue torcer su agarre hasta desarmarlo.
Me pongo de pie nuevamente, tomando un par de Kunes para lanzarle uno a Ian, pero John lo intercepta antes. Golpea al rubio primero en las piernas para desequilibrarlo y luego en el estómago lo suficientemente fuerte para que no se pueda levantar. Tan pronto se ha deshecho de él, se aproxima a mí con fiereza. Usamos los palos para atacarnos y defendernos, sin embargo, aunque consigo hacer contacto varias veces no parece afectarle lo suficiente como para rendirse. La ventaja que nos lleva es clara, pierdo la pelea cuando me acorrala contra la pared posicionando su arma contra mi cuello.
—Si fueran más constantes en el entrenamiento tal vez podrían al menos darle pelea a John. —La voz de mi padre resuena en el Gimnasio—. Buen trabajo, agente Bush. Silverman, Mathews, no quiero ningún evento social o salida. Hasta que sean oponentes dignos para su compañero, sus tardes las pasarán entrenando o atendiendo tareas. ¿Fui claro al respecto?
—Sí, señor —contestamos al unísono.
—Bien —dice sin más—. Jack, te veré en la sala de juntas en cincuenta minutos. Te quiero aseado y presentable.
Tan pronto se retira, Ian se dobla para quejarse del dolor que le causó el golpe de John. Bush se ríe y le golpea la espalda, lo cual no ayuda. Lo cierto es que sí nos hemos saltado varios entrenamientos mientras que John parece más centrado que nunca en ellos. De Ian es algo común, pues usualmente trata de darle más peso a su vida personal, pero yo me he descuidado de más; tanto que incluso mi padre comienza a notarlo. ¿Puede culparme? Este es mi último año de libertad antes de que los Silentes se vuelvan lo único en mi vida. Es de esperarse que busque disfrutarlo y lo cierto es que prefiero pasar las tardes con April que golpeando costales.
—¿Qué haces? —pregunta John al verme agarrar el celular y empezar a encenderlo.
—Quiero revisar mis mensajes —contesto calmado, pero de inmediato siento un golpe del kun sobre mis dedos que quiebra parte de la pantalla y me obliga a soltar el dispositivo—. ¡Carajo, John!
—¿Perdiste la cabeza?
—Tengo que apoyar a John en esto, Jack —habla Ian aún en el suelo—. Sabes que no podemos encender los celulares aquí y creo que April puede pasar un día sin saber de ti.
—¿Quién dice que es por Smith?
—Por favor —espeta John rodeando los ojos. Sé que a él no le agrada—. Ya pasas más tiempo con ella que con nosotros.
—No es mi culpa que seamos pareja en la mayoría de las asignaturas.
—Pero las comidas, los cafés, las salidas y las películas en sus «sesiones de estudio» no son una obligación —señala Ian de manera jocosa, lo que le gana otro golpe, esta vez de mi parte. Él se queja—. ¿Podrían dejar de golpearme?
—¿Por que te importa? —le pregunto a John—. Siempre te ha dado igual con quien salgo o no.
—Tal vez porque no has tenido una cita con alguien diferente desde hace ya casi un mes, debe ser un récord para ti —declara Ian, pero cuando se da cuenta de la mala mirada que le dirijo alza las manos a modo de rendición y se pone de pie—. Vale, ya me callo. Pero es obvio que no estás haciendo esto por meros fines académicos.
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Eres Mi Misión
ActionEntre la intriga y la mentira, April Smith tiene la misión de infiltrarse en la preparatoria SAMOHI para ganarse el corazón del hijo del líder de los Silentes. Un agente Sombra de su categoría jamás se atrevería a dudar de la palabra de sus superior...