Capítulo treinta y uno: Sentenciados

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Observo a Brian con Marie, siendo convincentemente cariñoso mientras la abraza por la espalda, besa su cuello y pasa sus manos sin prudencia, pero si con discreción, por su cuerpo. Ella sonríe, cada día más ilusionada desde que su ahora pareja oficial dijo que quería formalizar las cosas. A ojos de cualquiera parecen una pareja auténtica e ideal, cegada por el enamoramiento de su reciente relación. Me asquea no poder advertirle a ella acerca de con qué tipo de persona está, pero encuentro consuelo al pensar en que su romance no durará demasiado.

Han pasado unas semanas desde que recibí los documentos. Mis reportes han sido convincentes gracias a Anderson, pero no he confrontado a Brian. No puedo hacerlo, a pesar de que desde el momento en que leí su informe quiero arrancarle la cabeza. Debo conservar la ventaja, que él siga creyendo que tengo la guardia baja hasta que el momento sea oportuno. Si revelo mis conocimientos, seguramente irá a contárselo a Alí como el maldito perro faldero que es. Lo único que no consigo controlar es la mirada de desprecio que inconscientemente le dirijo y solo desaparece de mi rostro cuando el sonido de la voz de Marie me regresa a la realidad.

—¡Por favor! —pide ella con voz tierna, en un tono que sé que irrita a Brian a pesar de que él mantiene una sonrisa—. Quiero nadar y tú debes entrar conmigo.

Claro que no puede hacerlo. Quitarse la playera implicaría que todos vieran las cicatrices en su espalda, lo que llevaría a un interrogatorio y levantaría sospechas. Mi quijada se tensa al pensar en ese día nuevamente, quizás comenzando a arrepentirme por no haber elegido que su vida terminara antes de arriesgar la integridad del refugio o a Ian. Podría apostar a que Silverman jamás habría vendido a sus compañeros por un ascenso, mucho menos a sus amigos; sin embargo, habría pensado lo mismo de zeta en ese entonces.

Carajo, realmente estoy furiosa.

—¡Anímate, Grey! —le grita Peter—. La alberca de April es grandiosa.

Es el cumpleaños de Summer y, para festejar, me pidió hacer una pequeña reunión en mi casa ya que la piscina del patio trasero le parecía ideal. Peter se encargó de decorar el jardín con globos y se aseguró de que estos combinaran con la vajilla rosa. El nombre de su novia es anunciado con letras doradas al lado de un enorme "19". Como yo jamás he celebrado un cumpleaños, le pedí a Marie que me ayudara a planear las actividades, cosa que la hizo realmente feliz. Jim, Summer y Peter están derrotando a Thomas y Grace en Waterpolo. Brian es su esperanza de remontar, pero ni siquiera cuando Marie modela para él en su traje de baño cede ante las súplicas.

—¿Qué hay de ti, April? —pide Thomas.

—Creo que será mejor que vaya a ver si Jack y el pastel están bien —me excuso y finalmente Marie se une al juego para ayudar a los chicos.

Entro a la cocina solo para encontrar un desastre que no es usual en Mathews. Hay harina manchando la mesa y el suelo, los trastes están sucios y regados por todas partes. Trata sin éxito de dispersar el humo en el techo, parece que el pastel se le ha quemado y luce sumamente frustrado al respecto. El betún tampoco parece estar listo, pues es demasiado líquido como para poder hurtarlo sobre el pan. Mi boca permanece levemente abierta por la cantidad de cosas que están saliendo mal y solo reacciono cuando escucho a Jack quejarse por haber cogido la charola caliente sin los guantes puestos.

—Creí que no necesitabas ayuda —digo, buscando entre mis cosas la pomada para quemaduras.

—No la necesito —contesta, con un tono un tanto más hostil del que usualmente utiliza conmigo—. ¿Puedes volver a fuera con el resto? Yo me haré cargo.

—Claro, como si tú alguna vez hubieras tenido la decencia de dejarme lidiar sola con mis problemas. —Tomo su mano para colocar la crema, pero él no me lo permite.

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