Capítulo quince: Mentiroso, mentiroso.

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Brian toma un profundo respiro antes de golpear con sus nudillos la puerta de la casa rodante en la que según su investigación vive de su padre. Es un vecindario humilde, varios remolques se reúnen en esta zona para intentar crear una comunidad. Este en especial está bastante descuidado, el pasto de alrededor no se ha podado en años y le falta un buen retoque a la pintura. Después de esperar unos segundos, por fin nos recibe un hombre alto, delgado y desalineado. Su ropa está sucia y el resto de su hogar no tiene mejor aspecto que él. Tal vez si tuviera unos cuantos Kilos más encima se parecería a Brian, pero ahora es difícil encontrar facciones similares. Es evidente que su vida fue completamente destruida y Alí, haya sido su intención o no, es el culpable de ello.

—¿Puedo ayudarlos con algo? —pregunta, pero Brian no consigue pronunciar palabra.

—Hola, mi nombre es Andrea y él es Michael —nos presento extendiendo mi mano—. Como parte de un proyecto escolar estamos realizando una consulta de desarrollo comunitario. Quisiéramos saber si podemos tomar unos minutos de su tiempo para una pequeña encuesta.

—Ahora no es un buen momento, jovencitos.

—Por favor —pide Brian poniendo su mano en la puerta, impidiendo así que la cierre en nuestras narices—. Si el proyecto gana el primer lugar nos darán los recursos para remodelar su hogar.

Me obligo a mantener la sonrisa. Sé que quiere ayudarlo, más después de conocer el deplorable estado en el que se encuentra, pero remodelar esta pocilga implicaría varias visitas más que nos pondrían a su vez en un peligro mayor. Los ojos de Brian ruegan por una respuesta afirmativa y el hombre suelta un suspiro mientras mira a su al rededor.

—De cualquier manera no tengo mucho más que hacer —contesta al fin, haciéndose a un lado para que entremos—. Discúlpenme por el desorden, por favor. No suelo recibir visitas. ¿Les parece si les sirvo un vaso de naranjada? Siempre me ha gustado más que la limonada.

Observo a Brian esbozar una discreta sonrisa al escuchar eso, pues ahora sabe que comparte ese gusto con su padre. Mientras él se dirige a la cocina, que no está a más de cuatro pasos de la sala, nosotros observamos las escasas fotografías de los estantes. Parece ser el único lugar que ha limpiado en años e incluso un par de velas yacen encendidas junto a la imagen de quienes asumo son Brian y su madre. Él no puede evitar tomarla al ver la hermosa sonrisa de la mujer, con su mismo tono de piel bronceada y sus ojos verdes con un toque de brillo. Ha construido un pequeño altar para ellos.

—Espero que la fruta sea lo suficientemente dulce, no he podido comprar azúcar —anuncia el hombre cargando una charola con tres vasos y una jarra. Parece preocupado por no darnos lo suficiente o por no tener algo más que ofrecernos, pero se relaja un poco al vernos con las fotografías—. Oh, esa es mi hermosa esposa y mi dulce niño.

—Lamentamos su pérdida —digo y hago que Brian devuelva la imagen—. Perdón, pero no nos ha dicho su nombre.

—Me llamo Harrison, pero pueden decirme Harry o señor Grey, si así lo desean —contesta, ofreciéndonos tomar asiento—. Díganme, ¿cuáles son esas preguntas que querían hacerme?

—¿Y si olvidamos las preguntas? —Habla Brian y tanto Harry como yo lo miramos confundidos—. Puedo sacar la basura y podar su jardín. También ayudarlo con esas cajas y la pila de trastes sucios. Mi compañera sabe de electricidad, podría reparar las luces, noté los fusibles quemados.

—Bueno, eso es muy amable de su parte, jovencito. Sin embargo, me temo que no tengo dinero para ustedes. Me es muy difícil encontrar trabajo, así que creo que tendrán que ser solo las preguntas.

—No necesitamos dinero —afirma y el señor Grey lo mira gratamente sorprendido.

—¿Cómo podría negarme? —dice al fin con una sonrisa agradecida.

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