14: El idioma de las flores

4.3K 418 149
                                    

EDITADO: 19/09/2019

xSouh

Burakkurozu

14: El idioma de las flores

Sintió los pétalos caer sobre sus hombros desnudos mientras sus ojos solo podían ver al horizonte, perdidos en la puesta de sol sin saber en qué día estaba, sus manos aún llenas de tierra después de haber enterrado el cuerpo de Kisame, ardían.

Sabía que sus niveles de chakra estaban peligrosamente bajos, ni siquiera tenía energía para regresar a la cabaña donde Itachi seguía dormido después de un arduo procedimiento. Su familia jamás le inculcó alguna religión, pero si los dioses ninjas realmente existían, ya había perdido la cuenta de las veces que rezó por la vida del Uchiha.

Su mente parecía más clara en ese momento, las ultimas horas regresaban a su memoria de golpe, el cuerpo de Sasuke tirado al lado del de su hermano y la otra persona que la siguió, Sakura sabía que esa firma de chakra ya la conocía, pero de alguna forma nada venía a su memoria.

Arrastró los pies de regreso a la cabaña, esta vez poniendo atención en los detalles. Las cinco enormes montañas que rodeaban todo el valle, lleno de incontables cerezos, resaltando entre los pastos verdes, también se lograba ver un pequeño huerto, sobresaliendo varios árboles frutales que Sakura reconoció con solo ver las hojas.

Decidió dejar la experiencia de explorar el paisaje para cuando tuviera la energía suficiente, subió los tres escalones del recibidor de la cabaña, luchando por no sentarse en el columpio de madera y pasó la puerta. La primera vez que entró, con Itachi moribundo en sus brazos no tuvo tiempo de admirar el recibidor. Las paredes estaban pintadas en colores claros y frescos, no había chimenea, no hacía falta con el clima primaveral y viento fresco que corría fuera.

Tampoco necesitaba salir para admirar el paisaje, los ventanales enormes le daban una vista casi periférica, aún desde el comedor de madera tallado y la cocina. Había cuatro puertas, dos desde la sala, Sakura descubrió que eran recamaras, la tercera un baño y la última una salida al huerto posterior.

La ducha fue lo que más llamó su atención, sacándose la ropa sucia y sudada, ni siquiera recordaba cuándo fue la ultima vez que se tomó el tiempo suficiente para bañarse, ¿antes de que Konoha los comenzara a perseguir?

6969696969696969696969696969

Cuando la sensación de sus parpados pesados volvió, luchó por abrir los ojos, la luz que se colaba por el ventanal era molesta y terminó por despertarla. La cama era mullida y las almohadas parecían estar llenas de plumas, el edredón era fresco y cómodo, aun así, cuando trato de levantarse los músculos de la espalda se sentían engarrotados.

Sus huesos crujieron cuando por fin logró levantarse, arrastrando los pies descalzos por la alfombra. La imagen que el espejo del baño le devolvió incluía ojos hinchados y una maraña de cabellos rosas muy desordenada.

Las tripas le crujían, pidiéndole algo de comer, pero sus piernas la llevaron hasta la habitación donde había dejado a Itachi. Por la cantidad de líquido que aún había en la solución que le estaba pasando por la vena calculó que había pasado unas veinte horas dormida.

Hizo un escaneo rápido para comprobar que todo siguiera bien, se alegraba de que hubiera más color en su rostro y que la mayoría de las heridas pequeñas empezaran a sanar.

Sus niveles de chakra no se habían normalizado, se sentía lo suficientemente débil como para no ser capaz de realizar una sesión de curaciones y se odio por ello. Salió de la habitación con muchas emociones contradictorias y fue directo a la cocina para ver si tenía más suerte si llenaba su estómago.

BurakkurōzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora