31: Discípula

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xSouh

Burakkurōzu

31: Discípula

Como parte de Tokubetsu, los cuarteles de la división de inteligencia eran familiares para ella, caminar por los pasillos donde se llevaban a cabo la tortura y búsqueda de información en ninjas enemigos era similar de pasar de la cocina a la sala de su propia casa.

Chasqueó los dientes, mostrando la poca gracia que le hacía que Ibiki la hubiera citado tan temprano y dejando claro el poco respeto que sentía por su jefe, preparó su garganta para gritarle unas cuantas cosas, aunque ni siquiera fueran las cinco de la mañana y sus ojos aún se sintieran con lagañas.

Pensó en lanzar un kunai con etiqueta explosiva, pero eso era mucho para tan temprana hora, además de que el viejo la haría limpiar todo, lo cual no siempre valía la pena.

―Buenos días, Mitarashi. ― la saludó su Hokage.

La Jounnin no podía recordar otra vez en que la hubiera visto tan cerca, y se veía tan impresionante como esa ocasión cuando todos los escuadrones se presentaron ante el nuevo kage, Anko había tomado un lugar en una de las esquinas, lo suficientemente lejos para poder soportar una aburrida reunión llena de bienvenidas y palabras falsas.

Su vista pasó a los otros dos ninjas en la sala, conocía a Hyuuga Neji, miembro de la rama secundaria de su clan, ascendió rápidamente hasta ANBU, y no solo eso, capitán de su escuadrón y si los murmullos entre los pasillos no fallaban, el Shinobi de mayor confianza para Senju Tsunade. Su presencia no era una sorpresa.

Pero el otro... si Anko no fallaba, y estaba segura en que no lo hacía, no podía ser otro que Uchiha Itachi, aún sin capa de akatsuki y ojos en color negro, no había duda de que era él.

Su vista paseó por los tres ninjas, resistiendo el impulso de tomar una posición de defensa y averiguar que hacían ellos en la oficina de Ibiki Morino.

―Vaya, vaya... ― sonrió la pelinegra, caminando con una confianza que realmente no sentía. ―Buenos días, Hokage-sama, anbu-san, akatsuki-san. ¿A qué se debe el honor?

―Solo queremos hacerte unas preguntas.

―Veo que no escatimaron en producción. ―rio, tomando asiento en una de las dos sillas libres frente al escritorio del jefe de Tortura e Investigación. ―Y bien, ¿para que soy buena?

―Necesitamos que nos hables de Orochimaru.

Algo hizo click en el cerebro de la kunoichi, ni siquiera todo su entrenamiento logró que no se notara lo tensos que se volvieron sus músculos al escuchar el nombre de su antiguo sensei. Ya había muerto, ¿qué querían esos tres?

―¿No sabría más de él, quien fue su compañero en Akatsuki? ― lanzó el comentario mordaz sin despegar sus ojos del Uchiha, retándolo.

―Estamos interesados en las actividades que realizaba años antes de dejar la aldea. ―habló por primera vez Itachi, con una voz profunda, no era la voz de un joven de una veintena de años, estaba nublada por dolor y un toque de sabiduría, en cualquier otro momento, a Anksellos,o le hubiera parecido realmente sexy.

Pero no en ese momento, no cuando cientos de recuerdos atacaron su mente, recuerdos que había guardado en el fondo con la esperanza de que nunca salieran, ¡Era su abuela, con un demonio!

La única persona que le quedaba después de que sus padres murieron durante la guerra.

Era su abuela, y su sensei la amarró como un simple animal, desnuda en aquella cueva fría mientras cientos de serpientes la mordían. A él no le importó escucharla gritar, quejarse de dolor mientras lloraba su ultimo aliento después de que la asfixiaran con sus cuerpos alrededor de su cuello.

BurakkurōzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora