36: Jōdo: Mundo Puro

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xSouh

Burakkurōzu

36: Jōdo: Mundo Puro

Se removió entre las sabanas, su cabeza dolía, no algo extremo o que la obligara a levantarse en ese momento, pero estaba ahí, pequeño y molesto al fondo de su cerebro.

Una luz pasó sus parpados, seguida por el ruido fuerte de un trueno y con eso supo que ya no podía dormirse de nuevo, y eso ya era extraño porque en Amegakure las tormentas pocas veces eran eléctricas.

Rodó sobre el colchón hasta caer sentada en el suelo alfombrado, sintiendo la superficie helada bajo sus piernas. Cuando sus ojos por fin pudieron enfocar algo, lo primero que vio fue otro relámpago que se colaba por el ventanal que abarcaba una pared completa. No tuvo problema con la desnudez de sus piernas, a la altura que estaba, el resto de edificios los veía hacia abajo.

Se metió en unos joggers oscuros y sin siquiera pasarse una mano por su larga y suelta cabellera rosada, salió de la habitación en busca de algo para desayunar.

―Buenos días. ―la saludó Itachi, sentado en la cabecera de la enorme mesa leyendo algún pergamino de apariencia vieja.

―Buenos días. ―regresó de forma automática.

―Si sigues arrastrando los pies, tus cabellos empezaran a desafiar la gravedad, niña. ―le dijo Sasori, el hombre estaba en uno de los sofá de la sala con un desarmador y otras piezas de madera en mano, Sakura nunca preguntaba que era lo que tanto hacía, prefería no saberlo. Todos preferían no saberlo.

―Si logro eso, entonces asustaré a Tobi. Seguro sigue dormido. ―se burló Sakura, sin dejar de friccionar sus pies con la alfombra.

―Y de pasada lo avientas por cualquier ventana que encuentres abierta, de preferencia una muy alta. ― aceptó Deidara, saliendo de la cocina con dos tazas de café, la pelirosa se acercó para ver el contenido, la que llevaba en la mano izquierda era completamente negro, la segunda era de un tono café claro, con mucha espuma y que dejaba salir un olor a canela y vanilla. Sakura no dudó en quitarse de las manos para probarla.

―Tu café siempre es el mejor, Deidara. ―agradeció Sakura, dejándose caer en el mullido asiento frente a Sasori.

― ¡No vas a conseguir que no me enoje solo alabándome, renacuajo! ― dijo, entregándole la otra taza al pelirrojo y yendo a pelear por su propia bebida.

―Pero es que de verdad que ni siquiera la cafetería de la esquina hace un café tan rico como el tuyo. ― alegó. ― ¿Cuál es la receta secreta?

Sasori e Itachi ni siquiera se inmutaron por la pelea infatil, ambos siguieron con sus cosas, sabiendo que esos dos no llegarían a ninguna parte.

―La clave esta en levantar tu trasero e ir a la cocina a ponerle "Café automático" ― gritó el rubio, luchando por recuperar la taza.

―Pero a mí me gusta cómo te queda a ti. ―aseguró la pelirosa, estirándose para que Deidara no alcanzara la bebida. ― ¿Qué te parece hacer un trato?

― ¿Qué clase de trato? ―quiso saber, ganándose la atención de los otros dos, Itachi porque sabía que algo interesante pasaría y Sasori porque sintió la mirada verde sobre su persona.

―El antídoto del nuevo veneno de Sasori por un mes de café.

―Tu... pequeña bribona... ― dijo Sasori, sin molestarse en ocultar su enfado y lanzándole uno de los cojines del sofá, si no fuera por sus reflejos ninja, el dichoso café ya estuviera sobre la alfombra y sus cabezas colgadas en lo más alto del edificio.

BurakkurōzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora