7. Celos

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Cuando Louis llegó a casa se sentía culpable por haberse quedado con Harry y aún más por haberle dado su número al final, pero no entendía porque se sentía de esa forma si lo había hecho con la intención de volverse amigos.

Cuando Harry llegó casa se sentía feliz por haber conseguido el número de Louis. Sabía que las intenciones de Louis eran de ser amigos, pero al menos así podría estar más cerca de él y cumplir su cometido de una noche con el castaño, porque después de todos estos encuentros sus deseos de tenerlo crecían más y más.

Cuando Liam llegó a su casa, notó que Louis estaba limpiando todo y había preparado su comida favorita. Sabía que algo le ocurría.

—Cariño, —preguntó colgando su abrigo en el armario a un lado de la entrada— ¿todo está bien?

Su esposo levantó la mirada del piso de la sala que se encontraba tallando actualmente con gran esmero.

—¡Claro que sí! —se levantó y fue hasta el otro con la intención de darle un beso de bienvenida—, ¿por qué lo preguntas?

El más alto aceptó el rápido beso en los labios.

—No es normal que limpies tan tarde, eso solo puede significar que algo te preocupa.

Louis no pudo evitar sonreír y sonrojarse, le fascinaba ver que su esposo lo conocía así de bien y le prestaba atención.

—Es que hoy fui al restaurante a hablar con Evandro sobre mi regreso...

Liam frunció el ceño e interrumpió a su esposo, —creí que era broma lo de volver a trabajar.

—Claro que no, sabes que nada me haría más feliz.

Liam rodeó la cintura del más bajo, atrayéndolo hacia él con brusquedad, —¿ni siquiera unas vacaciones juntos?— le susurró al oído haciendo que un escalofrío recorriera toda su espalda.

El ojiazul se quedo sin aliento y podía sentir como sus rodillas le temblaban ante la mano de su esposo que comenzaba a bajar por su espalda hasta sus gluteos, los cuales apretó con fuerza. Comenzó a besar su cuello, pero la poca racionalidad dentro de Louis le hizo apartarse de su esposo.

—¿Por qué no pasamos a cenar antes?

Liam carraspeó pero igual le hizo caso a su pequeño esposo, dejando sus cosas del trabajo en la sala y después tomando asiento en la mesa de la cocina donde ya había un plato esperándolo.

—¿Y qué fue lo que dijo el francés?

—Turco —dijo con una sonrisa mientras servía la comida al otro, quien no le dió importancia al comentario—, y le pareció muy bien. Dijo que mañana me diría cuándo sale su avión para programar el inicio de sus vacaciones.

—Entonces no entiendo qué es lo que te preocupa. —Comenzó a comer con gusto, casarse con un chef había sido la mejor decisión que había tomado en su vida.

—¿Recuerdas el viernes? —tomó asiento juntó a su marido y tomó los cubiertos.

—Ya te dije que lamento haber cancelado de último momento.

Louis mordió su lengua para no explicar que cancelar de último momento no es ni remotamente lo mismo que avisar dos horas tarde que no podría llegar.

—Pues esa noche conocí a un hombre... —se detuvó al escuchar los cubiertos golpear contra la mesa.

—¿Y este hombre acaso te llevó a su casa? —preguntó muy molesto, se le podían ver las venas marcándose en su cuello y frente.

—¡¿Qué?! —Louis se rió—, ¡claro que no! solo hablamos. 

Liam pareció relajarse un poco, —¿y por qué me lo dices hasta hoy?

—Porque ese día casi conversamos muy poco, ni siquiera supe su nombre, pero me lo volví a encontrar un par de veces.

—¿Cómo que un par de veces? —aún sonaba molesto pero no tanto como antes—, ¿te está acosando?

—¿Qué? —Louis comenzaba a impacientarse— ¡Claro que no! me lo encontré mientras compraba la despensa y de nuevo hoy al salir del restaurante, es un sujeto muy agradable.

—No lo sé, —se rascó la nuca— yo pienso que no deberías confiar en él, podría ser un acosador.

—O tal vez alguien quiere ser mi amigo porque soy agradable y no porque quiere cogerme.

Liam bufó con molestia y añadió con sarcasmo, —muy creíble.

—Aunque no lo creas, tengo otras cosas buenas que ofrecer.

Dicho eso se levantó de la mesa y se fue a su cuarto furioso. Detestaba que su esposo se molestara ante la mención de cualquier hombre que quisiera ser su amigo, estaba seguro que de no ser porque conocía a Zayn y a Niall de antes no le dejaría ni hablarle a ellos.

Se sentó con las piernas cruzadas en su armario que era bastante grande para contener toda la ropa de su marido y él.

Sólo estuvo de esa forma por unos cuanto minutos hasta que la puerta se abrió, revelando a Liam quien ya se había quitado el saco de su traje.

—Bebé, sabes que solo me pongo así porque temo que alguien quiera arrebatarte de mi lado.

—Eres injusto —hizo un puchero y agachó la mirada, pero igual extendió los brazos a su marido.

Liam se inclinó para tomarlo de las piernas y una vez sintió las manos del más pequeño rodearlo por el cuello lo levanto con gran facilidad. 

Le dio un beso en la mejilla, —¿cómo podría no preocuparme de que alguien más te quiera alejar de mí si eres el hombre más hermoso del mundo?

Y solo eso basto para que Louis se sintiera soñado y se recordara cuánto amaba a su esposo. Y aunque eran molestos, pensaba que los celos de su esposo eran señal de que aún lo amaba, y si se ponía así de protector con él era casi imposible que le fuera infiel, ¿cierto?

—¿Por qué hay pintura en tu camisa? —preguntó extrañado mirando la mancha azul.

Liam le besaba el cuello y no se separó para contestar, —están pintando la oficina.

Louis solo atinó a asentir antes de que su esposo lo recostara en la cama. 

Él le creía.

Infieles [L.S.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora